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Ven a ese chico en la cama? Aquel con la grisácea, piel fría y húmeda,
¿vistiendo ropa arrugada de la noche anterior? No, no es un cadáver. Soy yo, Shikamaru Nara.

No es mi mejor pinta, lo admito. Pero es la mañana siguiente. El momento en el que se paga los platos rotos. Alguien debería tomarme un foto, haría una gran cartelera anti beber. “Así es como un estúpido luce, niños”.

Cuando se piensa en ello, las resacas son bastante interesantes. Son la forma en que tu cuerpo te llama imbécil. O de decir “te lo dije.” Sabes cómo me siento. Todos hemos estado allí. Mi estómago está rodando, mi cabeza está golpeando, mi boca está seca, y mi aliento huele como si acabara de comer un sándwich mierda de perro. Yum.

La alarma del reloj sobre la mesa de noche se enciende, música resuena de los altavoces, y estoy bastante seguro de que mi cráneo se rompió en dos. Ruedo de mi lado y exhalo un gemido. No se sienten mal por mí, ¿verdad? Lo entiendo. Si quieres jugar, tienes que pagar. No cometas el crimen si no puede hacerte el tiempo. Bla, bla, bla. Doy una palmada en el botón de la alarma y la música se desvanece a un zumbido bajo.
Abro los ojos lo suficiente para ver que Sakura no está en la cama junto a mí. Mi mano se mueve a través de las sábanas donde se supone que debería estar, pero están frías, lo que significa que ella no ha estado aquí por un tiempo.

Me incorporo lentamente y preparo mis pies en el suelo. Mi estómago se agita como un bote en el mar durante una tormenta. Me froto las sienes para tratar de aliviar el dolor golpeteando. Y tal vez desalojar a un recuerdo. Porque yo no sé ustedes, pero no recuerdo absolutamente nada de anoche. Esta sólo… en blanco.

Como una esponja mojada en una pizarra limpia por el limpiaparabrisas.
Raro. No soy normalmente de los que se desmayan. Esa semana que Sakura me dejó ahogando mis penas mientras ella salía pitando de regreso a su ciudad natal en Ohio fue la única excepción. Pero no hablemos de eso.
Supongo… que no debería estar sorprendido. Los chicos son competitivos. Pongan a un montón de nosotros en una habitación y podemos convertir cualquier cosa en un concurso. Quién puede eructar por más tiempo, mear lo más lejos posible, la polla de quien es más grande, quien pega más fuerte.
Quién puede beber más.
¿Es eso lo que pasó?

Me paro con rigidez y tropiezo hacia el cuarto de baño contiguo. Abro la puerta. Una espesa nube de vapor flota fuera. El baño es enorme, tan grande como una pequeña habitación, de pared a pared con mármol italiano. El sonido del agua corriendo hace eco de la ducha desde el triple surtidor de la esquina.
Detrás de la falta de definición de la puerta esmerilada, veo la silueta de una mujer con la cabeza inclinada hacia atrás bajo el chorro. Ella es pequeña. Piel blanca y tonificada, con un culo inequívocamente exquisito.
Técnicamente, todavía soy católico, pero si no se han dado cuenta para ahora, Sakura es mi deidad. Su cuerpo es mi tierra santa, sus palabras son mi escritura, su coño es el altar al que me arrastro sobre brasas ardientes a la adoración.

Mis ojos están pegados a las manos de Sakura, mientras corren por su piel resbaladiza para un enjuague final. Lamo mis labios y me imagino como ella sabe. Limpia y húmeda. Vainilla y cerezos. Eso es todo lo que necesita. Mi región sur se eleva por atención.

Atención.

Es la mente sobre la materia. O en este caso, calentura sobre resaca. Parece que a pesar de mi frágil estado físico, el chico de abajo aún esta viril y listo para la acción mañanera.
Ha, ha,… viril...

De todos modos, tomo dos pasos hacia el lugar, totalmente decidido a unirme a mi prometida irresistible. Pero entonces el agua se apaga. Se abre la puerta de la ducha; la belleza sale.
Y mi corazón cae a mis pies, como una puta bomba atómica de un avión de combate de la Segunda Guerra Mundial. ¿Puedes oírlo silbar?
Grandes ojos verdes se encuentran con los míos mientras ella llega por una toalla.

Enredados -ShikaSaku-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora