Capítulo 18. Dulces fiestas

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Se encontraba subiendo por el elevador, cuando le entraron unos tremendos nervios.
No era su primer día ahí, pero encontrarse con Victoria le emocionaba mucho.

Franco suspiro en un intento por calmarse.

Camino hacia la oficina de la joven, decidido por dejar en Tailandia los sentimientos que había estado albergando los últimos días.
Se encontraba justo frente a la puerta, cuando escucho la voz de alguien que se acercaba desde dentro de esta:
—Iré por un Starbucks, ¿quieres? - el pelinegro reconoció la voz de Danna. Pero no se escuchó alguna respuesta, así que pensó que tal vez su jefa se encontraba fuera y la rubia estaría hablando por teléfono. Pasaron unos segundos para volver a escuchar a la otra asistente de la pelinegra —vale. Entonces vuelvo pronto- dijo y se abrió la puerta.
La rubia se sorprendió cuando se encontró con Franco, pero lo saludo cordialmente.
—Vaya, que gusto verte de nuevo. ¿Qué tal las vacaciones? - pregunto Danna.
—Bien, bastante tranquilo -contesto Franco.
—Que bien. Pues bueno, entra -lo invito la mujer con la mano hacia el interior de la habitación —Victoria está dentro- aquel comentario hizo que el corazón de Franco se acelerara —te veo en un rato- dijo despidiéndose y se marchó.
El pelinegro de repente sintió que su cuerpo se paralizaba.

Estaba muy nervioso por verla.

Pero también ansioso.
Tomo aire y finalmente se introdujo en la oficina.
—Oh, Franco. Bienvenido -lo recibió Victoria, la cual levanto la vista de su laptop al escuchar unos pasos entrar.
El asistente se quedó congelado ante la belleza de la joven que estaba frente a él; llevaba el cabello negro peinado en ondas como la mayoría del tiempo, pero que a su gusto enmarcaban de una manera dulce aquel angelical rostro. Usaba un vestido negro ceñido al cuerpo, de manga larga y a la altura de la rodilla. Su atuendo no era diferente a lo que siempre usaba, pero por alguna razón lucia tremendamente sexy.
La chica se levantó de su asiento, alzando una ceja ante el silencio de su asistente.
—Parece que no estás muy feliz de verme, ¿te hicieron falta más vacaciones? - señalo colocando las manos sobre sus caderas.
—No, no... por supuesto que no, Señorita Victoria -por alguna razón le gustó mucho pronunciar el nombre de la joven — estoy feliz de volver al trabajo, no me malinterprete -negó el pelinegro avergonzado. La chica soltó una carcajada.
—Estoy bromeando Franco -dijo recuperando la compostura —pero me alegro de que te la hayas pasado bien. Qué bueno que recargaras pilas para el trabajo -dijo dándose la vuelta hacia su escritorio. El asistente no pudo evitar pasar su mirada por cada centímetro del cuerpo de la chica. "¿Siempre se había visto así de sexy", pensó tragando saliva.
—Eh, ¿y hubo alguna novedad mientras no estaba aquí? - pregunto Franco mientras encendía su portátil. La verdad es que no le interesaba mucho saber sobre la empresa, lo que deseaba averiguar era que había pasado en la vida de Victoria.
—Mmm...- la chica musito pensativa —no mucho; los clientes de aquel banco suizo, por fin aceptaron una cita con ventas para una posible compra de Prometeo -comenzó a contar la joven —, también Clementine... ¿te acuerdas de la chica que estaba en IA?, ¿la de cabello rizado? -Franco asintió —, pues bueno, acaba de renunciar. Parece que tuvo un problema personal. Es una lástima ...- contaba su jefa, pero el pelinegro solo podía pensar en las tremendas ganas que tenia de abrazarla. No la había visto en casi dos semanas, moría por sentirla entre sus brazos de nuevo. Pero no sabía cómo encontrar la oportunidad de eso.
—Oh, y aproveche que dimos un descanso a nuestras relaciones sexuales para ir a un chequeo médico -aquello hizo que Franco saliera de sus pensamientos.
—¿Esta bien, señorita? - pregunto preocupado. Y sin saber cómo había llegado hasta ahí, se encontraba de pie junto a la pelinegra.
—Si, sí. No te preocupes -contesto la chica poniéndose de pie y palmeando el hombro de su asistente para restar importancia a aquello —es solo algo de rutina. Me hicieron varios exámenes y todo luce bien- le conto. Después paso sus brazos alrededor de su cuello y dejo su rostro a cercanos centímetros de los de él.
Franco sintió como su corazón latía muy fuerte, y sin poder resistirse tomo a la chica por la cintura para después terminar con la distancia que separaba a sus labios.
La joven lo recibió gustosa dejando que él explorara su cavidad. Franco olvido todo el autocontrol que había estado practicando antes de llegar, y estrecho a Victoria con fuerza contra él. El beso se intensifico y ambos comenzaron a jadear, las manos del moreno terminaron en el trasero de la joven mientras comenzaba a subirle el vestido.
—Ah.... parece que tú también extrañaste esto -dijo ella con la respiración agitada. Pero repentinamente dio un paso hacia atrás y se separó de su asistente, dejándolo confundido —lo... lo siento, pero ahora te toca a ti -le explico Victoria mientras se bajaba el vestido — debes ir también a tu chequeo médico. Se que eres muy profesional, y no tengo dudas de ti, pero debes ir con el doctor para que te examine, ya sabes, y que compruebe que estas sano para retomar tus labores sexuales- le conto la joven.
Franco no había tenido sexo con nadie en sus vacaciones, pero estaba de acuerdo en que era necesario para la tranquilidad de su jefa. Sin embargo, había algo que lo inquietaba.
—Comprendo -dijo pensativo —, eh... señorita, ¿sabrá cuánto tardará ese proceso? - pregunto. La verdad es que quería estar con ella lo más pronto posible.
—Oh sí. Yo fui un día, y al siguiente estaban listos los resultados -Franco suspiro aliviado. Solo debía resistir esa noche sin Victoria, después nada le impediría hacerla suya otra vez.




El mayordomo y la princesa de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora