Capítulo 28. Tentaciones

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Las últimas semanas habían sido una completa tortura; después que finalmente despertó, tuvo que pasar otra semana en aquel nosocomio. El daño en su pierna no fue tan grave como se pensó en un principio; a pesar de que fue la misma en la que recibió el disparo cuando estaba en servicio en el ejército, afortunadamente el golpe se concentró en un lugar distinto. Sin embargo, eso no lo libraba de acudir a sus terapias de recuperación.
Según los médicos, tardaría otros dos meses más en volver totalmente a como estaba antes de aquella lesión. Por lo que estaba prohibido para él hacer movimientos bruscos con la pierna izquierda.
Victoria, por su parte, le ordeno quedarse en la casa y ocuparse del aspecto doméstico de su trabajo.

"Lo hago por tu bien, no quiero que te sobre esfuerces", había dicho la pelinegra con expresión de preocupación.

Pero Franco sabía que lo hacía por otra razón; quería evitar sus encuentros lo más que fuera posible. Él ya le había dejado en claro sus sentimientos e intenciones, y era lógico que ella intentara por todos sus medios de poner distancia entre ambos.

Claro, lo consiguió al principio, ya que él estaba bastante lastimado y convaleciente para intentar cualquier cosa.
Además, sabía que contaba con no volver a tener relaciones sexuales con él, porque desde que regresaron de Paris, Victoria había dado orden expresa al médico de suspender el uso de los anticonceptivos para ambos.

"Ja, si piensa que me detendrá con eso... está muy equivocada", pensó tomándolo como un reto.

Aún tenía algunas cajas extras de pastillas con él, y seguiría tomándolas. Confiaba en que pudiera cumplir su plan antes de que se le terminaran... usar condón con ella no era una opción.

Justo acababa de salir de su cita con el médico, y este le informo que ya estaba completamente curado de sus costillas. Asi que tenía más libertad de algún modo.
Apenas llego a la casa, decidió comenzar con lo que tenía en mente y como se lo advirtió... usaría todas sus tácticas para conquistarla.













—Al fin parece que regresamos al juego- celebro la pelinegra.

Todo el asunto del primer ministro, y los rumores de que vendían la información de los usuarios a la milicia fue un duro golpe para la empresa durante varios meses.

No conforme que estaba convaleciente, el destino la siguió presionando unos meses más con el asunto del incidente de Franco y la falta de ética de NeoTech al compartir datos de sus clientes con el ejército. Pero ese era el primer día que sus acciones subían después de tanto tiempo.

Además, en las semanas que estuvo en el hospital, y aunque Danna hizo un muy buen trabajo, no se pudo evitar que el crecimiento de la compañía se detuviera.

Sin embargo, y gracias al trabajo duro de todos, parecía que las cosas volverían a estar en su lugar; el rumor de la milicia fue finalmente desmentido, y aquel mandatario ingles tuvo que tragarse sus palabras y pedir una disculpa pública (claro, amenazando con ser demandado previamente por difamación).

En cuanto al asunto de Franco y su altercado con el reportero, Victoria consiguió información jugosa gracias a Prometeo; al parecer, no era la primera vez que se veía envuelto en esa clase de escándalos. Ya había ofendido a una actriz previamente, empujándola hasta que llego al llanto. Y era bien sabido en el ambiente público, que le gustaba acosar a los famosos para tener buenos artículos.

Pero la joven fue más astuta, y vio una oportunidad: en un giro de los acontecimientos, hizo ciertos comentarios para que la colmena se agitara.
Varios artistas, deportistas y empresarios mostraron su apoyo para con la joven, y comentaron sus malas experiencias con aquel hombre. Además, se pudo hacer de un video con un ángulo favorecedor para ella, donde se veía como aquel paparazi empezó todo, jalándole un tirante del vestido, con completa intención de incomodarla, y después (aunque esa si no parecía su intención) la termino arañando. Todo ponía ahora a él como el villano. La revista en la que trabajaba, a pesar de lo amarillista que era, tuvo que verse obligada a despedirlo y los cargos no procedieron, ya que eran ellos quienes estaban pagando el abogado. La reputación de aquel sujeto quedo tan mal parada, que no se supo nada más de él. Parecía que por primera vez prefería mantenerse en el anonimato.

El mayordomo y la princesa de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora