The Rose Is Our Thing 🥀

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Camila

¿Conocen esa sensación de paz inquebrantable y el alma levitando en el espacio sideral, bien alejada de todos los problemas terrenales? Pues así dormí yo la noche del viernes abrazada al blando cuerpo de Lauren, aspirando su dulce aroma, sintiéndome protegida entre sus brazos. Aún conservaba ese cosquilleo en mis labios después del intenso beso y una no tan ligera humedad en mi zona baja. En ese breve instante de felicidad me olvidé del resto del mundo, de las consecuencias que podía traer el desliz lúbrico de las dos. Siendo honesta: me importaba en lo más mínimo el mañana. Sólo ansiaba sentir la deliciosa boca de Lauren sobre la mía. Lo único aterrador fue descubrir que me gustaban los besos de Shawn, pero la ojiverde con a penas dos besos, me había hecho delirar. Quizás sería un descubrimiento o un entretenimiento para ella, no obstante, sacrificaría mi dignidad sólo para continuar probando la maestría de sus labios. Esa noche estuvo llena de revelaciones para mí. Acepté que sí me gustaba Lauren y no era una confusión. Acepté que era bisexual, aunque no estaba segura de si me sucedería lo mismo por las otras chicas, pero el simple motivo de suspirar por ella, cambiaba mi sexualidad, ¿cierto? No podía ser heterosexual si una mujer me atraía tanto; realmente me interesaba la morena en aspecto demasiado sexuales. Así que ahora tenía algo más en común con Dinah.

La tranquilidad fue sustituida al amanecer siguiente, cuando mis manos – otrora llenas de ella – se encontraban vacías. No tenía rastros del mar esmeralda, ni del níveo rostro. Por mucho que haya esperado esto, no estaba preparada para despertar sin ella y experimentar el amargo trago de ser el conejillo de Indias de la morena. Ni siquiera me sentía culpable por haber traicionado a mi novio con su mejor amiga, no obstante, lo que verdaderamente dolía era su ausencia a mi lado. Tomé una profunda bocanada de aire, aleteando las pestañas para barrer todo molesto haz de luz. Unos salvajes orbes verdes se interpusieron en mi campo de visión, obligándome a centrar la mirada en la hermosa dueña de semejantes obras de arte. Lauren llevaba aún su pijama que consistía en un pulóver ancho de Bob Marley y pantalones cortos, con el enmarañado cabello castaño enmarcando sus perfectas facciones. Recaí en sus manos que portaban una bandeja con una taza de café, un vaso de jugo, tostadas, un bol de frutas troceadas y una rosa. Mi corazón saltó desbocado dentro de mi cavidad torácica.

- Buenos días, Camzzi. – Me saludó, dejando la bandeja sobre el colchón. – ¿Cómo dormiste, Boo?

- Yo… – No podía siquiera hablar porque mi interior sufría una especie de explosión atómica. De seguro en mi pecho estallaban fuegos artificiales, bombas nucleares y cualquier otro artefacto que involucrara pólvora y reacciones nucleares en cadena. ¿En serio Lauren me acababa de decir Boo, me llevaba el desayuno a la cama y de paso adjuntaba una flor a su romántico detalle? Porque en mi diccionario de amor, basado en películas y libros de romance, ese acto denotaba romanticismo. ¿A caso quería volverme loca? – Dormí muy bien. – Resumí lo que había sido el mejor sueño de mi vida.

- Eres adorable despierta, pero durmiendo eres lo más tierno que mis ojos hayan visto.

- G-gracias. – Agradecí estar sentada, pues las piernas comenzaban a fallarme sólo de escuchar el tono de ternura utilizado por mi “amiga”.

- No sé cuál es tu flor favorita, sin embargo, me arriesgué por la rosa a sabiendas de que no eres tan cliché como el resto de mortales. Igual encuentro muy poético…

- El regalar una sola rosa a una persona. – Finalicé su oración porque era partidaria de la misma idea. Me sonrió tan genuinamente que mis de por sí acelerados latidos, sufrieron otro brusco cambio de ritmo. – Girasoles. – Hablé mientras tomaba un sorbo de cafeína.

- ¿Tus favoritos? – Asentí, mirándola por el borde de la taza. – La rosa puede ser algo nuestro.

- La rosa es nuestra cosa. – Afirmé sin meditar mucho el sentido de la frase, lo cual desató un hermoso tono rojo en las mejillas de Lauren. Terminé de masticar una de las rebanadas de plátano para alejar mis continuas ganas de besarla.

¿Ella o Yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora