Capitulo Doce

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El camino de regreso a mi casa ha sido agotador por varias razones y es que siento mi cuerpo demasiado cansado, además de también ser una razón tener a mi lado hablando sin parar a Xiao Zhan.

Abriendo ahora la puerta, habiendo tardado poco más de un minuto en encontrar la llave, entro en el apartamento, disponiéndome a cerrar la puerta que obviamente se que no ha llegado a ello puesto que Xiao Zhan está a mi lado, haciendo justamente eso mientras se toma la libertad de entrar en una casa que no es suya sin permiso alguno tan siquiera.

— No te necesito aquí y tampoco quiero hablar de eso que tanto interés tienes por compartir conmigo —dejo mis zapatillas a un lado —me apetece estar solo.

— No es que quiera hablar de algo en concreto —se limita a hacer lo mismo que yo —más bien era que hicieses algo y estoy dispuesto a que así sea, pero primero debes sentarte y estar tranquilo.

Mirando a Xiao Zhan, deteniéndome en tan solo dos pasos que creo haber llegado a dar, no puedo evitar reír ante lo ridículo de la situación, que me esté diciendo que debo estar tranquilo.

— No puedo estar tranquilo contigo aquí —me cruzo de brazos —yo me voy a sentar y procuraré descansar y tu te marcharás de mi casa. A la única persona que quiero soportar y después de sus clases será a Fan Xing. Tu aquí no haces nada en absoluto.

Alejándome de él, entrando así mismo a la sala y sentándome en el sofá, dejo que mi cabeza descanse en el respaldo del mismo, cerrando los ojos, relajándome con la única intención en este momento si es posible de dormir un rato y olvidar todo lo ocurrido, que mi cuerpo y mi cabeza descansen y así sentirme mejor. Pero mis intenciones quedan nulas por una única razón y es que Xiao Zhan no se rinde en cuanto los demás queremos, siendo ahora un encuentro de nuestros labios, de sus manos descansando en mis hombros, su cuerpo sobre mis piernas, de un segundo a otro mi cuerpo sobre el suyo incapaz de controlar mis impulsos al tiempo que correspondo a este beso a traición que demasiado despierta en mi.

— Estás loco.. —digo demasiado cerca de sus labios —solo te pido que me dejes tranquilo y sigues insistiendo. ¿Qué pensará Fan Xing si viene en este momento?

— Ese chico sabe más de lo que nosotros podamos admitir —miro fijamente sus ojos —al igual que tu niegas lo que es demasiado evidente y es que estás loco por mi.

— No estoy loco por ti —me pongo en pie rápidamente —largate de mi casa Xiao Zhan. No quiero ni escucharte ya.

Esta vez mis pasos van dirigidos hacia mi dormitorio, siendo obligado a detenerme cuando por la debilidad seguramente vuelvo a sentir como si fuese a caerme, esa sensación que sentí antes de desmayarme en la mañana. Las dos manos que esta vez me sostienen son esas mismas que crean esa sensación de descarga en mi cuerpo, la misma que los labios que se mueven contra los míos tan decididos que ya no puedo contenerme, detenerme, ni a mis propias manos desnudando su cuerpo de esa prenda que ya cae al suelo, junto con la mía que tan solo había que desabrochar los botones.

— Admítelo —me mira sobre mi cuerpo a los ojos.

Subiendo mis manos por su espalda desnuda, mirándole fijamente a los ojos, niego, incapaz de decir esas palabras que tanto desea escuchar, no siéndolo tampoco en contener las reacciones de mi cuerpo, de la presión en mi pantalón que ahora mismo está siendo desabrochado, así como mi cuerpo lleno de la presión de sus labios, de rojizas marcas, la habitación de gemidos incapaces de mantenerse en mi boca..

— Xiao Zhan —aprieto las sábanas entre mis dedos —detente..

— ¿Qué es lo que sientes por mi?

Mirándole a los ojos, sosteniéndole por los hombros, vuelvo a ser incapaz de decir nada. Tan solo le aparto, sintiéndome todavía débil, cubriendo ahora mi cuerpo hasta mi cabeza con la ropa de mi cama, cerrando los ojos al tiempo que mi deseo es que se marche.

Aún sabiendo que no se marchará, que por supuesto no lo hace puesto que está su cuerpo bajo la ropa de mi cama, su brazo sobre mi cintura, su pecho contra mi espalda y su aliento siendo lo último que noto rozando la piel de mi nuca antes de dormirme.


En este momento, no habiendo abierto todavía los ojos, creo que me estoy sintiendo mejor, con mi cuerpo menos pesado y cansado que hace ni se cuanto realmente. Estirándome en mi cama, no tanto como me gustaría, el peso de un brazo en mi cintura se hace presente devolviéndome a la realidad. Separando mis parpados, parpadeando buenamente como puedo varias veces, veo como frente a mi está Xiao Zhan mirándome fijamente, con una sonrisa tan amplia que me hace sonreír, aunque no de igual forma porque no soy capaz de ello.

— Algún día dejarás lo que sea que te retenga a un lado Wang Yibo y te permitirás ser feliz con tus sentimientos, esos que te da miedo mostrar —susurra de forma que pueda escucharle —y me gustaría ayudarte en ello, pero debes de ser tu quien lo haga por ti mismo, no yo.

No me muevo ni hago ni un solo movimiento porque no se bien que decir. Tan solo me quedo mirándole por unos segundos, siendo en este momento la unión de nuestros labios nuevamente real, así como la de nuestros cuerpos semi desnudos el mio sobre el suyo, sus manos acariciando de tal forma mi espalda, con tanta suavidad y delicadeza que no me resisto ni en esa lucha interna contra lo que sea que arde con fuerza en mi corazón.

Los labios de Xiao Zhan son suaves y sus movimientos controlados al mismo tiempo que seguros y decididos. Los de los míos no sabría definirlos y tampoco pierdo el tiempo en pensarlo tan siquiera, perdiéndome en este hombre bajo mi cuerpo, así como en los nervios que de la nada me invaden al escuchar la voz que menos me apetecía oír en este momento, esa exclamación de Fan Xing y la mirada que nos dedica, a la vez que esa sonrisa traviesa que me da a comprender todas las explicaciones que tendré que darle.

Limits to loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora