11: behind the mall

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Agosto 2020
Monte Carlo, Mónaco

A Charles no le había ido bien en la carrera del fin de semana pasado y sabía que le molesta muchísimo no poder rendir más, pero creo que todos saben que nada de lo que está pasando es su culpa. Igual se siente para la mierda el pobre.

Charlotte ya tenía una semana en Mónaco y la verdad es que no sabía casi nada de ella o de lo que ha pasado desde entonces, porque Leclerc prefiere no mencionarla cuando nos vemos, que solo ha sido una vez desde su llegada. Tampoco me quejo por eso, a veces me pesa el remordimiento.

Como tengo que trabajar, el monegasco pasará por mí en la madrugada e iremos al estacionamiento de un centro comercial o algo así. La verdad es que no le presté atención a lo que me estaba diciendo porque me estaba arreglando las uñas en el camerino.

Hoy era uno de esos días donde me dejan cantar en el restaurante y tengo el mejor tiempo de mi vida mientras canto canciones icónicas como Halo de Beyoncé, por ejemplo. Eso sí, termino la noche muerta, sin una pizca de energía en mi cuerpo, manos temblorosas y la garganta seca.

—¿Te puedo decir algo, Fleur? —pregunta Louisa poniendo el hielo en mi mesita.

—Sí, claro —respondo tirando las manos dentro y suspirando por ello.

—Tienes un brillo que nunca te había visto.

Intento responderle a la señora, pero creo que con la sonrisa que le regalé bastaba y sobraba. Me quedo sola en la habitación con mis pensamientos y recibo varios mensajes de Chiara y Zoey, pero ninguno de Charles.

Media hora pasa volando, en la que solo espero y para cuando el piloto me dice que está afuera, creo que ya estaba dormida. Me subo a su coche casi que corriendo y lo saludo con un beso corto en los labios antes de acomodarme en el asiento.

—¿Estás cansada, bebé?

—Muy —balbuceo tomando su mano libre y comenzando a jugar con sus dedos—. ¿Qué tal todo?

—Pues, te lo puedes imaginar... —dice alzando las cejas—. Pero no hablemos de eso.

—Creo que si me besas dos segundos, me duermo, Charlie —digo riéndome.

—No importa, sólo quería verte.

Sonrío a medias y aprieto su mano ligeramente, mientras este acelera por las calles de Monte Carlo. Llegamos a este centro comercial y nos estacionamos en uno de los lugares más lejanos por si acaso. Charles voltea a verme cuando detiene el coche y mi energía solo me permite sonreír a medias.

—¿Por qué eres tan linda?

—Wow, que cursi que estás hoy —murmuro moviendo el aire acondicionado para que no me de en la cara.

—No te vuelvo a decir nada lindo —suelta cruzándose de brazos.

—Dale, te estoy jodiendo —digo riéndome, pero este frunce el ceño y ni siquiera voltea a verme.

Como puedo me paso a su lado y me siento en su regazo en un movimiento rápido. Este intenta no moverse y evitar mirarme, pero con un solo beso en su mejilla, sus manos ya estaban en mis caderas y una sonrisa aparecía en su rostro. Mi paraíso.

Con tan solo ver el verde de sus ojos, se me ocurren mil canciones que escribir, mil melodías que tocar. Me despierto en las mañanas y camino como un fantasma, pensando en si alguien puede notar como he cambiado en este mes, pero yo soy la primera en darse cuenta de ello. No debería sentirme como si fuera algo malo, pero toda esta situación no es la ideal para que yo me sienta de esta manera por él.

Igual creo que Charles sabe lo que causa en mí y en miles de personas en el mundo. Es perfecto, ¿no? Me siento como una adolescente cada vez que mi corazón se salta un latido cuando me acaricia o sonríe, pero ni siquiera necesito decírselo, él lo sabe.

—¿En qué piensas tanto?

—En ti, la verdad, no es justo que seas tan lindo, ¿sabes?

—Fleur, por favor —suplica rascándose de la nuca, porque se sigue poniendo nervioso cuando le digo algún cumplido.

—Tú preguntaste —suelto alzando los hombros, pestañeando un par de veces para no quedarme dormida.

De repente las luces de otro coche nos iluminan el rostro y ahí si que me despierto. Me paso rápido al asiento de copiloto y Charles enciende el coche de una, yéndose a la parte trasera del lugar en caso de que alguien viniera de nuevo.

—Creo que me dió un infarto —bromeo poniéndome la mano en el pecho y lo veo burlarse de mí—. Decime que no te asustaste, Leclerc, pensé que eran los extraterrestres.

—Dices unas cosas que parece que no te escuchas —comenta despeinando mi cabello ligeramente.

—Que gracioso, Leclerc, sigue burlándote y no me ves más nunca.

—Hey, no digas eso ni en broma —pide seriamente—. Fleur, es en serio.

—¿Por qué eres tan dramático? —cuestiono dándole un empujón—. Lo siento, Charlie, ya no bromeo con eso.

Me acerco a darle un beso en la mejilla, pero este voltea la cara y me roba un beso. Lo golpeo en el hombro y agarra mis manos para darme otro piquito en los labios. Caigo en cuenta de lo mal que estoy por este chico cuando empiezo a pensar en un futuro con él mientras me da besos por todo el rostro. Quiero huir de todo con él, tocar el piano juntos, pasar los asquerosos lunes juntos, apoyarlo en sus carreras, lo quiero todo con él.

Fleur, no puedes.

—Te amo —dice entre risas por la caretas graciosas que hago y creo que mi corazón se detuvo en ese momento.

Fleur, no respondas.

Charles sabe lo que acaba de decir e intenta decirme algo, aclarar sus palabras, pero sus nervios lo traicionan y no puede ni armar una oración coherente. Me deshago de su agarre y me pego a la puerta del copiloto, intentando controlar mi respiración para no tener un infarto.

Fleur, es imposible que te ame en tan poco tiempo.

—Flo, no sé que decir.

Fleur, ¿tú lo amas?

—¿Vas a decirme algo? —pregunta con un hilo de voz y levanto la mirada de mis manos, haciendo contacto visual con él.

Fleur, no lo hagas.

—Te amo —murmuro—. Dios, claro que te amo.

Charles sonríe ligeramente y me jala para que volvamos a estar como antes de que nos interrumpieran. Mis manos temblaban y de alguna manera podía escuchar los latidos acelerados de mi corazón.

Pensaba que era imposible eso de amar a alguien en un corto tiempo, pero ya no sabía en que creer y en que no, he perdido todo tipo de cordura. Eso sí, no hay vuelta atrás después de esto y eso si que me preocupa, porque a la final, alguien va a salir perdiendo y yo tengo todas las de ganar en esa categoría.

illicit affairs | charles leclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora