Baby Honey

Track 4: Lovely Lonely London

Lovely Lonely London es una de las canciones más melancólicas de Crossing Mirrors. Apareció en su segundo álbum, "Midnight Sessions", y aunque no tiene la madurez y la valentía compositiva del tercer álbum del grupo, destila una nostalgia y una indolencia macarra que suenan inmortales. La letra es poética y abstracta y encaja con una melodía etérea y casi espectral; el ritmo es tan grave que se siente en el pecho en lugar de oírlo.

Lovely Lonely London es un canto a la soledad de las grandes ciudades, al silencio de la madrugada y al espíritu inquieto de una juventud desencantada y perdida entre la multitud. Tenía todas las papeletas para convertirse en el himno de una generación, pero su localización en un álbum plagado de temas de corte más comercial y la falta de promoción radiofónica le robaron protagonismo. Aun así, se convirtió en un habitual en el setlist de sus conciertos, y fue absolutamente adorada por unos fans que no la olvidaron ni en el peor de los momentos; a día de hoy es, junto con Pretty Crazy, Baby Honey y This Good Life, una de las canciones más recordadas de la banda.

NIALL. —Louis apareció una mañana en un taxi lleno de maletas. Me preguntó si me importaba que durmiera en mi casa; ni siquiera se había buscado un apartamento. Le ayudé a buscar un ático en el centro y le convencí para que se pusiera la suficiente ropa como para que el casero se lo alquilase. No parecía tener ni idea de cómo funcionaba nada de eso; me dio un sobre lleno de dinero y me dijo que me ocupase, como si yo fuera su asistente personal.

No tenía ninguna malicia. Sencillamente no vivía en el mismo mundo que nosotros. Siempre había tenido mucho dinero, y pocos amigos. Así que le di el sobre al casero; era suficiente como para tres meses. Y luego lo dejé allí, rodeado de maletas. A juzgar por su cara, no tenía ni idea de qué hacer en aquel apartamento vacío.

HARRY. —A Louis le costó adaptarse, pero nunca dijo nada. Creo que se avergonzaba. Era la persona nueva y el resto de nosotros estábamos más en nuestro elemento, y supongo que no quería desentonar más de lo que ya se sentía. Y de todas formas, su orgullo nunca le habría permitido reconocerlo. Louis es la persona más obstinada que he conocido nunca.

LOUIS. —Productores y directores y ejecutivos con trajes, y condiciones, y horarios, y reuniones idiotas donde boqueas dos horas para absolutamente nada. Todo el día. Sin descanso.

Yo quería cantar. Había ido a eso. Miraba a mi alrededor y todos los demás estaban serios, atendiendo y asintiendo como muñecos. No se hablaba de nada; no decidíamos nada. Yo no sabía qué hacíamos allí.

LIAM. —Al principio tuvo una actitud difícil. Era el típico niño rico que se levantaba y se iba de una reunión porque "se aburría". 

ZAYN. —Yo estaba seguro de que Louis acabaría abandonando. Era dolorosamente obvio que estaba fuera de lugar en todas las reuniones con la dirección, y él y Frank no se llevaban bien, precisamente. Frank era bastante estricto con nosotros, por decirlo de forma amable, y él no había rendido cuentas a nadie en toda su vida.

En realidad, yo le entendía. Yo también me sentía inapropiado en aquellas reuniones; ni siquiera a día de hoy les veo demasiado sentido. Al fin y al cabo, no es que nos escuchasen demasiado ni nos preguntasen nuestra opinión.

Al final de una de las reuniones se levantó de la silla y yo supe que se iba. Se lo vi en la cara. Conseguí hablar con él a solas antes de que pudiera alcanzar a Frank y decirle lo que pensaba. Le dije que yo también odiaba todo ese ambiente, pero que era simplemente el precio que había que pagar para poder dedicarnos a aquello. Le dije que si yo podía hacerlo, él también. Y no sé por qué, pero me hizo caso.

LOUIS. —Yo quería volverme a Camden, la verdad. Ya no me parecía tan buen negocio. Había firmado medio millón de papeles, no había recibido ni un penique, y todavía no había visto un micrófono. Cuando me dijeron que íbamos a empezar con los ensayos al día siguiente, no me lo podía creer.