XIV~ Decisiones

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Los papeles estaban en sus manos, Gregory y Charlotte eran oficialmente sus hijos. Los análisis y pruebas habían dado positivo, ellos sin duda eran sus hijos. Sin embargo luego de largas horas de hablar llegaron a la conclusión que esos niños estarían mejor viviendo en manos de personas quienes los cuidaran.

Se encargaron de que ellos quedaran en buenas manos, se sentían tranquilos a pesar de todo y que lo que hacían era lo mejor.

Tras hablar con la policía no los culparon por utilizar las falsas identidades ya que gracias a ello pudieron atrapar a varios cómplices detrás de esa perversa red de trata.

En lo familiar sus padres preocupados por todo lo que había ocurrido, hablaron con los dos acordando alunas cuestiones con respecto al cariño, como decía su madre, que se tenían ambos.

No podrían casarse o por lo menos no en ese país donde vivían, si es que lo querrían o lo consideraban en algún momento. Pero decidieron que vivirían en su propio hogar.

La casa que habían encontrado era perfecta para los dos, bonita y cómoda.

Alguien llamo a la puerta y a la vez sonó la bocina.

— Buenos días señorita —saludo la mujer.

— Buenos días Margaret —sonrío y ella ingreso.

Margaret era una mujer grande quien los ayudaba con labores del hogar y también era una compañía para ambos. Ellos la conocían desde que eran niños

— Ponga seguro a la puerta nosotros volveremos pronto —dicho esto cerro la puerta y se subió al auto.

— ¿Te encuentras bien? —pregunto Max luego de depositar un beso sobre sus labios— estas pálida.

— Si tranquilo no sucede nada —el sonrió y encendió el auto.

Al avanzar con el auto vio un auto parado en la cuadra siguiente, los vidrios eran oscuros que no se podía ver lo que había adentro.

— ¿Sucede algo hermosa? —el extendió su mano posando sobre la de ella, solo negó.

El bosque y el cambio de estación era tan maravilloso. Pondría una vela por ese niño que murió bajo las manos de ese perverso.

El auto empezó a disminuir su velocidad.

— Mierda —murmuro Max.

— ¿Qué sucede? —se hizo a un costado de la carretera y se bajo del auto.

Ella lo imito y vio que el levanto el capot del auto.

— Cortaron los frenos mierda —se acerco y vio piezas separadas.

Pero su estomago se revolvió y vomito todo lo que había comido aquella mañana.

— ¡Maddie! —el le recogió el pelo y daba masajes.

(...)

— ¿Cómo te sientes ahora? —Max se sentó en la cama.

— Mejor debe haber sido algo que me cayo mal o no lo se —dijo sentándose.

— Maddie tu y yo nos conocemos mejor que nadie —el hablo y juntos sus manos.

— No —hablo rápidamente— no no es nada si sucediera algo te lo diría... —no quería mirarlo a los ojos.

— ¿Me lo prometes? —el con una de sus manos levantó su barbilla.

Los ojos de Max eran hermosos no podía prometerle algo así, no quería.

Ella tomo su rostro entre sus manos y deposito un beso en su nariz.

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