Causa y efecto

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Mi madre siempre decía "Toda causa tiene su efecto" y nunca me había hecho tanto sentido esta frase, como hasta ahora.

Esa noche, dejé de buscar notas, pero no pude dormir. La idea de que Franco no fuese el hombre que creía, que ocultara secretos, o la sola idea de que mi vida junto a él, fuese una mentira, me paralizaba de miedo.

Había preferido no contarle a nadie lo de las nota, no al menos hasta saber con certeza a que me enfrentaba. 

Franco se fue dos semanas a un congreso en Madrid. Esa ocasión no la había a desaprovechar.

Di vuelta su armario, su ropa, el estante de su oficina, todo. Buscando algo que pudiera darme luces de que tenia que ver Franco con esas nota. 

Al principio, mi búsqueda fue en vano. Me sentía tonta. Loca. Buscando cosas que quizás no existían, o incluso, que era mejor que no aparecieran. Enterarme de algo malo, podía ser el fin de mi matrimonio, de mi familia. Mil ideas rodeaban mi cabeza, pero no dejé que estas fueran más fuertes que mi curiosidad. 

De pronto, casi por sorpresa, después de varios de días de estar buscando, encontré ese álbum.

Ese maldito y aterrador álbum.

A veces, es mejor no desenterrar recuerdos del pasado, pensé después. Quizá nunca debí haberme dejado llevar por la curiosidad. 

Quizá, nunca, debí confiar. 

Era un álbum de fotos, antiguo, casi como un diario de vida. Las fotos estaban ordenadas por fecha, y al lado de cada una, había una descripción a mano.
Habían más de mil fotografías. En las anotaciones se señalaban direcciones, calles, nombres, lugares. "Hoy, se sentó en el café Brooklyn a eso de las seis. Llevaba un libro de Gabriel García Márquez... Al parecer, es su escritor favorito, porque siempre que la veo en ese lugar, está leyendo uno de sus libros" decía una de las descripciones. Nada de eso sonaría extraño, si la de la foto,

no fuera yo.  

Si la mujer de la que hablaban las descripciones, hubiese sido solo una ficción, seria casi un idilio romántico. Pero, nada de lo que allí salía, era parte de una novela. 

Era mi historia.

Eran mis días. Eran mis momentos, narrados por él que hasta entonces creía, la mejor coincidencia de la vida, pero estaba claro, que no nos habíamos conocido de casualidad. Que no tenia los mismos gustos que yo, ni que sabía lo que estaba haciendo solo por una romántica sincronía mental. Él, lo sabía, porque me observaba hace años.

Siempre creí que no era casualidad que apareciera en todos los lugares que frecuentaba, aunque jamás me había puesto a pensar que podría haberme visto, antes de esa fiesta, en la que yo creía, nos habíamos cruzado por primera vez. 

"Llevaba el cabello suelto, unas botas negras, y un largo abrigo rojo(...) Llevo meses observándola sin poder acercarme, anhelo tenerla entre mis brazos, y decirle que la amo, desde el primer día que la vi en el centro comercial"

Hasta ese punto, quizá, lo que había hecho Franco podría parecer la ilusión de un enamorado, pero a medida que pasaba las páginas, se volvía más aterrador.

"Creo que tiene un novio. Al menos, un admirador. Aunque debe tener muchos, si su belleza es imposible compararla con algo de esta vida.." y después, añadía: "Esta noche saldrán, se le ve entusiasmada, la he seguido desde su casa a la universidad, y se le ve más radiante que otros días.... Aún así, esa felicidad debería ser conmigo."

Esa noche, no pude salir con el que decía era "Mi admirador"  porque se accidentó en el coche en el que viajaba hasta mi casa. Chocó con un árbol, según se supo después, porque le habían lanzado una piedra desde una pasarela. Lucas -Así se llamaba- murió a la semana después.

Ahora, que leía la descripción, dudaba que fuese un accidente. Había estado años, cargando con esa culpa. "Quizá no debí decirle que saliéramos hoy" le decía en medio de llantos y maldiciones a mi madre cada año que se cumplía un nuevo aniversario. 

Tampoco creí que fuera accidente, todas las malas -si podría llamarles así-citas que tuve o intenté tener. Siempre, desaparecían, por más interesados que estuviesen, o aunque las cosas fueran bien.  Tampoco creí, que los detalles para conquistarme -las rosas blancas que eran mis favoritas, o los bombones que adoraba. fueran simple casualidad. 

Ya no creía nada de mi historia con él. Era imposible pensar que nuestra historia fue de esas de cuentos unidas por el destino, o el hilo rojo del que hablan las leyendas. Era aún más imposible creer, que el enamorarme de su simpleza, de lo mucho que nos parecíamos, de su fanatismo por Aerosmith o de lo mucho que decía admirar las novelas de García Márquez  fue algo sincero, porque no era así. Manipuló todo en mi, para que creyera que era el hombre que buscaba, y el que necesitaba a mi lado. Manipuló mi vida, condicionó mi destino, que quizá, habría sido muy diferente. 

Y como bien decía mi madre, toda causa siempre tiene su efecto, solo que yo, no pretendía ser el efecto de una vida de engaños. Algo, tenía que hacer, para que por "Casualidad del destino" mi vida y la de él, tomaran caminos diferentes. 

Aunque talvez, el destino ya se había escrito para mi de esa manera.



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