Track 6: Hotel Paradise

7.8K 1K 2.7K
                                    




Apostaría a que en los últimos veinte años no se ha hecho en Inglaterra ni una sola fiesta de verano en la que no haya sonado Hotel Paradise.

Aunque Crossing Mirrors evolucionó, desde unos orígenes mixtos entre el rock y el indie, hacia el rock, Hotel Paradise es la canción del género alternativo por excelencia. Suave, melancólica, de estructura fracturada y riff simple, parece compuesta para ser tocada con una guitarra prestada y sentado en un círculo en el suelo rodeado de amigos.

Sin embargo, ésa no es la razón por la que es tan especial; la razón es que es la única canción del repertorio del grupo compuesta enteramente por Louis Tomlinson.

Y la suya no es exactamente una mano invisible; vemos en su ritmo etéreo y su letra inefable un rastro del glam rock que triunfaba en la época, y en la melodía de las voces, la influencia de la escena de plastic blues que había visto nacer a Louis como artista en el Camden de los años 60.

La parte de Louis, consecuentemente, es cómoda para su rango vocal; simple, de medios a agudos y sin demasiadas tensiones. La de Styles, sin embargo, sufre varias subidas bruscas y deleita con alguna coloratura baja. La suya parece doblegada por una carga invisible, en algunas ocasiones flexible y en otras rasgada y quebrada casi en un susurro.

Hotel Paradise es sorprendentemente lenta en comparación con el resto de éxitos de la época, pero parece perfecta para su contenido. La letra habla, llanamente, del ir y venir entre hoteles, el viaje constante y el calmado caos onírico del viajero, en una clara—y romántica—alusión a la vida de tour que todas las bandas de éxito conocen de sobra.

Pero su verdadero mensaje, aunque sutil, no pasó desapercibido. Hotel Paradise habla de encontrar la felicidad en el lugar más insospechado, y de que no importa el "dónde" ni el "cuándo", sino el "con quién". El tema se acabó convirtiendo en poco menos que un himno del amor libre y del espíritu aventurero e inconformista de la década, que busca en el camino no sólo la experiencia del viaje, sino también el cariño del acompañante. La serenidad y la ternura que se adivinan en sus acordes no necesitan nombre ni apellidos; son las dirigidas a un compañero de vida sin rostro, que tiñe de melancolía el único himno de la paz de la banda.

Interpretaciones pacifistas, existencialistas y religiosos aparte, Hotel Paradise es, en esencia, una canción de amor.





FRANK HILL (representante). —Después del lanzamiento del segundo álbum, todo empezó a ir sobre ruedas. Empezamos a agotar entradas y a doblar fechas en los conciertos. Su caché subió, las ventas superaron nuestras expectativas. Y los americanos empezaban a interesarse por ellos; sabía que al menos un single del siguiente álbum acabaría en radios estadounidenses.

NIALL. —El álbum se vendió bien y Frank apareció un día con una furgoneta enorme. La abrió y dijo que íbamos a empezar nuestra primera gira. Incluso le pagó a un artista para que pintara nuestro nombre en la furgoneta. La discográfica estaba negociando con locales de todo el país.

LIAM. —Hicimos un tour muy pequeño por Inglaterra y un par de ciudades de Irlanda. Nos pagaron algo mejor y nos prometieron que si las cosas iban bien, grabaríamos otro álbum en otoño.

Lo primero que hice fue comprarme un coche decente. Me gasté mi parte entera del adelanto, pero el mío me había dejado tirado demasiadas veces. Me compré uno nuevo con mi propio dinero, y me sentí un verdadero adulto. Me sentí en control de mi vida.

ZAYN. —Con el dinero del tour ayudé a pagar la casa de mis padres. No hay nada que se pueda acercar a esa sensación. Me sentí alguien; me sentí... en la cima del mundo.

Baby HoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora