Vuelta al pasado

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Y pasó el tiempo. Sin que me diera cuenta, sin que pudiera detenerlo. Así, sin más. Fue como si de un respiro, la vida pasara frente a mi.

- ¿Abogada, va querer el expediente de Errázuriz? Me dijo Martín, la mañana del Lunes, antes del juicio. 

-Si, déjalos sobre el escritorio. Antes de la audiencia les doy una ojeada.

Salí con prisa del despacho. Estaba muy nerviosa por la audiencia. Era un juicio de homicidio, uno de los más importantes del último tiempo. Sin duda, mi participación en la defensa del acusado seria de gran relevancia para mi carrera. 

A la entrada del despacho, la secretaria me detuvo.

- Señora Isabella, le dejaron esto. Y me entregó un sobre. Dos entradas al teatro para hoy en la noche.

- Gracias, Delia. Sonreí. Adoraba esa obra. 

Quién diría que en cuatro años, mi vida cambiaría tanto. Me había casado con Franco hace dos años. Llevábamos un matrimonio feliz, tranquilo, con muchos planes. El tiempo para vernos, a veces se hacia escaso, pero nos arreglamos para que eso no debilitara nuestra relación.

No teníamos hijos, pero si muchos viajes, aventuras y logros juntos. Nos iba bien en nuestros trabajos, teníamos la casa que siempre soñé, y él era un marido cariñoso, atento, casi perfecto.

La audiencia fue un éxito. Ganamos el juicio, logrando bajar la condena del imputado a 8 años, lo que era mucho mejor que 15.  La condena generó gran expectación entre la gente. Era un caso que causaba mucho revuelo. Los medios de comunicación esperaban una conferencia de prensa, y mi nombre empezaba a sonar fuerte entre los curiosos. 

Enfrentar los micrófonos no era para mi una cosa sencilla. Los flash, y las preguntas capciosas de los periodistas era una cosa que me generaba mucho temor, y a la vez, adrenalina. 

De pronto, en medio de las preguntas y el bullicio de los periodistas, uno se levantó.

- ¿Se puede compatibilizar un matrimonio con un trabajo tan exigente?

La pregunta me descolocó. Intenté ver al periodista en medio de la multitud, pero no logré divisarlo.

- No responderé preguntas personales. Limítese a preguntar específicamente sobre el caso. Dije, evidentemente molesta. 

- Decía porque no parece casada.. Las casadas no sonríen tanto. Dijo riendo

- Las felices si. Sonreí. No hay más preguntas.

Y salí de la habitación. A la salida, tomé un periódico de la entrada. 

Lo leí, horas después, cuando iba camino al teatro.

"Empresario argentino, planea negocios con empresa nacional" Incrédula, busqué la noticia en su interior.

 Damián Ferzarri, uno de los hombres más ricos de Latinoamérica se confiesa: "Me quedaré a vivir en Chile durante un tiempo" y añade "Volví por una mujer"

El periodista volvió a mi cabeza. Las entradas. Los titulares. 

Era él. Estaba de vuelta. 

Detuve el taxi en que venia, y me bajé cuadras antes del teatro. 

Caminé un buen rato, confundida. Él y yo no podíamos encontrarnos de nuevo.

Fue entonces, cuando una voz tras de mí, susurró:

- Tanto tiempo, Isabella.

Si los huracanes, los remolinos, o las tormentas tuvieran nombres, alguna se llamaría como él.

El huracán Damián volvía a mi vida.

Solo que esta vez....

 No lo dejaría entrar.



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