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—Emi, tienes que tomarte la medicina, mi niña.

—No la trates bien, madre. Esta niña me va a volver loca. —me quejo mordiendo mi manzana.— Me duele la cabeza.

—¿Qué pasó?

—Ayer en su último día de escuela comió como si jamás en la vida volverá a tener la oportunidad de comer. —la señalo.— Se metió demasiado helado y ahora tiene una infección en la garganta y mal de estómago.

Mamá niega, deja la jeringa a un lado y toca la frente de Emily.

Ahora mismo debería estar en una reunión de trabajo y no sentada junto a su cama, sin haber dormido absolutamente nada y con unas ojeras del demonio.

Que me maten.

El doctor acaba de darme un cupo para dentro de una hora, ya llamé a Ruggero y dice que viene en camino y mi madre tiene que irse ya o perderá su vuelo hacia sus merecidas vacaciones.

Bostezo abriendo mis redes sociales.

Hace días no me comunico ni nada por el estilo, pero hay personas que aún no superan la noticia.

Es que, bueno. Ruggero y yo siendo padres de una niña no es algo que ellos esperaban.

Y saber de la noticia siete años después en los que no hubo contacto con nosotros, debe ser explosivo.

Pobres almas inocentes.

—Me voy ya. —musita dejando un beso en la frente de mi hija.— Suerte en Italia, me cuentas cómo te fue.

—Con lo enferma que está, ni ganas tengo de ir, mamá. —señalo a Emi.— Pero, bueno. Te llamo.

Asiente, beso su mejilla y la veo salir. De inmediato me acuesto junto a Emily.

La cama no es muy grande pero es suficiente para que al menos tres personas entren en ella. O bueno, dos.

Ella suspira, yo solo cierro los ojos e intento no quedarme dormida. Pero es imposible.

Necesito dormir.

—Hola...

—Ruggero. —suspiro moviéndome para mirarlo.— Llegaste.

—¿Qué pasa?

—Está enferma, acabo de bajarle la fiebre pero necesito que el doctor la vea y tú vas a llevarla.

Asiente, se acerca a Emily y deja un beso en su frente. Mi niña se remueve.

Bostezo.

—No he dormido nada, realmente necesito descansar. Cumple con tu función de padre y llévala al doctor, por favor. —él asiente.— Gracias.

—¿Pero a dónde debo ir?

Sin abrir los ojos le paso la tarjeta del doctor. Ahí tiene teléfono, dirección y todo.

Y lo único que recuerdo antes de quedarme completamente dormida es haberle dicho que tiene cita dentro de una hora y que las llaves están abajo.

Me permito descansar por lo menos unas horas pero es suficiente para mí, y cuando Emily y Ruggero vuelven, yo ya me encuentro en mi cama, con las mantas cubriendo mi cuerpo y una película reproduciéndose sin que yo esté viéndola

—Mami, ya llegué. Estamos aquí. —susurra mi pequeña. Asiento.— ¿Te sientes bien?

—Sí, mi amor. Solo estoy un poquito cansada.

—¿Y por qué estás cansada?

—Yo no le preguntaría eso, pequeña. —Ruggero despeina su cabello.— Anda, ve a acostarte, tienes que descansar.

Little Woman's WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora