—Oliver...yo...- la joven se encontraba totalmente sorprendida ante la repentina propuesta.
Sin embargo, Franco no fue capaz de permanecerse más tiempo ahí.
"Es obvio que aceptara", pensó. ¿Qué podría ofrecerle un simple empleado como él, que aquel hombre millonario no?
Con mucho dolor en su corazón salió de aquel lugar.
Estaba lleno de impotencia y frustración, parecía que su rival le había ganado."Victoria", pensó limpiándose lo que parecía una lagrima asomarse por su ojo.
No la quería perder, pero tampoco se sentía lo suficientemente bueno para estar con ella.
Había sido un idiota al auto engañarse pensando que solo bastaba con amarla como lo hacía, por supuesto que el mundo no funcionaba así... fue un iluso al pensar que podría hacerla su esposa tan solo con su sinceras intenciones.—¿Qué dices? - pregunto Oliver Klein aun de rodillas.
La chica negó meneo la cabeza y le tomo de las manos, ayudándolo a ponerse de pie.
—¿A que viene todo esto tan de repente? - pregunto indagando en lo que había detrás de aquel montaje.
—Veo que eres muy astuta...- asevero el alemán mientras se ponía de pie —la verdad es Victoria, que no te amo. Eso ya lo debes saber- la joven tuvo que aguantarse para no suspirar de alivio. Ya tenia suficiente con un hombre que le declaraba su amor incondicional —pero como te dije, tenemos mucho en común y estoy buscando una esposa. Además, no podrás negar que hay cierta química entre nosotros..."Eso no esta a discusión", pensó ella.
—Podríamos tener sexo, y convivir armoniosamente... claro, quitándole la parte del romance. ¿Qué tiene de malo un matrimonio donde nos respetemos y nos beneficiemos económicamente de esa alianza?, si quieres podrás tener amantes, no tengo problema. Lo que me interesa es la imagen que demos ante la prensa... y me imagino que a ti también. Seria un trato que beneficiaria para ambas partes, ¿Qué dices? - la joven se vio tentada por un momento ante la idea de una relación donde todos la dejaran de molestar, sin que tuviera que soportar los múltiples intentos por parte de su familia por emparejarla con alguien, o los intentos de coqueteo por parte de otros hombres. Además, definitivamente seria beneficioso para la empresa...todo sonaba bien, excepto una cosa: el sexo. Pensar en acostarse con Oliver le molestaba de alguna manera. La verdad es que el beso que tuvieron solo unos minutos atrás le hizo sentirse incomoda, claro no es que besara mal, al contrario, era un experto y en otras circunstancias habría sido placentero. Pero por alguna razón se sintió... ¿traidora? De la misma manera el imaginarse en la cama con ese hombre no le gustaba, pero ¿Por qué? Franco era la persona con la que había compartido sus noches desde hace ya mas de un año, y se sentía completamente cómoda y satisfecha con él. Pero pensar en que otra persona la tocara le hacia sentir que ... ¿lo estaba traicionando? Era ridículo... pero no podía negar la forma en que se sentía. ¿Seria por pasar tanto tiempo con una sola persona? Tal vez se estaba enganchando sexualmente como él...ah...demonios...
—¿Y bueno?, ¿ya pensaste en las ventajas de que nos unamos en matrimonio? - insistió el empresario alemán.
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El mayordomo y la princesa de hielo
Roman d'amourFranco había conseguido el trabajo de sus sueños: libertad, buenas prestaciones y un sueldo ridículamente alto. Todo le gustaba... incluida su hermosa jefa. Pero tenia prohibido enamorarse de ella. Incluso cuando su trabajo era satisfacerla fuera y...