18

0 0 0
                                    

Marco se tocó el bolsillo de la chaqueta.

-Todo firmado y sellado, hijo -contestó el padre-. ¿Se lo has dicho a Aria?

- ¿Decirme qué? -preguntó ella, mirando de uno a otro-. ¿Qué ocurre?

-Estupendo, no se lo has contado. Quería estar presenté cuando le dijeras-exclamó Anne, sentándose en el borde de la cama-. ¡Vamos, díselo!

Aria estaba punto de explotar cuando Eliot la miró para decir:

-Lo primero es lo primero. Me han dicho que me dan el alta el lunes.

-Estupendo! Así podrás dejar de meterte con las enfermeras.

-Por lo menos en casa podré trabajar aunque no pueda volver aún a la oficina -dijo sonriendo.

- ¿Te vuelves a Boston? -preguntó ella con voz temblorosa.

-En cuanto pueda -Eliot asintió y sonrió cuando vio que ella se mordía los labios nerviosa -¿Cuánto tiempo tardarás en hacer las maletas?.

El corazón de Aria parecía estar en una montaña rusa, un minuto arriba, abajo el minuto siguiente.

- ¿Hacer las maletas? ¿Voy a ir contigo?

-Bueno, no pensarías que iba a dejarte aquí, ¿no? Tú vas donde yo vaya. Nos vamos la próxima semana.

Su cabeza estaba dando vueltas. ¿Esperaba él que ella lo dejara todo en una semana?

-Pero, ¿mi trabajo, mis cosas?

-Tengo que admitir que no había pensado en eso. ¿Crees que tendrás muchos problemas para dejar el trabajo?

Aria se estaba tocando inconscientemente la frente.

-Sí, pero creo que puedo arreglarlo en una semana -pensó en voz alta.

-Estupendo. Para tus cosas podemos enviar un camión de mudanzas.

Aria se sintió un poco sobrepasada.

-Has pensado en todo.-dijo fríamente.

La expresión de Eliot cambió cuando notó el tono frío de su voz..

-Excepto que quizá no quieras venir...No pareces muy feliz.

-Claro que quiero ir -contestó Aria incómoda.

Lo amaba y por lo tanto quería estar con él, pero no había imaginado que tendría que tomar una decisión tan rápida. Lo cual había sido una estupidez porque era lógico que Eliot quisiera irse a casa lo más pronto posible.

Era sólo que ahora tenía que enfrentarse con lo que no le había contado. Sin darse cuenta de los pensamientos de Aria, Eliot siguió hablando.

-Estupendo, porque hay una cosa más.

- ¿Otra cosa? -a Aria no se le ocurría nada más.

-Sí, querida -dijo Anne-. Marco y yo tuvimos que retrasar nuestro viaje a Hawai, donde vamos cada aniversario, cuando nos enteramos del accidente. Como ya es tarde, hemos decidido que no pasa nada si lo dejamos para la semana que viene.

-Y eso nos permite casarnos antes de que se vayan -aclaró Eliot y con una sonrisa dejándola sin aliento.

¿Casarse? ¿ Eliot quería casarse con ella? Claro que quería, pero en su mente aquel asunto estaba muy lejos. Se había imaginado que antes de casarse vivirían juntos durante algún tiempo. Vagamente también había tenido la idea de que, cuando estuviera segura de que la quería a ella y sólo a ella, le contaría finalmente lo de Andy. Pero había pensado que pasarían meses, no días. Ahora no le quedaba más que una semana. Su mirada iba de sus padres a Eliot y estaba perdida.

-Pues entonces tendré que comprarme un vestido a toda prisa, ¿no? -dijo con una risa entrecortada.

Por dentro sin embargo, no estaba riéndose. Se había acabado el tiempo. Que Dios la ayudara, tendría que contarle la verdad y esperaba que lo que sentía por ella fuera suficientemente fuerte como para amortiguar el golpe.

el prometido de mi hermana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora