Conociendo al seductor

5.7K 217 3
                                    

Seis meses antes.....

A Damián lo conocí en la subasta de una reconocida joyería, en Mar del Plata, Argentina.

Había asistido allí, con el único objetivo de llevarme una gargantilla de plata incrustada con diamantes, hermosísima, que había visto en el cuello de una amiga.

"Ve al remate, -me había dicho- seguramente encontrarás una allí, si tienes suerte claro, porque son exclusivas"

Y la había encontrado. 

Tenia que ser mía. Sea como sea.

Pero allí estaba él, dispuesto a competir por ella.

No dejó de mirarme desde que me senté a un par de metros de su asiento.

Al parecer, se dio cuenta de mi interés por la joya, pues apenas fue sacada a remate, no dejó de subir los montos de dinero, dejando a varios interesados en el camino.

Esperé a que quedara solo él.

- ¡¡1 millón a las 2!!! Gritó el martillero.

3 millones! Dije con una calma amenazadora.

Todos se dieron vuelta mirarme.

Él, solo sonrió.

3 millones a las....!!

- 5. Dijo mirándome fijo.

Y se la llevó. Delante de mis ojos ardientes de rabia. Me ganó. Aunque, siendo sincera, jamás podría haber puesto esa cantidad.

A unas cuadras del hotel donde se hizo la subasta, un auto negro se me cruzó por delante.

- ¿Muy enojada por la derrota? Me dijo bajando la ventanilla, el hombre que se había llevado mi joya.

- ¿Enojada?¿Por qué? Al fin y al cabo me salvó de pagar tanto por una joya que no lo vale.

-¿La quería? Pues a mi no me gusta tanto...

-¿Es broma? ¡Pagó millones por ella!

-No vale más que la invitación que le tengo.. ¿ Me acompaña con un café?

- No salgo con extraños.

Y me alejé, sin decir más, y continué mi camino.

Al día siguiente, la señora Marie, la dueña de la hostal donde alojo, me entregó unas flores.

-¿ Y eso? Le pregunté extrañada.

- Si no sabes tú, como saberlo yo.. Dijo riendo. No sé, chilena. En la tarjeta dice tu nombre.

"Espero que acepte mi regalo, y la invitación a comer esta noche. Tómalo como una manera de hacer las pases por el impasse de ayer"  

Damián.

¿Acaso era un adivino ese hombre? Rosas blancas, mis favoritas.

¿Esta noche dijo? ¿Cómo supo que me quedo aquí? ¿ Me siguió?

-Se creía el dueño del juego, sin jugar. Pero le voy a enseñar que jugar con fuego no se puede, sin quemarse- Pensaba mientras fingía una risa malévola.

Y me puse bonita. Vestido corto color azul.  Ajustado. Espalda el descubierto. Labios rojos intensos. Tacones. Perfume chanel. 

El reloj dio las nueve, y el timbre sonó.

-¡ISA! Hay un joven que pregunta por ti abajo.

Rato después, supe quien era ese hombre misterioso.

Damián Ferzarri. 24 años. Italiano, pero viviendo en argentina desde los seis años. Hombre de negocios. Considerado uno de los 100 hombres más ricos de toda Latinoamérica.

¡Google es un maestrooooo! Pensé.

¿Cómo averigüé de él? Fácil. En cuánto llegaron las flores a mi casa, partí al hotel donde se hizo la subasta. Conversé animadamente con el portero, y en menos de dos minutos, ya tenía su nombre, un par de datos, y su número de teléfono en mis manos.

En cuanto me vio, se quedó boquiabierto.

-Hermosa seria poco, Isabella.

¡TAMBIÉN SABIA MI NOMBRE! 

Muy listo.

Y salimos a cenar. No podía negar lo interesante y guapo que era. Ese aire misterioso que tenia, y la intensidad de su mirada, que parecía fuese a quemarme, me confundía.

- Le agradezco la invitación señor, Ferzarri.. Abrió los ojos, extrañado. Aunque no sorprendido. Pero yo no salgo con extraños. Mi estilo es más bien... no ser amiga de quien roba lo que quieres. ¿Me entiende?

Sonrió. Tomó la copa de vino y comenzó a mover el líquido en su interior hasta tomársela por completo.

Suspiró largamente.

- Señorita Picero, puede tutearme si gusta, no soy tan monstruoso como piensa. Me gustan mucho las abogadas. Siempre perspicaces y astutas.  ¿Sabes que siempre salgo con abogadas? Son maestras en la cama. Imposible que usted no lo sea.

Acto seguido, la copa de vino encima.

-¿Si soy buena en la cama? Difícil que lo descubra.. pero puede preguntárselo a mi novio, que no creo que dude de mi experiencia. Siga saliendo con abogadas, que bien poca suerte deben tener de llevarse a la cama a arrogantes como tú.

Tomé mis cosas, y agregué:

-Suerte, pero conmigo no juega.

Y lo dejé en el restaurante. Sentado, con el mesero limpiándole la chaqueta y unas chicas mirándolo con cara de: "Que se cree esa perra de hacerle algo a un hombre como él, si yo fuese ella..."

Al día siguiente, otro regalo.

"Arrogante, le envía a abogada digna, su gargantilla de plata"

Y así fue como entró en mi vida el seductor, atrevido y arrogante Damián Ferzarri. El peor, pero más irresistible error, de toda mi vida. 


Irresistiblemente ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora