4~Frutos

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El lugar donde nos encontrábamos era viejo hasta la camilla en la que me encontraba era vieja. Pero si había algo que ambos sabíamos eran otros idiomas.

Una joven mujer entró en la habitación, y poseía una bata. Sin ninguna expresión en sus rostro se dirigió hacía mi. Max se encontraba en la camilla de al lado.

— Tiene entre unos quince y dieciséis años —un hombre asiático estaba con unos papeles en sus manos— sus dientes están en buen estado —decía la mujer en alemán— le tomaré una muestra de sangre.

Otras dos personas mas ingresaron al lugar y mi hermano se encontraba sentado sobre la otra camilla mirando lo que la mujer hacía.

Ninguna de esas personas se veían como gente de fiar los cuatros sujetos allí miraban seriamente. Me sentía observada y a la vez con vergüenza mi cuerpo estaba desnudo, mire a Max y el también estaba de la misma forma.

El no sentía ninguna vergüenza al parecer porque solo se concentraba en las personas a nuestro alrededor.

— Revisare al muchacho —sobre el hombro de la mujer miré hacía donde él se encontraba.

Max se hizo hacía atrás y frunció el ceño.

— Este joven tiene entre unos quince y dieciséis años posee de un buen estado físico —dijo el hombre que lo tomó del hombro y miraba cada parte de su torso.

— Poseen de facciones atractivas —un hombre asiático vestido de traje se acercó a Max tomándolo de la barbilla.

Luego dándose la vuelta se acercó a mi y posó su mirada en mis piernas, luego por mi pecho y repitió lo que hizo con Max.

— Darán buenos frutos estos dos —soltó mi mentón y deslizó su mano por mi cuello llegando a mi pecho.

Fruncí mi ceño sentía enojo e incomodidad al sentir como su mano bajaba más y más.

Hasta que Max se levantó de repente provocando que la camilla donde se encontraba se fuera hacía atrás.

— ¡Estos bestias parecen animales! —el señor se apartó mirando a él con desagrado— ¡quiero nuevas razas y atractivas que se reproduzcan cuanto antes!

Y el señor salió del lugar dando un fuerte portazo, acompañado de los demás sujetos. 

Tragué saliva mirando en dirección a Max y nuestras miradas se cruzaron, con esa conversación algo habíamos entendido mas lo poco que había visto entendía lo que hacían allí.

El mismo sujeto que nos había llevado apareció y nos redirigió de nuevo a nuestra celda.

<< ¿Reproducir cuanto antes? >>

Demasiadas conclusiones podía sacar pero de tan solo pensar sentía mas temor y preocupación. 

Me senté sobre el sucio piso y lleve mis piernas a mi pecho, quería llorar fuertemente por la impotencia que estaba sintiendo.

Quería golpear a Max por haberse ido de casa e involucrarse con esas personas. Estaba preocupada por nuestros padres que también habían sido engañados. Y el enojo conmigo misma por no haber hecho nada al respecto.

Y por ultimo el dolor y el recuerdo, me habían ultrajado sin mi consentimiento, drogada y el abusador era nada menos que mi mellizo.

— Maddie tranquilízate —Max se acercó hacía donde me encontraba llorando.

— ¡Apártate que estás desnudo! —dije mientras intentaba cubrirme los pechos.

— Mad por favor —notaba el cansancio en su voz.

Hasta que llegó una mujer de cabellos blancos que tenia una bandeja en sus manos acompañado de un sujeto.

— Tú tómate esto —dijo dirigiéndose a Max.

Ambos nos quedamos en silencio la mujer le entregó la pastilla y un vaso el tipo que estaba al lado de la mujer era el doble de tamaño.

— ¡Tómatelo! —gritó la mujer desesperada. 

Max frunció el ceño y se llevo la pastilla a la boca, los sujetos esperaron un momento y salieron de allí.

Al salir Max se tiro hacia un costado y comenzó a meterse la mano a la boca.

— ¡¿Oye qué haces?! —grité mientras intentaba que se quitara la mano de la boca.

El entre arcadas devolvió escupiendo así también la pastilla.

— Esa mierda me dieron antes que yo te hiciera eso —dijo señalando a la pastilla— no quiero volver a hacerte daño.

Me hice hacia atrás al escuchar lo que dijo el recuerdo provoco que los vellos del brazos se erizaran. El se levantó de su lugar y se recostó en aquel colchón que había en una esquina.

— Ven aquí —mis ojos se abrieron sorprendida— no pasará nada cuando éramos pequeños nos bañábamos juntos, ¿Recuerdas? —dijo mostrando una leve sonrisa.

— ¡Cuando éramos pequeños Max! —exclame enojada al ver su rostro.

— No sucederá nada Maddie... solo quiero que acabe este día de mierda —contesto el seriamente.

Coincidía en lo que estaba diciendo y no quería discutir con el, menos en ese momento.

Sin decir otra palabra me recosté a su lado y solo lo abracé sintiendo el calor de su pecho. Cerré mis ojos con fuerzas deseando que todo hubiera sido un mal sueño y que cuando los volviéramos a abrir estaríamos de vuelta en casa.


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