Capítulo 4

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A las tres de la madrugada, un chico de cabello negro luchaba contra el insomnio que le provocaba el desamor. Por meses lo había intentado todo, alcohol, sexo con desconocidas y no tan desconocidas. Después de decirle a su amada lo que sentía, las cosas cayeron en picada. Ella lo rechazo de la mejor manera posible, eso en lugar de ayudarlo, lo llevó en una peligrosa espiral. Pudo haber sido como la mayoría, una mujer que buscaba diversión, fiestas, popularidad, su dinero o la contraparte una mujer enamorada que lo despreciara después de haberla dejado, pero no.

Ella era Hermione Granger, una mujer tan poética como su nombre, la mejor estudiante del departamento de historia, con cariño por cada fibra de su ser. La bondad personifica y si tenía algún defecto Harry no lo veía, no porque la amara, sino que a lo largo de su vida solo había conocido personas interesadas en lo que él pudiera darles, incluso Ron Weasley su mejor amigo, el estúpido suertudo novio de Hermione entraba en esa categoría, lo supo unos días después de regalarle un auto, solo lo quería para poder presumir.

Estaban en el coche y Ron le pidió a su novia que abriera la guantera para pasarle sus gafas de sol. La luz del atardecer era más fuerte que otros días, y estaba conduciendo con los ojos entrecerrados. Hermione iba de copiloto y Harry en la parte trasera con un pasable estado de ebriedad que no lo dejaba conducir. La joven apartó un mechón de cabello que caía rebelde por su cara, y abrió la guantera con una sonrisa. Sonrisa que desapareció en el momento en que vio, al lado de la funda de las gafas de sol, condones.

—¿Qué hace esto aquí? —le preguntó al piloto, y el joven miró fugazmente dirigiendo sus ojos azules a su novia, para volver a posarlos sobre la carretera.

—Los compré el otro día, Hermione.

—Ya hemos hablado de eso, Ron. Todavía... no estoy preparada —su tono era molesto.

Harry se sentía incomodo con la interacción de Ron y su novia. En ese momento Hermione no era la mujer que desgarraba su alma, era simplemente la desaliñada novia de su mejor amigo. La cabeza le punzaba con cada decibel aumentado, no entendía porque Ron estaba con ella, era demasiado común, demasiado mandona, creía que siempre tenía la razón.

—¿Me vas a pasar las gafas o no?

Ella se las tiró, y abrió el paquete de condones, contándolos. Faltaba un par. Lo miró, inquisidora.

—¿Por qué faltan condones?

Ron sonrió de medio lado. Acababa de aparcar el coche. Harry estaba a punto de gritarles que se callaran, la cabeza le iba a explotar con tanto ruido.

—Vamos a dejar a Harry en su apartamento —dijo Ron ignorando a Hermione.

—Ron Weasley, ¿por qué faltan condones?

Ron apretó los puños. ¿No confiaba en él?

—Me acosté con una chica. ¿Contenta? Como tú no piensas en tener sexo, yo...—vio cómo abría la puerta del coche, tomaba su mochila y empezaba a irse —Hermione, ¿qué rayos estás haciendo?

—Que te aproveche —nunca le había hablado así.

Ni siquiera pensaba que entraban dentro de su distinguido vocabulario, pero ahí estaba, acababa de mandarlo a la mierda. Llamó a un taxi, y Ron empezó a darse cuenta de lo que había hecho. Corrió hacia ella.

—¡Hermione!, era una broma.

—¿Una broma? —el calor estaba subiendo a sus mejillas con rabia, y las ganas de llorar aumentaban —. Pues... ¿Sabes qué? Que me da igual. Me dan completamente igual tus bromas.

—Hermione...

—No te vale que te esté aguantando todas las noches el que me digas que lo hagamos, aun cuando sabes que yo necesito tiempo. Y ahora dices, tan tranquilo, que te has gastado unos condones porque yo no te daba lo suficiente. Y luego, que es una broma —unas lágrimas se escaparon de sus mejillas. —Estoy harta de tus bromas, estoy harta de que siempre te tomes todo a modo de juego, estoy harta de que no tomes en cuenta mis sentimientos, que me presiones...

Die For You (HERMIONE y HARRY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora