Y empezaron las despedidas...

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*Diferentes días, diferente lugar, diferentes personas*


Beatriz y Santamaría pasaron parte de su sábado en compañía de Rodrigo que muy acomedido ayudó a sortear cada artefacto, cada utensilio en la cocina que el abogado trajo consigo, aguantando las burlas de la parejita y lo que parecía ser el castigo de su mejor amigo por haberles interrumpido su día, pues cada que podía, cambiaba de parecer en la ubicación de una olla o un sartén, o incluso del microondas que empacó.

–Ese va allá, ¿Cierto mi vida? –sondeó juguetonamente mientras Beatriz reía, ahí montadita en la isla con sus pies meciéndose suavemente mientras les tendía las cosas de la caja, siguiéndole el juego a Santamaría.

–Oh sí, si OJOJOJOJ –secundó Beatriz mientras escuchaban un resoplido de Rodrigo, que cerró los ojos un momentico para darse fuerza y continuar.

–¿Van a seguir molestando? –sondeó Rodrigo volteando a verlos acusadoramente mientras Santamaría asentía traviesamente y Beatriz negaba por el regaño, posando un puchero que instó a su abogado a tomar su mano para besarla, ignorando a su amigo que revoloteó los ojos ante la parejita enamorada.

Rodrigo siguió con su tarea por un rato, hasta que recibió la llamada que tanto estaba esperando, una que lo hizo sonreír como desquiciado mientras terminaba de aventar las cosas en los cajones todavía desocupados, ignorando los reproches de Santamaría hasta que colgó sin más.

–Bueno, un placer compartir con ustedes, me tengo que ir –soltó Rodrigo acercándose a la parejita mientras Beatriz bajaba con cuidado de la isla.

–Pero ¿No se va a quedar a cenar con nosotros? –sondeó Beatriz mientras Rodrigo negaba el ofrecimiento, dejándole un besico en la mejilla a la bella genio –Era broma ya no lo molestamos OJOJOJO –apeló nuevamente mientras se despedían los abogados.

–Ya se desocupó Catita –despidió chistosamente, saliendo del departamento sin darles tiempo para que se burlaran de él y dejando ahora sí solos a la parejita que se encogió de hombros, que decidieron salir a cenar por ahí cerquitica, terminando ese sábado acomodándose en sus brazos hasta que cedieron a Morfeo otra vez mientras hablaban de las cosas que faltaba por traer...



Ese domingo, los Valencia, Nicolás Mora e incluso Patricia Fernández estaban en el club, despidiendo de cierta forma a Marcela que se iría a Miami al día siguiente.

La rubia aceptó entrar al club a regañadientes, entrada que fue condicionada a adquirir el pase de un día, pues aunque Marcela cubrió la deuda que Patricia tenía en el club como regalo de despedida, la secretaria estaba indignada por el trato que recibió en el pasado, así que sin más aceptó, ignorando lo más que podía los comentarios de Valencia y a la parejita más cursi que había conocido.

Las tres mujeres decidieron nadar un poquitico, mientras que Valencia y Mora las observaban cómodamente desde una mesa con sombrilla alta y un par de bebidas.

–Filipichín... –sondeó Valencia dejando su ginebra sobre la mesa.

–¿Qué pasa, Valencia? –cuestionó Nicolás volteando a verlo para luego regresar su mirada a María Beatriz que seguía nadando como toda una profesional, pero Valencia guardó silencio, instándolo a voltear hacia su amigo una vez más. –¡Hombre quite esa cara, que ya vio salió todo muy bien con los accionistas! –exclamó Nicolás que pensó su amigo estaba pensando en la reunión que tuvieron en la semana, pero no era eso de lo que quería hablar el accionista.

Santamaría x BettyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora