Irresistiblemente en sus brazos

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Las primeras semanas en Chile no fueron sencillas. Volví a presentarme al trabajo, y me enteré que Franco, había presentado -según me dijeron, en representación mía- una carta de renuncia. El buffet se sentía muy decepcionado de la que creían, mi decisión. Hablé con mi jefa, y no parecía muy convencida.

- Blanca, tienes que créeme. Me conoces hace tanto tiempo.. Tenía muchos casos pendientes, y sabes que no soy de esas personas que dejan las cosas a medias. ¿Alguna vez fue ineficiente mi desempeño? ¿Te di motivos para estar descontenta con mi trabajo? Necesito volver al buffet, necesito recuperar mi vida...

-No, nunca, y lo sabes. Siempre estuve muy contenta y satisfecha con tu trabajo. Por algo te dejé al mando. Sé lo excelente abogada que eres, por eso me pareció rara tu renuncia.. Pero tu marido parecía muy convencido de tu decisión, y así me lo hizo saber. Déjame reevaluar tu caso, te llamo apenas tenga noticias.

Había dedicado muchos años, a ese despacho. La noticia, de "Reevaluar" mi incorporación, me pareció frustrante. Quizá no me llamarían nunca.

Dejé todas las pruebas que tenía de Franco en manos de la policía. Me dijeron, que estarían monitoreando los vuelos que vinieran desde México, y que darían aviso a todos los aeropuertos a nivel nacional para que fuera detenido apenas hiciera ingreso al país.

Decidí no regresar a la casa de mis padres, ni a la de Alma, pues eran los primeros lugares donde Franco me buscaría. No cambié mi número de teléfono, porque la policía dijo que seria bueno que se contactara conmigo, para poder localizar su paradero. Pero Damián, seguía pensando que Franco podía tener intervenido el celular. Así que me dio un celular nuevo y me prestó uno de sus departamentos en Santiago. Lo rodeo de alarmas, cámaras, y puso dos guardaespaldas día y noche. También le habilitó una pieza a mi hija con todo lo que necesitaba, y me hizo un estudio para que pudiera trabajar desde casa, y sin perderla de vista.

Se había portado increíble con nosotras. Con las semanas, parecía no dispuesto a dejar de sorprenderme. Un día, me preparó una cena. Por fin, sentía que podía conversar con él, sin sentir el pesar de una aventura, o de que engañaba a Franco. Por fin, tenía una conversación sin mentiras, donde bebíamos y reíamos sinceramente, donde nada parecía planeado, ni menos, tenía que fingir.

Esa noche, nos quedamos conversando hasta el amanecer. Me contó de como se había divorciado de Lía, de lo arreglado que había sido su matrimonio, y de lo feliz que era sin el peso de una argolla. Que había dejado de ir a bares, y que se había cansado de tanta aventura sin expectativas. Que quería enamorarse, y que si se enamoraba de verdad, pensaría volver a casarse, y que le gustaría que esta vez, fuese para siempre. "Aún creo en el amor para toda la vida" me dijo riendo. " Suena cliché, lo sé. Pero me he vuelto un romántico"

Entonces, ocurrió.

Bailábamos, como si no hubiera un mañana. Como si solo existiéramos los 2. Todo a nuestro alrededor parecía desaparecer, con cada canción, en cada giro, con cada mirada. Ambos, borrachos de alcohol y desengaño. Ambos desilusionados, del amor, de creer, de decir la verdad. De enamorarse y de confiar.
Nos dejamos llevar en ese baile, por las melodías que se volvían una en nuestros cuerpos, por nuestros deseos de sentir que necesitábamos al otro, por esas ganas de retomar lo prohibido. Sentí, en sus caricias, que podía volver a amar. Sentí, en sus besos, que podía alguien quererme sin mentiras, y que yo, podía querer sin miedos.

Mientras le besaba el cuello, sentí esa atracción que creía olvidada en el fondo de mi, de nuevo, y que aparecía sin culpas, dispuesta a quedarse. Me sentí querida, amada, protegida, por ese hombre que siempre había sido para mi,

IRRESISTIBLEMENTE PROHIBIDO.

Irresistiblemente ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora