Había pasado ya un poco más de dos semanas desde que Franco comenzó a trabajar como su asistente.
Impecable, no podía usar otra palabra para describir su trabajo; rápido y conciso con sus labores, también respetuoso y no era nada impertinente. Estaba muy feliz con su desempeño, sin embargo, aún no se había atrevido a tener algún contacto más íntimo con él.
Y para colmo, lo necesitaba.
Estos últimos días habían sido muy estresantes, tres acuerdos comerciales y cada uno en día subsecuente. No había tenido tiempo para descansar como debía.
Lucia cansada, y Danna podía notarlo.
—No entiendo -dijo la rubia jugando con su anillo de compromiso —¿Por qué aún no has tenido nada con Franco? -Victoria siguió tecleando en su laptop —para eso lo contrataste. Mira, no lo veas como relaciones sexuales... sino meditación.
El moreno había ido a hacer unos pedidos fuera de la oficina a petición de Victoria, y su amiga había aprovechado para hablar con ella.
—Luces muy cansada, te hace falta el sexo.
Victoria cerro su portátil y dirigió su atención a la rubia.
—Ya lo sé -confeso un tanto estresada —pero, ¿y si resulta que no funcionamos bien juntos?
—Pues lo despides y contratas otro -le contesto despreocupadamente su amiga.
Victoria negó con la cabeza.
— No es tan sencillo, Danna -la morena se pasó los dedos por el cabello, algo intranquila —Franco ha resultado un excelente asistente, trabaja bien y me siento muy feliz con lo que hace... si resultara que no sirve para el sexo...no quiero pensar en la pesadilla que sería repetir el proceso -confeso la chica y Danna se acercó a esta, pasándole la mano por la espalda para confortarla.
— Mira Victoria, sé que es difícil pero empieza de a poco. Obsérvalo, tócalo, acarícialo. Y si vez que te gusta, sube la intensidad.
—¿Crees que sea lo mejor? -le miro esperanzada la morena.
Danna asintió.
—Por supuesto -después rodeo sus ojos en señal de fastidio —, mira, sé que Franco no es mi favorito en cuanto físico, pero debo admitir que si es atractivo. Bueno, él es más un hombre para ti -sonrió —a mí me llega apenas a los ojos -rio un poco para aminorar la tensión.
— Pero es que tú mides 1.80, y además usas tacones.
—Sí, lo sé. Pero contigo encaja a la perfección -Victoria pensó que era cierto —los dos son unos morenos muy guapos. Además, viste muy bien -le concedió al pelinegro.
— Si, y sus manos... son muy masculinas.
— ¿Ya vez? Detecta las cosas que te gustan de él, y poco a poco todo se dará solo. Él siempre estará dispuesto, así que depende de ti -le aconsejo la rubia.
Victoria sopeso las palabras de Danna todo el camino a casa mientras miraba a su asistente: era muy guapo, a decir verdad, físicamente le gustaba mucho. Pero aún no estaba segura de sí serian compatibles. Quería pedirle que la besara, para comprobar si al menos le gustaría aquello.
Pero desechó la idea.
Debía esperar, aún no era el momento.
—Hemos llegado -anuncio el moreno.
Habían ido a su cita con el dentista que se encontraba en el centro de la ciudad. Un guardaespaldas le abrió la puerta, y Franco bajo enseguida de la joven. Junto con ellos iban dos guardaespaldas, uno adelante y otro a la derecha de la morena. Franco se encontraba detrás de ella, observando que no hubiera nada raro. Mientras tanto, la chica estaba contestando una llamada telefónica.
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El mayordomo y la princesa de hielo
RomanceFranco había conseguido el trabajo de sus sueños: libertad, buenas prestaciones y un sueldo ridículamente alto. Todo le gustaba... incluida su hermosa jefa. Pero tenia prohibido enamorarse de ella. Incluso cuando su trabajo era satisfacerla fuera y...