Capítulo 39

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El 31 de octubre, la neblina cubría la mayor parte de la ciudad durante la mañana. Seguramente sería una noche de brujas como tantas otras, tenebrosa, alucinante.

—Buenos días, hermosa —dijo Harry desde el sillón cuando Hermione doblo en la esquina.

—Buenos días para ti también —sonrió Hermione —¿Qué haces levantado tan temprano? —preguntó, mirando el reloj.

—Siempre me despierto temprano el 31 de octubre, no puedo dormir bien. Es una maldición.

Hermione supuso que tenía que ver con la fecha, pero no se atrevió a hablar de ello.

—Pensaba dejarte dormir un poco más, por eso trate de no mover la cama.

—No puedo perder la clase, ya casi estamos a finales de semestre, por eso no puedo darme el lujo de cinco minutos más.

Fueron a la cocina. Harry parecía cansado, con los ojos hinchados y rojos, vestido solo con un par de calzoncillos. Se frotó los ojos y sacó una caja de cereales de la alacena. Hermione removió avena en su cuenco.

Harry la miró con complicidad y cuando termino su cereal salió de la cocina para tomar un baño, mientras Hermione terminaba de desayunar.

12 horas después, Hermione miró su disfraz con un poco de desconfianza, era mucho más revelador de esperado, pero ya lo había pagado y no podía regresarlo. A esa hora no había tiempo de cambios, siempre fue tan precavida en revisar y controlar sus cosas, pero sus últimos días estaban tan cargados que no pudo ni siquiera revisar que fuera la talla correcta o siquiera el disfraz escogido. Harry y ella decidieron disfrazarse de una versión moderna de Romeo y Julieta. Un estilo copiado de la película de Leonardo DiCaprio y Claire Danes. Ella un ángel y él un caballero.

El vestido era hermoso, no podía negarlo. De un color blanco con destellos dorados y plateados, pero demasiado corto para su gusto y las mangas eran tiras del tamaño de un fideo. Estaba a punto de decirle a Harry que no iría a la fiesta hasta que vio las alas y decidió que no se vería tan mal el conjunto.

Cuando salió de la ducha, vio su reflejo completo en el espejo. Sus manos recorrieron su pecho y el tatuaje en pleno esplendor, no se inmutó esta vez, finalmente se había acostumbrado al roce contra sus dedos. Sonrió.

Después de hacer algo con su cabello, que básicamente era dejarlo suelto, pero usando un pequeño clip para evitar que se le cayera en la cara, pasó un cepillo como ultimo toque. Continuó con el maquillaje, labial, mascara de pestañas, un poco de rubor, usando exceso de brillos en los hombros, cuello y brazos.

¡No pienso ponerme eso! No puedes ir así vestida a la fiesta, protestó en voz baja. Pero una voz interior resonó. Tienes que cambiarte, Hermione.

Corriendo por la habitación se puso el vestido blanco, sin espalda, talle apretado y tan alto que Hermione lo habría lanzado lejos, pero no esta vez, después se calzó con un par de zapatos de tacón. Cuando se puso los aretes y dio un último vistazo en el espejo de su habitación, sintió que todo encajaba.

—¡Vamos cariño! —gritó Harry desde la sala de estar, quien estaba sentado. —¡Date prisa, este traje me esta matando! —apresuró a Hermione.

—¡Voy! —gritó Hermione.

Hermione salió y se dirigió a la sala para encontrarse con Harry, con un vestido corto reluciente y unos zapatos de tacón a juego. Cuando dobló en la esquina del pasillo y bajo las escaleras, Harry estaba de pie junto a la puerta. Se quedó boquiabierto. El brillo en su mirada, mientras bajaba al vestíbulo.

Die For You (HERMIONE y HARRY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora