Empezar de cero

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-Es por esto, y por lo que arrojó el informe pericial, que mi defendido no es culpable de lo que se le acusa(....)
El tribunal deliberaría en media hora. En base a mi argumento y las pruebas presentadas, se definiría la situación de mi cliente.
Pero vino el mareo otra vez.
-¿Abogada, se siente bien? Me dijo la jueza.
-Si, magistrada. El bebé de nuevo.
Me miró con dulzura.
-Tomaremos un receso. El tribunal reanuda sesión en veinte minutos.
Me sentía horrible. Ya no me resultaba tan sencillo los tacones de 10 cm y la barriga de cuatro meses.
Dándose por archivado el caso, arribaría a México. Aún no le decía a Franco lo del embarazo. Ni siquiera en los skype se había dado cuenta, pero ya quedaba poco.
Camino a casa, me llamó Alma.

-Amiga, llegó otro anónimo.

Era un sobre amarillo, más grande que los anteriores.

Tenía fotos de Damián y yo, y una nota.

-" la aventura de ustedes. En este momento, estas fotos deben ir rumbo a México. Felicidades por el bebé"

Me volví loca. Llamé a Franco millones de veces, y en todas las llamadas me salía el buzón de voz.

No fue hasta el día siguiente, que logré comunicarme con él.

-Perdona amor, anoche me dormí temprano. He tenido mucho trabajo. ¿Pasó algo?
- Nada amor, solo me preocupe. Respondí a punto de estallar de los nervios. No dejaba de pasearme de un lado a otro. ¿Nada nuevo?
-No amor, nada. ¿Qué tal el caso? ¿Sabes cuando te vendrás?

No se había enterado de nada, pero podía ser cuestión de tiempo. El caso se resolvería en unas dos semanas, y aun me quedaban cosas por resolver antes de mi partida. Como averiguar de donde venían esos anónimos. 

Le pedí a Damián que nos viéramos. Esa noche, lo cité en un restaurante. Le pedí que fuera discreto, y que no quería sorpresas. También le pedí que no viniera por mi.

Se sorprendió de ver lo avanzado del embarazo.

- Te ves aun más hermosa de mamá.

- Quiero que hablemos. Como adultos. Sin trampas, sin secuestros, sin amenazas.

Tragó saliva. 

- Me parece justo, abogada.

- Lo nuestro en Argentina, fue una aventura... Empecé con calma, inspirando todo el aire que me llegaba a los pulmones. 

Tomó una copa.

Me escuchaba atento. Sin dejar de mirarme. No intervenía, no asentía, tampoco negaba. Solo me escuchaba.

-Las cosas ya no son como antes. Hace rato dejaron de serlo. Estoy casada. Eso cambia las cosas. Voy a tener un hijo, y no quiero arrastrar nada del pasado a mi nueva vida. Y agregué: Tu deberías hacer lo mismo. Eres un hombre inteligente, exitoso. Puedes tenerlo todo, cuando quieras. ¿Por qué te desgastas en algo que no tiene futuro?

Tenia un nudo enorme en la garganta, pero nunca había sido tan sincera como ahora.

Con nadie.

Tardó en responderme. 

- Tú no fuiste solo una aventura para mi. Yo, me enamoré de ti. Nunca, te lo juro, me había sentido así. Y añadió: Sé que me he portado como un idiota. Como te prometí tantas veces que no lo haría. Esta vez, te prometo, que entenderé la decisión que tomes, y no te insistiré más.

Pidió la cuenta. A ambos, se nos había quitado el apetito. Cuando me iba, me preguntó: 

- ¿Estás segura de lo que estás haciendo?

Segurísima.

- ¿Enserio para ti, no significó nada lo nuestro? ¿Realmente quieres a tu esposo? ¿Y si no fuera lo que crees?

- Estoy segura de él y de lo que tenemos. Él me quiere, y yo lo engañé. Tendría que ser él quien desconfiara, no yo.  Lo nuestro terminó siendo una pesadilla. Espero que seas feliz Damián, de verdad.

- No te puedo asegurar eso. Como tu tampoco me aseguras que amas a tu marido. 

Y me fui del restaurante. Sin mirar atrás, más libre, más honesta, y sin una maleta de engaños cargando en mi espalda. Con esto, realmente, esperaba volver a comenzar mi vida.

El caso se cerró antes de lo que esperaba, y a la semana siguiente, me fui a México, a empezar desde cero.

Irresistiblemente ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora