Sorpresas Parte Dos

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Cuarta sorpresa

Marcela Valencia llevaba casi una semana fuera de Bogotá, pues se había instalado en Palm Beach para asesorar el área administrativa que habían designado para empezar con las exportaciones de las prendas de Ecomoda a los Estados Unidos.

La tarea la había tomado a regañadientes, sin embargo, había encontrado cierta paz al estar sola, cerca del mar, relacionándose muy bien con el grupo de trabajo que lideraría por allá.

Aún no recibía noticias de Bogotá, ni de su exnovio si a esas iba, sin embargo, estaba tranquila con el desempeño del lugar, dándole cierta independencia y creatividad para el nuevo punto de venta. Estaba revisando algunos reportes cuando su celular repiqueteó con insistencia. Durante días el maldito aparato había repiqueteado por horas, viniendo la llamada de su amiga Patricia, pero no quería pelear, ni hablar de plata, ni escuchar chismes, así que se negó rotundamente a contestarle.

Sin embargo, la llamada venía del número su extensión, de la extensión de su oficina, haciendo que la mujer frunciera su ceño con extrañeza, pues nadie debía estar ahí.

–¡Alo! –soltó la gerente de los puntos de venta.

–¡Hola, hermanita! ¿Cómo estás? –saludó amablemente Daniel Valencia. Muy amablemente, para sorpresa de ambos. El accionista no quería admitirlo, pero su hermana le daba pavor.

–¿Daniel? Pues, bien ¿y tú? –cuestionó Marcela sin poder disimular lo sorprendida que estaba –Daniel, ¿Qué haces llamando desde mi extensión? –cuestionó sin más.

–Es que ahora compartimos extensión –comentó traviesamente Daniel –Por eso te hablo Marce, empecé a trabajar en Ecomoda... –empezó a explicar, pero Marcela lo interrumpió.

–Daniel Felipe no juegues, ¿es en serio lo que me dices? –cuestionó con una mezcla de felicidad y alarma –¿Estás bromeando? Tú nunca accediste a trabajar en la empresa más que de presidente –prosiguió Marcela.

Daniel Valencia tomó aire, tratando de explicarle a su hermana lo que había pasado –Es verdad Marce, no estoy mintiendo y sé, yo sé que me negué incontables veces....–comenzó a decir el accionista.

–Es que no te lo creo –comentó con incredulidad Marcela.

–Tstststs –chasqueó la lengua antes de proseguir –Probablemente nuestro padre estaría burlándose de verme aquí...–comentó para él, comentó para ella, pero Marcela se mantuvo en silencio al escuchar a su hermano. Sabía que hablar de su padre le causaba mucho pesar, pues su relación no era precisamente buena.

–...Hubo un recorte en el gobierno, obviamente afectó al Fondo y con ello, mi puesto, así que vine con la Doctora Pinzón y acordamos que trabajaría en tu área –explicó Daniel, esperando recibir reclamo cuando Marcela exhaló pesadamente así que prosiguió –Claro hermanita, si eso no te molesta...–soltó el mayor de los Valencia.

–¿¡Y la estúpida esa aceptó!? ¿¡Cómo demonios tomaste mí puesto Daniel Felipe!? –exclamó Marcela.

–¡Cálmate Marcela! Pensé que te alegraría que trabajáramos juntos –exclamó a su vez Valencia, tratando de voltear la situación a su favor.

Cuando no hubo respuesta por parte de su hermana más que resoplidos colándose a través de la línea, decidió proseguir con la estocada final –...Beatriz estuvo de acuerdo, y ella sería la que podría objetar en dado caso. Además no estoy tomando tu puesto, solo voy a ayudar a manejar los puntos de Bogotá...–terminó por decir.

–¿Qué, acaso ya se llevan bien? –preguntó con ironía. Daniel no podía ni aceptar ni negar, pues para él, habían llegado a cierto punto neutral, por así decirlo. Marcela entendió ese silencio. Eso no le gustaba, no le gustaba para nada.

Santamaría x BettyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora