Two

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Abrió con cuidado la puerta del vehículo sumergiéndose en el silencio que abundaba las frías y solitarias calles de la ciudad, las cuales en algún momento de esas tres semanas de tortura estuvieron infestadas de personas, y las cuales ahora solo podían verse hojas de papel volando en el aire y la neblina cubriendo la zona. Sin vida.

Suspirando y con un envase pequeño de café en sus manos ingresó en el auto y suspiró apretando con algo de fuerza el volante luego de dejar su bebida caliente a su lado, dejando caer bruscamente su cabeza en medio de sus manos con los ojos cerrados y reteniendo las lágrimas que querían escapar después de lo que vió en su hogar.

Y hubiese seguido culpándose por la desaparición de su familia, de no haber sido por un filo que presionó contra su garganta al regresar su cabeza al asiento.
Respiró profundo, buscando con la mirada el espejo del auto que le permitiera ver quién era la persona desconocida que había ingresado a su vehículo he intentando no salir herido en el intento.

El filo dejó de presionar contra su cuello y una figura femenina pasó por su lado agachándose hasta tocar el techo, cayendo sentada en el asiento del copiloto con un bufido de aburrimiento y paseando sus ojos marrones caoba por las calles completamente vacías a través del vidrio que los dividía del exterior.
La observó con el señor fruncido antes de dar media vuelta para observar el asiento de atrás, notando la cerradura de la puerta destruída lo cual lo confundió más al no haberlo visto, viendo de paso a un pequeño niño de cabello rubio pálido dormir plácidamente en los asientos.

—Fué demasiado fácil encontrarte—habló por primera vez la pelinegra sin despegar la vista del frente, siendo el centro de atención de él—Debiste destruir el GPS de tu auto cuando te alejaste de tu casa.

—¿Y tú cómo sabes...?

—Yo veo y escucho, Barton—Krysten volteó su cabeza para observarlo, dándole una mejor vista de sus ojeras y de su rostro demacrado.

Clint volvió a suspirar viendo por el espejo retrovisor a Grayson removerse contra los asientos.
¿Cómo no había podido notar su ingreso en el auto?

—¿Es tú hijo?—preguntó bebiendo de su café, el cuál después de eso le fué arrebatado por la chica.

—Podría decirse, lo adopté—respondió tomando un sorbo del líquido del envase, murmurando algo para sus adentros antes de observar por la ventana el local cerrado—¿Qué haces en la ciudad?

—Supongo que ya conoces esa respuesta.

—Aún así quiero escucharla salir de tu boca.

—¿Qué buscas, Krysten?—el rubio castaño cortó la conversación cuestionándola, algo que la hizo soltar el aire por sus labios todavía teñidos de un rojo cereza intenso.

No era fácil. Eso ambos lo sabían perfectamente, pero aún así dolía en lo más profundo de su pecho. El simple hecho de quizás no volver a ver a aquellos que amaron gracias al chasquido de Thanos era algo difícil de olvidar, sobretodo para alguien como Krysten Vólkova y su pasado difícil de superar.

Giró para observar a su hijo comenzar a despertar, bostezando y estirándose en el asiento he intentando sentarse aún con sus ojos entrecerrados por el sueño.
Sonrió de medio lado al verlo con su cabello desordenado cubrir la mitad de su rostro, una sonrisa que Clint Barton pudo describir como cargada de amor y felicidad. Pero también llena de nostalgia y remordimiento.

La culpa la carcomía cada noche, y aunque sabía que todo eso no era su culpa; pudo haber hecho más durante la batalla que casi logró acabar con su vida.

La Sømbra (Natasha Romanoff) #marvelawardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora