Six

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Lo primero que sintió fue agua bajo sus pies cuando cayó de rodillas al suelo, sintiendo el líquido transparente hacer contacto con sus manos pero sin llegar a mojarlas, como si eso no existiera y fuese solo una ilusión.

Confundida, se levantó tambaleándose sobre sus pies, observando como a su alrededor de podían admirar el cielo de color naranja que se extendía por el peculiar lugar en donde ahora se encontraba, regresando su mirada a lo que podría ser el suelo donde podía observar su reflejo.
No podía recordar mucho, lo último que podía era verse a sí misma cayendo del risco y escuchar el grito desgarrador que Natasha causó, y sonido el cual no podía quitarse de su mente.

Si en verdad estaba muerta, ¿Qué era ese lugar y qué hacía allí?

Masajeó su sien intentando no perder el control de sus acciones, buscando con sus ojos marrones que todavía estaban empañados por las lágrimas alguna señal de vida o algo que le dijera el qué hacía en ese solitario lugar, dando vueltas sobre su propio eje y comenzando a respirar y soltar aire por la boca.

Volvió su mirada al ver una silueta a lo lejos, y por como se veía podría decirse que era una persona a lo lejos; su rostro a simple vista no se notaba y mientras iniciaba su caminata hacía el desconocido éste también caminaba hacia ella.

—¿Hola?—preguntó alzando la voz, intentando que el otro le respondiera de la misma manera—¿Quién eres?

No respondió, solo siguió caminando hasta casi estar cerca de la chica, la cuál a medida que avanzaba sobre sus pasos abría más los ojos por aquel desconocido. Desconocido demasiado conocido para ella.

Nuevamente sus lágrimas aparecieron sin avisar, y mordiéndose el labio inferior observó los ojos marrones del otro. Sus facciones eran de una persona fuerte y podían notarse algunas arrugas en sus ojos, aunque eso no evitó que lo reconociera con tan solo ver su sonrisa melancólica y llena de felicidad.

—¿Me extrañaste?

—¡Ryan!—sin pensarlo dos veces corrió a velocidad inhumana hacia los brazos abiertos del hombre, quién la recibió con un fuerte abrazo elevándola en el aire y dando vueltas con su rostro oculto en el hombro de la pelinegra, y esta lo hacía por igual derramando algunas lágrimas que manchaban la camisa oscura que llevaba.

Ryan Vólkova aspiró el aroma que su hermana desprendía, apretándola más hacia su pecho y cerrando fuertemente sus párpados.

Los hermanos Vólkova estaban reunidos.


(…)

—¿Por eso estás aquí? ¿Te sacrificaste?—preguntó Ryan una vez se calmaron y tomaron asiento en el suelo húmedo por el agua, y aquello anteriormente había desconcertado a la chica por el simple hecho de que no parecía empapar su ropa.

—Si...no has cambiado mucho, pareces un hombre entre sus cuarenta años—se burló enarcando una ceja, escuchando a su hermano mayor reírse.

—Así debería verme si aún estuviera con vida, hermanita.

—Sobre eso...—Krysten acomodó su cabello lejos de su rostro, teniendo los ojos del mayor observarla atentamente—...Lamento lo que hice, Ryan. Yo no...-

—Se que no querías hacerlo, Krys. Nuestro padre tuvo, tiene y tendrá la culpa de todo—asintió mordiéndose el labio inferior, gesto que no fue ignorado por el ojimarrón—Pero creo que eso no es lo único que te perturba, ¿Cierto?

—Aún sigues conociéndome tan bien—Ryan sonrió por el comentario sin mostrar sus dientes, esperando paciente a que su hermana menor encontrara las palabras para hablar.

La Sømbra (Natasha Romanoff) #marvelawardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora