Planes y más planes

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*Resto del fin de semana, inicio de semana*


Beatriz despertó después de un par de horas sola en su cama.

La economista estaba agotada y le costó un poquitico de tiempo darse cuenta que Santamaría no estaba a su lado, que había sido reemplazado por una almohada que tenía abrazada.

Beatriz se reincorporó un poquitico, pasando sus manos sobre sus ojos, percatándose que las cortinas oscuras aún estaban dispuestas, que también se colaba la luz de la sala, dando un sobresalto en su cama, buscando sus lentes mientras se levantaba rápidamente, acomodándose el camisón que traía, pero envolviéndose en la sábana como había hecho temprano ese día.

–¿Doctor? –cuestionó Beatriz adormilada, pensando que tal vez estaba en el baño, pero no hubo réplica ni nada, espantándose un poquitico al no verlo, al sentir que se había ido sin decirle y más después de lo ocurrido, saliendo de la habitación, recorriendo el departamento hasta que vio algunas de las pertenencias de su novio en la sala, hasta que escuchó un pequeño ruido en la cocina, dirigiéndose allá rápidamente y quedándose en el umbral de ésta viendo a Santamaría abrir la alacena en búsqueda de comida o en su defecto, en la búsqueda de algunos ingredientes.

Beatriz soltó un suspiro aliviada, feliz porque su abogado no se había ido, feliz porque seguía ahí en su departamento pero ahora cocinando aunque ahora en bóxer y camisa. Si alguien le hubiese dicho que alguna vez disfrutaría de semejante experiencia, simplemente no lo habría creído, pero ahí lo tenía, sonriendo tranquilamente a un Santamaría que estaba de espaldas a ella, viendo a ese hombre que lucía divinamente, recorriendo ávidamente esas piernas gruesas que la aprisionaron momenticos atrás, recorriendo esa espalda que se movía contundentemente pues sus brazos estaban alzados.

Ahí estaba, completamente embobada por esa figura masculina que tanto le tentaba, empezando a negar rápidamente pues su mente vaya que viajaba cuando se trataba de Santamaría, cuando le despertaba esas fantasías que siempre le superaba, suspirando antes de hablar.

–¿Juan Manuel? –cuestionó Beatriz tímidamente hasta que el hombre se percató de su presencia, dedicándole una sonrisa aún más grande cuando volteó a verla –¿Qué hace? –sondeó nuevamente hasta que Santamaría empezó a acercarse a ella mientras le dedicaba una sonrisa por demás coqueta, mientras sus ojos brillaban además.

–¿Durmió bien, mi vida? –sondeó Santamaría ignorando su preguntica, dándole un besito tierno en los labios, dándole uno más completamente feliz porque finalmente había despertado su bella genio, pasando su brazo sobre su cintura para abrazar a su novia que parecía un gigantesco burrito envuelto, mientras que con la mano libre empezó a acomodarle los mechones alborotados de cabello mientras Beatriz asentía.

–Si, gracias JOJOJOJO ¿Qué hora es? –cuestionó Beatriz tiernamente, empezando a oscilar de lado a lado, encantada por esa manera tan tierna de tomarla en brazos.

–Cinco de la tarde, mujer. –respondió el abogado viéndola tiernamente –...Disculpe que asalte su cocina, estaba buscando ingredientes para ver qué preparo, es que no almorzamos... –explicó chistosamente, aún con esa sonrisa boba por lo que habían hecho durante el día y lo que harían el resto del fin que tenían.

Beatriz asintió tranquilamente, no sin antes fingir un puchero antes de hablar nuevamente. –¿Y de quién fue la culpa Juan Manuel? OJOJOJO –acusó Beatriz chistosamente, tomando la sábana para envolverse aún más en ésta.

–De usted, obviamente bella genio –soltó el abogado pícaramente, mordiéndose el labio sutilmente, buscando nuevamente esos labios para someterla, pensando que justo la tenía en su merced pues seguía envuelta, apoderándose de sus labios con suavidad, posando una mano en el cuello de su novia para impedir se resistiera, comenzando a caminar tan imperceptiblemente hasta que la espalda de Beatriz apoyó en la isla, besando y besando sus labios que respondían dulcemente, que pedían encontrarse para perderse, marcándoles el deseo que ambos sentían, empezando a batallar cada vez más, empezando a rozar tan deliciosa y caóticamente para pedirse más hasta que Santamaría lamió los labios de su bella genio, hasta que la aprisionó con su cuerpo aún más y Beatriz resistía, separándose un poquitico pues sabía a dónde la llevaría si seguían.

Santamaría x BettyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora