Despedida

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Había venido por unos seminarios de mi carrera que ya estaba por terminar (en un año podría licenciarme de abogada) y terminé encamandome con un millonario.

-Esta si que fue una aventura- pensé. Pero mañana terminaría.

Arreglaba las maletas con una sensación amarga.  No me había despedido de Damián, ni le había alcanzado a decir lo que planeaba.

Sentía que no podía dejar las cosas así.

Esa tarde lo hablé con Alma, mi mejor amiga, por teléfono. 

-Tienes que cerrar ese capitulo. Si vas a volver a Chile, que sea sin deudas. El juego se acabó amiga.

Y eso hice. Esa tarde lo llamé, y le pedí que nos viéramos.  Mañana mi vuelo salía a mediodía, y quería terminar esto cuanto antes. Nos juntamos a cenar a las 9.  

Le pedí a la señora Marie que justificara mi falta con Franco, diciéndole que había salido a cenar con unos compañeros del seminario que me harían una despedida.

Jamás conocí a nadie en el seminario.

Llegué al restaurante en taxi. No quise que pasara por mi. No quería problemas con mi novio.

En la cena no fui capaz de despedirme, tampoco lo hice en el hotel, ni cuando me acariciaba, ni mucho menos cuando me quitaba el vestido.

Espere que amaneciera dejando que me hiciera el amor por última vez. No una, sino las veces que quisiera. A la luz de las velas, estamos envueltos en un éxtasis sin retorno, perdidos en los brazos del otro, compenetrados, como si estuviéramos haciendo las cosas bien.

No volvería a sentir ese calor, esa locura, esa intensidad.. con nadie más. De eso, estaba segura.

Apenas salió un destello de sol, me senté al costado de la cama. Desnuda, encendí un cigarrillo.

- Quisiera amanecer toda mi vida contigo..

Quise decirle que yo también. Que me hubiese gustado que las cosas fueran diferentes, que esta noche se repitiera siempre.... pero no tuve el valor.

-Sé que estás casado. 

Palideció. Hace unos días, antes de que Franco llegara, Alma me escribió un mail para contarme la noticia.

"Amiga, acabo de leer una noticia de tu galán. No está libre como dijo, tiene esposa"  Señalaba en el mensaje, el cual se acompañaba de una foto de la pareja.

La noticia decía: La joven y bella esposa del magnate italiano, Damián Ferzarri, acompañó a su marido al lanzamiento del nuevo hotel " Diamonds" ubicado en una de las avenidas más famosas de New York. Lía Andrade, de 23 años, no se separó ni un solo instante de su marido, y según aseguró al portal, anhela ser madre pronto. 

- Tú me dijiste que tenias novio. De cualquier forma, engañábamos a alguien...Dijo sin inmutarse.

No podía reclamar. Yo también le mentía a Franco como él lo hacía con su esposa. Me acosté con él, sabiendo que estaba casado, y mi cobardía era tan grande, que pretendía usar ese pretexto para dejarlo. 

Nada de esto era justo.

Mientras lo miraba, intentaba convencerme de que no la quería. De que terminaría con ella, y que por mi era capaz de todo... Pero realmente empezar de cero una vida con él, no me parecía una opción. No era lo suficientemente valiente ni descarada. 

-Esto se acabó Damián, y no tiene vuelta. 

- Isabella...

No contesté.

Vi como sus ojos se llenaban de lágrimas, que intentaba disimular dándome la espalda.

Me vestí, me rocíe en perfume, si, ese que tanto adoraba y lo volvía loco, y me pinté los labios de ese rojo intenso que le encantaba.

Tomé mi abrigo, y cuando me aproximaba a la puerta, le oí decir:

- Si sales por esa puerta, no iré a buscarte nunca más....

- Quizás eso es lo quiero Damián.

Y me fui, con un nudo en la garganta, a pleno amanecer, y con una lluvia torrencial sobre mi, que parecía que fuera a inundar la ciudad.

Y no lo volví a ver, ni tampoco a engañar a mi novio, nunca más.

Horas después, me encontraba sentada en la avión, con el que antes del viaje creía, 

El amor de mi vida.

Irresistiblemente ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora