25~Cicatrices

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El día lluvioso las gotas salpicando la ventanilla del auto y sus prendas negras.

El bosque que rodeaba la carretera. 

Su hermano miraba de la misma forma por la otra ventanilla. Detrás de su automóvil, venían mas.

El cementerio ese lugar pacifico, rodeado de verde naturaleza. Todo pasaba tan lento y a la vez doloroso.

La horrible sensación en el pecho.

<<¿Por que te fuiste tan pronto pequeña?>>

Los sollozos y llantos que no cesaban.

El pequeño cajón esperando a descender hacia el profundo pozo.

Alika con su pequeña niña llorando en brazos. Su madre abrazada a su padre. Sus hermanos mayores estaban allí con sus familias y un extraño hombre los observaba a lo lejos.

Trataba de llevar su mente a otro lado mientras el sacerdote hablaba. Definitivamente no quería estar allí.

Max a su lado cabizbajo pero que no se despegaba de su lado. Ambos estaban sufriendo. 

— Que en paz descanse Mitzred Hoffmann que Dios... —al escuchar aquellas palabras no pudo contener mas.

— ¡ah! —ese grito de lamento que salió de su garganta

Sus piernas se volvieron débiles y las manos de su hermano tratando de que no cayera.

No podía parar de llorar. Todos dejaban su rosas sobre el pequeño cajón.

No había querido tomar ninguna pastilla. 

Miro a su alrededor, la tumba de su pequeña estaba alejada, en el sector de los niños pero mas allá no había nada. Y mas lejos era solo bosque, con arboles gigantes y sus grandes copas.

La lluvia que caía desde el cielo, que parecía que también lloraba con ella.

Quería correr, escapar de allí, quería despertar de aquella maldita pesadilla.

Se sentía en el borde del abismo.

<<¿Qué era lo que le quedaba en este mundo?>>

Tomo fuerzas, se soltó del agarre de Max y empezó a correr. Las gotas de lluvia golpeando su rostro. Solo pastizal y el bosque, el tan siniestro bosque.

No miro hacia atrás, no importo dejar a Max solo, a su familia, no le importo. Solo quería huir.

A su alrededor todo era bosque, y lluvia. Corrió hasta que sus piernas dijeron basta. Huyo como aquella vez que tuvieron que escapar de aquel horrible lugar, corrió por su libertad.

Cayo de rodillas al suelo, el pasto mojado, su ropa estaba mojada.

Unos brazos la envolvieron.

— Maddie... —el solo la acurruco en su pecho.

— No quieras protegerme Max —dijo entre llantos.

— Los dos estamos juntos en esto... —su rostro empapado de lluvia— es una promesa...

Ambos miraron hacia atrás. Era bosque. Ellos en medio de ese bosque. Bajo la lluvia.

Llantos, dolor y sufrimiento.

Solo cicatrices en esos cuerpos y almas.

Solo cicatrices...


Continuará...

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