—¡Ahhhhhhh! - Franco soltó un grito muy fuerte mientras se sentaba de manera abrupta en la cama: todo había sido un sueño.
Miro sus manos, estaba temblando. El corazón le latía como loco y sudaba a chorros.Se había sentido tan real. Especialmente...
—Señorita, está viva -dijo Franco de manera desesperada, aunque con alivio mientras observaba a Victoria acostada a su lado, despertando por aquel ruido fuerte. No le dio tiempo de nada y la estrecho fuertemente entre sus brazos.
Quería comprobar que era real, que seguía respirando.
—Si, estoy viva. ¿Tuviste una pesadilla? - pregunto correspondiendo a su abrazo. El moreno se separó un poco para después tomar el rostro de ella entre sus manos.Era tan hermosa.
—Pensé que la había perdido... todo fue tan crudo- confeso y le planto un beso en los labios. La chica lo recibió sorprendida. Franco la abrazaba por la espalda y no la soltaba ni un poco. Victoria se dio cuenta que estaba bastante alterado.
—Tranquilo, aquí estoy. Solo fue un sueño- le recordó Victoria una vez se habían dejado de besar. Franco descansaba su cabeza sobre el pecho de la joven, y esta le acariciaba el cabello con delicadeza. El pelinegro se tranquilizó gracias a aquel gesto.
Pero aún no podía evitar sentirse preocupado.Además... había algo que le molestaba. Parecía como si se hubiera dado cuenta de una cosa en su pesadilla, pero la olvido. Un sentimiento. Era importante, pero no podía recordar que era.
La joven continúo tocando su cabello y Franco decidió dejar aquello por el momento. Sin embargo, aún no se sentía a salvo de sus persecutores.
—Esto nunca se acabará- dijo sorprendiendo a la chica con sus palabras.
—Claro que sí. No te preocupes. La policía y Prometeo ya están trabajando en eso- Franco negó con la cabeza.
—No lo harán... ellos son muy poderosos. Usted no los conoce- dijo con desesperanza. Victoria pensó que ese era el momento:
—Pues dime- le invito a abrirse con ella. Franco dudo por un segundo, pero ya estaba muy cansado para llevar esa carga solo.
—Es solo que... fui un tonto...- comenzó y la chica paso sus manos por la espalda de Franco, descansando su barbilla sobre la cabeza del pelinegro mientras hacía movimientos circulares en su pecho. Franco se sintió más relajado:—Cuando tenía veinticinco años recibí una disparo en acción, mientras estaba en el ejército. Como ya sabe, mi pierna se lastimo y el daño no permitió que volviera a el campo de batalla. Así que regrese a mi hogar junto con mi abuelos. Estaba seguro de que la pensión que recibiría me daría al menos una garantía de una vida tranquila y sin preocupaciones. Pero poco después mi abuelo enfermo de lupus.
El seguro no cubría aquella enfermedad por los antecedentes de previas enfermedades de mi abuelo, así que teníamos que cubrir el costo del tratamiento por nosotros mismos. Me metí a trabajar como administrador de un centro comercial, pero ni con mi sueldo y la pensión del ejercito alcance a pagar todo lo necesario.
Unos meses después enterramos a mi abuelo.
Al parecer la enfermedad ya estaba bastante avanzada y de cualquier manera no había mucho que la medicina pudiera haber hecho.
Mi abuela y yo continuamos con nuestra vida, y decidimos no darnos por vencidos.
Pero poco después ella también enfermo: había estado tan pendiente de mi abuelo, y se había descuidado tanto que olvido hacerse sus mastografías todos esos años.
Un día sintió una bolita en el seno mientras se bañaba. Fue al médico, pero el diagnostico no era bueno.
Tenía cáncer de mamá.
Por suerte el seguro si cubría la enfermedad esta vez. Pero hasta cierto punto.
Solo la mitad del tratamiento, y lo demás teníamos que conseguirlo pronto, ya que se necesitaba urgentemente una operación para que no se regara el cáncer por el resto del cuerpo.
Estaba trabajando en el centro comercial, y tomando otros dos trabajos menores. Pero solo pude conseguir una pequeña parte del dinero.
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El mayordomo y la princesa de hielo
RomantikFranco había conseguido el trabajo de sus sueños: libertad, buenas prestaciones y un sueldo ridículamente alto. Todo le gustaba... incluida su hermosa jefa. Pero tenia prohibido enamorarse de ella. Incluso cuando su trabajo era satisfacerla fuera y...