La vida de Krysten se basó en golpes, cicatrices, sangre, torturas y lágrimas. Y todo eso la transformó en quien es ahora.
El proyecto Sømbra fue creado con el mismo propósito de la KGB al crear a la viuda negra; entrenar niñas desde temprana edad p...
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Esa noche la mente de la pelirroja se quedó activa ante todo ruido que se escuchara en el complejo.
Eso quería creer teniendo en cuenta que sus pensamientos rondaban en una persona en específico. Krysten Vólkova.
Esa chica, tan fría por fuera y posiblemente por dentro, ¿Había logrado desmantelar las paredes que dividían sus sentimientos con tan solo una de sus miradas serenas y vaciar? Esa chica, hermosamente peligrosa por fuera, pero una piedra indestructible he indescifrable por dentro, como ella lo era.
Por otro lado, la de cabellos negros pudo dormir con aquellos pensamientos sobre la pelirroja flameante con la cual seguramente tendrá que verse muy amenudo. Aunque teniendo todavía una de las mil pesadillas que la atormentaban. Su familia.
Una espía enamorada de una asesina justiciera, quién lo diría.
¿Pero quién dice que lo que siente es amor y no una simple atracción que se le pasará solamente en una noche de pasión? O bueno, eso es lo que la mente de Natasha Romanoff quiere pensar.
4:30am.
Krysten no esperó hasta esa dichosa hora para levantarse de su nueva cama y dirigirse al armario de su ahora habitación, tomando un conjunto deportivo y caminando tranquilamente por los vacíos y oscuros pasillos para llegar al gimnasio.
Para su sorpresa, la cual fue poca, Steve Rogers se encontraba de espaldas a ella golpeando fuertemente un sacó de boxeo como si su vida dependiera de eso. Su tensa espalda se marcaba con todo el sudor que se incrementaba en esa zona y sus músculos parecían querer un descanso lo antes posible.
Krysten, sin embargo, pasó de él y caminó tranquilamente hacia la de tiro, donde observó con cautela todos los diferentes tipos de armas que se encontraban sobre la mesa.
Cuchillos.
Esa era su palabra favorita, cuchillos. Cuchillos grandes, pequeños, de punta fina, de cocina, cualquier tipo de cuchillo era una mina de oro ante sus ojos.
Tomó uno que le llamó la atención desde el principio y jugó con el entre sus manos, mirando con detenimiento desde su pequeña arma hasta la diana que se encontraba a varios metros de ella.
El rubio detuvo sus golpes para poder observar a la chica, respirando agitada mente y teniendo curiosidad sobre los pensamientos que deben estar rondando por la cabeza de la nueva integrante.
—¿Problemas para dormir?—preguntó por fin, acercándose a la silla donde reposaban sus cosas, entre ellas una botella de agua.
—Yo debería preguntarte lo mismo, Rogers—respondió antes de lanzar el cuchillo, dándole justo en el blanco—¿Recuerdos de tu antigua vida?
—Si...–suspiró con la mirada baja, recordando la vez que estuvo con su amor Peggy Carter en los años cuarentena, y recordando la cita que nunca pudo tener junto a ella—¿Y tú? ¿Algo en particular?
