Camaleón

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Pese al nerviosismo que sentía al ver uniformados, siguió corriendo como normalmente hacía. Según le comentó Cero, ya había invadido las cámaras de seguridad de la zona, por lo que era esperable que ella estuviera corriendo a esa hora. Tenía que aparecer, por la rutina. Porque no podía levantar sospechas.

Porque Cero no quiso contestar cómo era la residencia militar. "Marjorine no necesita esa información". Pese a ser la famosa Masterkey, quien supuestamente dominaba a esa voz misteriosa que residía en el teléfono, no insistió. Ya había leído suficientes noticias para suponer que insertar componentes eléctricos en una persona no podría ser un proceso grato. Especialmente si había habido "fallos".

Cero se refería a sí mismo como el experimento 0. Según leyó en los informes, el sujeto no logró el "enlace estable". Pese a haber leído reiteradamente los documentos, no podía aun internalizar su nueva situación. Pero al escuchar la voz artificial de Cero sabía que no era mentira.

Luego de terminar su rutina, darse una ducha y cambiarse de atuendo, siguió con el plan: fue a una peluquería. La caminata hacía el destino fue rápida, pero la indecisión y ansiedad que se manifestó en la entrada la hacía dudar. No podía conservar su cabello dorado, que ya estaba creciendo formando una adorable melena. Por primera vez sentía que extrañaría su rostro en el espejo. Estaba conflictuada, principalmente porque era primera vez que sentía que iba a perder algo con ese cambio. Jamás se había sentido bonita, pero ahora su empleador le gustaba acariciar su melena y le brindaba cumplidos sobre su apariencia. Escuchó la voz artificial de cero en su oído derecho:

-Marjorine, tienes que entrar-

-No creo que pueda hacer esto...-

-Tienes que dejar de verte como tú. Hay uno que sabe cómo luces-

-¿Cómo estás seguro?-

-He revisado los servidores: el mayor Scoth ha dado las señas más destacadas tuyas: mujer, cabello rubio y ojos celestes-

La chica sabía que esa información era real, la había recibido en su celular. Gracias a Dios en Estados Unidos su perfil era bastante común. Pero no podía arriesgarse: si llegaban a atraparla, además de ser perjudicial para ella y Cero, también pondría en el foco de mira a su señor y a la pequeña. Llenosé de valor y entró a la estética.

Una amable señorita le dio la bienvenida con una sonrisa.

-¡Buenas tardes! ¿cómo puedo ayudarte?-

-Yo... quisiera un cambio de look- dijo tímidamente, frotando sus nudillos.

-Perfecto, preciosa- contestó la estilista-¿quisieras un corte?-

-Si, me gustaría algo así- contestó Marjorine, señalando una imagen de su celular. La estilista al ver la referencia no pudo evitar hacer una mueca de incredulidad.

-¿estas segura que quieres hacerte eso?- consultó la profesional , repasando la imagen.

-Si, por favor-

-Pero es...- la estilista no debía estar haciendo estas observaciones, pero tampoco quería meterse en un problema por hacer algo inadecuado-es un look... muy poco femenino. Con ese color y corte te verás...-

-Como un chico, lo sé- contesto. Se sonrojo un poco. Le resultaba incomoda esta charla.

La estilista observó la seguridad de la jovencita. Suspiró y la invito a sentarse para proceder.

Marjorine observó como prendía la máquina de afeitar y empezaba a hacer el corte que le solicitó. Era un corte tomboy. No se sentía especialmente nerviosa por el corte, lo que le preocupaba era la impresión de su empleador... quizás la echaría luego de esto. Tendría que pedirle a cero que busque opciones, solo para tener un plan de respaldo.

Bunny - Mi nombre es...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora