Juicios, contratos y mudanzas

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*Fin de semana, diferentes personas, diferente lugar*


La semana tan ocupada para el abogado aún no finalizaba.

Santamaría explicó a la relacionista los cambios sugeridos para el contrato que su mejor amigo había preparado de manera que ella fuera la beneficiada y no al revés, de paso había aprovechado para darle la información de su departamento, incluyendo una breve descripción de la zona, tamaño y amenidades que incluía para ponerlo en venta tan pronto como se terminará la mudanza.

–Bien, muy bien Santamaría, y sobre el dueño del departamento en Quirinal... ¿Puedo saber a qué se debe su interés? –sondeó curiosamente Catalina mientras Santamaría asentía con una sonrisa.

–Tengo que negociarlo con mi novia, claro, pero me gustaría liquidar el espacio de una vez por todas. –comentó francamente, pues no quería que Beatriz siguiera arrastrando la deuda ella sola cuando ya vivirían juntos, aunque eso le valió las cejas alzadas de la relacionista. –Piensa que Beatriz se va a negar, ¿No es así? –sondeó perspicazmente mientras Catalina reía.

–Usted la conoce, de seguro va a decir que no necesita de su ayuda, que lo compró para ella y bueno... No la puedo culpar, Betty es una mujer muy independiente–apuntó la relacionista.

Ambos la conocían y bueno, que se opusiera a que Santamaría se encargara de liquidar el departamento era una gran posibilidad.

–Pero no voy a pedir derechos sobre el inmueble, va a quedar a su nombre como hasta ahora –sentenció el abogado pero Catalina comenzó a negar divertida.

–Con mayor razón, Santamaría –apuntó hasta que soltó un suspiro rendido. –Hacemos esto: yo le averiguo con la gente de bienes y raíces que contacté, usted habla con Betty del tema, yo sé que usted más que nadie puede convencerla ¿Bueno? –sugirió dedicándole una sonrisa que le respondió Santamaría.

–Bien Catalina, pues muchas gracias y usted me dirá cuando quiere que hagamos la reunión para su contrato de ¿Pre... Pre pacto? –soltó en una mezcla de confusión y burla, pues no sabía cómo llamar a la unión tan peculiar que sus respectivos amigos habían formado.

Catalina río sonoramente, la situación lo ameritaba y más cuando no podían definir el estado de la relación que Rodrigo Jiménez pedía y que moría por concretar.

–Si es posible este fin de semana, pero le voy a preguntar algo: ¿De dónde sacan ese poder persuasivo, ah? Usted y Rodrigo se salen con la suya, no sé ni cómo me pudo convencer su amigo y ni qué decir de usted con Betty, ¡Con lo que terca que es! –comentó alegremente pero con la acusación implícita.

–Gajes del oficio, Catalina –replicó Santamaría con tremenda sonrisa pues no iba a develar su armas secretas o capaz y Beatriz dejaba de caer en éstas. –...Hablando de gajes del oficio, tengo una conciliación a la cuál llegar, disculpe que me tenga que ir ya –comentó el abogado mirando su reloj de mano, pues ya casi era hora de juicio del imbécil del accionista y no se perdería la resolución del caso.

Catalina se levantó rápidamente, ya pasaban de las tres de la tarde y ella también tenía cosas que hacer.

–No se preocupe, que yo también ya demoré. ¿Me avisa cuando quede el contrato para firma? Claro, si su amigo no se opone a mis condiciones –soltó muy risueña viendo al abogado dirigirse a su escritorio por unos papeles que guardó en su maletín así como para acomodarse el saco.

–Claro, Catalina y por favor, lo de la mudanza déjeme decírselo yo a ese cretino –pidió muy sonriente, pues posiblemente su mejor amigo se ofendería porque no se lo contó de primera mano.

Santamaría x BettyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora