4: Quizá sea hora de rendirme Patricia, esto es inútil

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Todo ese pensar en el camino solo hizo que su mente quedara en las nubes y su cuerpo siguiera caminando hasta Ecomoda.

Armando estaba ansioso de que llegue la noche, quería decirle que la amaba y que a pesar de que dicen que el tiempo lo cura todo y hace olvidar. Pero él no olvidó nada. Es solo un elefante necio.

Llegaron al piso y Betty se puso a buscar con su mirada a Armando mientras se iba a acomodar con Sofía a seguir ayudandola. Armando había estado contando los minutos hasta que ella llegara.
Y no era el único. Otra desesperada era Marcela Valencia que aún de su exuberante pérdida de dignidad seguía con esperanzas.

<Que va a ocurrir, ¿será que la Beatriz esa dejará a Armando en paz? ¡Pero como lo va a dejar en paz si esta loca por él! ¿Por qué ahora se tuvieron que reunir los dos?>
Rondaba por la cabeza de Marcela. Sin parar. Estaba desesperada. Pero a la vez extraña, no sabía si sus pensamientos eran correctos, pero ellos estaban fomentados por Margarita que a su vez la alentaba a no rendirse.

Pasaron las horas. Cada uno en sus oficinas y puestos pensando y atormentandose. Hasta que uno decidió algo.

Caminó derecha llevando unas carpetas hasta la oficina. Tocó y entró.
-Hola Armando lamento irrumpir pero vengo a dejarte esto de los puntos de venta.

-Hola Marcela, gracias ya me pongo al día con eso.

-Armando. Sé que además de hacer negocios en Buenos Aires debiste haber seguido con tu vida

-A que te refieres con "seguido con mi vida"

-Tu sabes ver a otras mujeres, olvidar... la

-Pues eso, sin ofender Marcela, ya no te incumbe

-Pues no. Pero me importa. Se que aún no la olvidas, y tienes que aceptarlo, Armando. No te va a perdonar jamás. Yo siempre he estado y estaré para ti. No me iré resentida para olvidarte. Quizá hasta ella ya está hasta con otro

-Ya basta Marcela!, si quieres intentarlo nuevamente vas a fallar porque yo no quiero dañarte ni dañarme. Estamos bien así

-No no estamos bien. Armando. Yo estoy por ti, siempre..-Betty se acercó a la oficina para preguntarle a que horas iban a salir y sin querer escuchó el último párrafo - y jamás te dejaría

Betty se alejó suavemente y se fue al baño. Tenia un miedo por que Marcela estuviera atacando y arremetiendo. Ella no quería volver a pelear indescisamente por Armando.

Cuando Marcela dijo su última frase se acercó a Armando suavemente pero este se paró de su asiento.

-Marcela no más, debo terminar de ponerme al día para la junta de mañana

-En donde va a estar ella

-Debe estar Marcela

Salió de la oficina sin victoria. Era difícil poder seducirlo ahora. En su cabeza solo estaba "Beatriz, beatriz beatriz"

Las del Cuartel comenzaron a irse porque Aura María propuso quedarse con Betty mientras hablaban. Antes de eso habían discutido salir a algún lado, pero Betty dijo que tenía planes, así que Aura María se propuso quedarse con ella.

-Y me va a decir cual es el secreto.

-Nada Aura María usted vaya que yo ya me voy

-Ah ah *niega* yo no la voy a dejar aquí solitica no señora al menos con esta arpía caza dinero *señala a Patricia que luego mueve su cabello* ella de seguro anda esperando a que salga doña Marcela, como doña Marcela y todos los ejecutivos andan arreglando material para la junta y como ella no tiene ni para el bus.

-Oiga mijita, usted cállese que yo cuando salgan los ejecutivos yo salgo, porque yo tengo un rango importante aquí, no soy solo una simple secretariucha

-Secretariucha es lo que es Patricia Tontandez -Dijo Armando saliendo - y ya puede irse, usted no va a asistir a la junta de mañana no se afane.

Se dirigió a Betty con mucha seguridad. Betty estaba atónita. Ella estaba acostumbrada a mantener todo lo que tenga que ver con Armando en secreto. Así que por eso no le dijo a las del Cuartel que se vería con Armando. Pero esto la tomó por sorpresa.

-Betty ¿vamos? O tiene su carro

-No no mi carro lo vendí tuve que arrendar y todo allá en Cartagena entonces..

-Entiendo. Vamos en mi carro entonces.

Aura María moría por contárselo a todas las del Cuartel. Pero no podía. Betty era su gran amiga fraterna. No lo haría. Jamás.

Patricia en ese momento corrió hacia la oficina de Marcela apenas se cerraron las puertas del ascensor.
-Marce! El medio garfio y Armando se fueron!

-Que?! Con razón andaba tan renuente.. se iban a ver.. estoy perdiendo Patricia

-Que?! Y tu te vas a rendir así nada más. Sin luchar ni nada. Por Dios Marcela Valencia. Mirate. Eres una diosa y mira a ese Moscorrofio

-Quizá sea hora de rendirme Patricia, esto es inútil

-No. Tu tienes más contactos. Margarita. Tienes que decirle que aconseje a Armando. Que le haga entender que tu eres mejor.

-No lo sé

-Marce. No te rindas tu puedes. No te dejes ganar!!


Armando y Betty iban serios. Intentando no delatar su nerviosismo. El de tocarse sin querer y recordar todo lo vivido. Esos recuerdos que el tiempo solo les dio más fuerza.
Armando fue a abrirle la puerta a Betty para que entrara y al mismo tiempo Betty también la intentó abrir haciendo que ambos tocaran la mano del otro, automáticamente haciéndoles recordar cada maravilloso, peligroso y emocionante momento vivido.

Armando como siempre tan impetuoso no pudo contenerse más.
Además de todo lo que ansiaba de ella en esos largos meses. Una vez recordó haberse emborrachado en su apartamento y alucinado hablar con Betty. Y no solo hablar sino besar y hasta incluso hacer el amor. A la mañana siguiente él había recobrado su consciencia con una horrible resaca y encima de un montón de sabanas, edredones y almohadas.
El solía limpiar su desastre, le daba vergüenza mostrar una impecable imagen hacia los negocios en Buenos Aires y una deprimente y mediocre imagen en su apartamento.

●Escena súper detallada●
No pudo más y tomó su cara entre sus manos y la besó. Betty aceptó ese beso respondiendo de la misma manera. Armando seguía aumentando la intensidad hasta que metió su lengua en ella. Betty se sorprendió y entre abrió sus ojos pero luego los volvió a cerrar dejando experimentar a su lengua también. Armando iba subiendo la intensidad, apartando sus manos del rostro de Betty hacia la puerta del carro, aprisionandola, y acercándose mucho más.
Betty se agarraba de su espalda pero al sentirse aprisionada hacia la puerta del carro quiso seguir. Así que comenzó a acariciar su espalda. Armando añoraba esas caricias, haciendo que enloqueciera poco a poco. Saco sus manos de la puerta y comenzó a acariciar su cintura con subidas y bajadas que bajaban más a cada vuelta. Betty no lo pensó más y se dejó llevar separándose un poco de los labios de Armando para desatar su corbata. Armando al sentir el gesto de aprobación siguió y metió sus manos en la blusa de Betty y subiendo llegó a su busto aún con su brasier puesto.
●●
De repente se escuchó una voz a lo lejos
-¿Doctor Armando tiene su carro encendido?¿Va a salir?

Era Wilson. Afortunadamente estaba en el portón del garaje y le era imposible ver esa escena.

Armando se despegó para decir
-Si Wilson ya salimos abra la puerta

Rápidamente se acomodaron su ropa entre pequeñas sonrisas entraron al auto y se dirigieron al restaurante.


No he podido Olvidarte_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora