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- ¿Estamos hablando de la habitación para la que te pasaste un mes entero buscando el exacto tono de verde?

-Culpable, de acuerdo. Lo hice, pero ahora ya no me gusta -dijo poniéndose colorada.

- ¿Y de qué color la quieres pintar ahora? -dijo Eliot pacientemente, lanzando un suspiro.

-Azul o rosa.

- ¿Azul o rosa? Me parece que deberías tomar una decisión antes de llamar al decorador o tendré que llevar un juicio por asesinato -dijo él con sarcasmo.

Aria se encogió de hombros expresivamente.

-Pero es que no lo puedo decidir porque aún no sé lo que va a ser -dijo tranquilamente.

- ¿No sabes lo que va a ser? -contestó él un poco impaciente.

-No, no sé qué va a ser, cariño. No sé si va a ser un niño o una niña.

Aquella vez él entendió y a su cara de sorpresa siguió una expresión de felicidad.

- ¿Quieres decir que vamos a tener un niño?

La sonrisa de Aria le dijo todo lo que quería saber.

-Ven aquí, cariño -ordenó él.

Aria se levantó, rodeó la mesa y se encontró sentada en sus rodillas.

- ¡Bruja! ¿Por qué no me lo has dicho directamente?

Tan cerca, podía ver la sombra de una lágrima en los ojos de Eliot, lo que hizo que las suyas afloraran también.

-No sabía si te iba a gustar o no. Nunca habíamos hablado de los niños.

- ¿Cómo no me iba a gustar? ¡Dios, un niño! ¿Estás segura?

-Me lo han confirmado hoy.

Su mirada era tierna y amorosa.

-Por eso últimamente te quedabas en la cama más tiempo. ¡No me digas que has tenido náuseas por las mañanas y no me he enterado!

Aria sabía que nunca se lo perdonaría a sí mismo si ella hubiera estado enferma y él no hubiera sido capaz de verlo.

-No. No estaba enferma. Sólo tenía náuseas de vez en cuando -dijo tomando su cara entre las manos-. Y lo del decorador era una broma. Si no te importa, lo haré yo misma.

Aria apoyó la cabeza en su hombro, sobrecogida de felicidad. Eliot sonrió, apretándola fuertemente contra él.

-No tengo ni idea, pero será divertido comprobarlo. Y ahora, señora hutch, ¿le apetece hacer el amor conmigo lenta y largamente?

Ella gimió suavemente, besándolo en el cuello...

-No sé. ¿Eres bueno en eso?

-Si estás embarazada, será porque algo he hecho bien. Vamos a comprobarlo.

Y levantándose con ella en brazos, subió las escaleras hasta el dormitorio.

el prometido de mi hermana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora