Remolino de Sentimientos

3.2K 197 1
                                        

Había pasado mucho tiempo. Escuchar su voz, otra vez, hizo que me estremeciera de pies a cabeza. Mis oídos habían olvidado como sonaba. Mi cuerpo, ya no recordaba sus manos, y en el fondo, mi corazón, había querido arrancarlo demasiadas veces, como para recordarlo.

Cuando me casé con Franco, creí haber dejado atrás ese huracán que significaba Damián para mi. Pero ese remolino de sentimientos que me provocó, es difícil compararlo con lo que siento ahora por mi marido. Sigo convencida que amar, no es lo mismo que desear, pero ¡Que difícil es separarlas!

El deseo se agota, el amor también. Solo que yo me negaba a dejar de amar a Franco, y el deseo por Damián se había acabado. Porque ya nada era igual. Tenia la estabilidad que quería, ya no era una mujer insegura y dudosa de sus sentimientos como la que estuvo en su cama pidiendo a grititos ahogados que le hicieran el amor. 

Intento acercarse, pero me alejé. Quiso tomar mi mano, pero me obligué a no dejarlo. 

- Isabella, yo...

Quise huir, como una cobarde. Quise no mirarlo, pero apenas intenté correr, divisé varios autos negros rodeando la calle. Me tenia atrapada.

-Que bajo ha caído tu confianza, Damián. ¿Ahora te dedicas a poner matones para encerrar mujeres?

- Sabia que no querrías hablar conmigo y quise asegurarme de que no escaparas.

- Ya no quiero saber de ti, Damián. Si hubiese querido estar contigo, ya te habría buscado... Le dije a secas, enardecida de rabia.

- Te ahorré el trabajo, y lo hice por ti. No he podido olvidarte, abogada.

Sentí que se me paraba el corazón. Allí estaba, el imponente empresario millonario, que me hizo caer en sus redes a jugarretas. Al que no le importaban los demás, y me ponía por encima de todo. El valiente, el obstinado, el perseverante. Ahí estaba, rogándome amor, y reconociendo lo que sentía.  

-Aún podemos volver a empezar. Me dijo tomando mi cara entre sus manos.

- Es tarde.

 Le saqué las manos de mi rostro bruscamente.

- Ya no sigo casado con Lía.

- Bien por ti... Esbocé una sonrisa cínica.

-No lo amas.

-¿A ti si? Reí

-Si lo hubieses querido tanto, no te hubieras acostado conmigo.

Lo miré a los ojos. No había cambiado. Seguía siendo el mismo hombre que pensaba que podía tener a la mujer que quisiese a sus pies. 

- Ya pasó lo nuestro. Busca a otra para pasar el rato. 

- Sabes que te quiero para más que eso.

-Yo no quiero ser amante de nadie.

-Huyamos.

Mientras intentaba escapar, Damián hacia intentos para sostenerme del brazo.

- No seas infantil. Déjame ir.

-Tu ganas Isabella.  No te obligaré a nada que no quieras. Pero te juro, que volveremos a estar juntos.





Irresistiblemente ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora