Capítulo 22

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La sorpresa había sido agradable para Hermione, pero aún no terminaba. Harry se acercó por detrás, rápido y silencioso, Hermione podía sentirlo irradiando.

—Espero, te haya gustado.

Hermione asintió lentamente con la cabeza y se volvió para responder. Harry estaba inquietantemente cerca, y la diferencia de alturas hizo que tuviera que levantar sus ojos para no quedarse mirando directamente a su esternón.

—Me ha gustado.

En la cara de Harry apareció aquella gran sonrisa que hacía detener el corazón de Hermione.

—Me alegro —dijo Harry.

Era difícil liberarse de la atracción ejercida por sus ojos. Para romper su hechizo, Hermione se agachó.

—¿Puedo invitarte a un lugar especial antes de regresar a Oxford?

—¿Dónde?

—Vamos a mi casa —informó Harry con toda naturalidad.

Hermione no sabía que también en Londres Harry tenía una casa.

—¿No crees que es muy tarde?

—Tal vez un poco, pero podemos cenar y después dormir. Mañana regresamos a Oxford, lo prometo.

Hermione acepto, pasaría la noche con Harry, ya hacia eso, lo único que cambiaba era el lugar. Volvieron al automóvil y se encaminaron en la carretera. Las luces parecían parpadear al ritmo de la música en estéreo de Harry. La experiencia era tan surreal, tenía un nuevo tatuaje y el ánimo en las nubes.

Se detuvieron en la entrada, que daba acceso a los jardines delanteros. Hermione miró la piedra angular en el arco sobre la puerta.

—Harry —dijo Hermione impresionada —¿Ésta es tu casa?

—La construyó alguno de mis tatarabuelos —respondió Harry mirándola fijamente —. El rey Enrique cedió la tierra con la condición de que demolieran la abadía que se levantaba en este lugar. El rey estaba de un humor horrible ese año. Quedó algún ángel aquí y allá. Aparte de eso, el resto de la construcción es nueva.

Era una construcción serena y silenciosa, igual que Harry Potter. Y, sobre todo, era sólida y auténtica como él.

—Es hermosa —dijo Hermione sencillamente.

—Es demasiado grande para vivir en ella ahora —respondió Harry como si un recuerdo viniera a su mente —. Cada vez que abro una ventana, parece que soy el único en kilómetros a la redonda.

—¿Vives en esta casa? —preguntó Hermione cuando cruzaron el espacio abierto pavimentado con adoquines y ladrillos hacia la puerta.

—Parte del tiempo. Vivo en Oxford durante la semana, pero vengo aquí los fines de semana. Es más tranquilo.

La fachada de la casa tenía algunos detalles y adornos, además de elaboradas chimeneas y los complicados dibujos en los muros de ladrillo. Harry accionó un interruptor de la luz cerca de la puerta, y la sala principal de la casa del guardia quedó bañada por un brillo dorado. Tenía un práctico enlosado de piedra y una enorme chimenea también de piedra.

Hermione se ajustó la chaqueta. El tiempo estaba relativamente cálido en Oxford, pero en Londres hacía más frío y el aire de la noche no ayudaba.

—¿Tienes frío? —preguntó Harry, dirigiéndose a la parte de aquel espacio que había sido convertida en una cocina elegante y moderna. Estaba dominada por un gran frigorífico y no por la cocina.

—Un poco.

—Enciende el fuego, entonces —sugirió Harry.

Ya estaba preparado y Hermione lo encendió con unas cerillas largas que saqué de una jarra de peltre.

Die For You (HERMIONE y HARRY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora