16: Sería un buen cuñado

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Armando tenía un parque de listo en mente. El "Parque de los Novios".
Conducía mientras Betty miraba por la ventana, él sabía que había sido celoso, pero también después de meditarlo, conoció que lo que a Betty le enojaba era su desconfianza.

Pero si tan solo ella entendiera que no desconfiaba de ella, sino odiaba a esos hombres babosos que osaban posar sus ojos en ella.

Solo quería golpearlos hasta que sus ojos no puedan ver la luz otra vez.

Llegaron y ambos pasearon mudos por el parque.

- ¿Puedo darle un beso?

Armando dijo mientras mantenía la mirada lejos de ella, Betty alzó su mirada. Se acercó y le besó la mejilla. Y prosiguió su caminata.

Caminaron cerca de un puesto que ofrecía unas lanchas a pedal, Armando se acercó y pidió un viaje.

Las lanchas ofrecían dos asientos, uno de ellos un pedal. Armando tomo el asiento del pedal mientras Betty se ponía su chaleco salvavidas.

- ¿Qué hace doctor? - Betty preguntó intrigada al zafar su vista del pequeño lago cuando sintió que la lancha se detuvo.

- ¿No cree que estoy cansado Betty? - Armando buscó la mirada de Betty mientras estiraba sus piernas - Betty la siento distante, sé que fui un animal celoso, y que debo cambiar, yo, jamás había experimentado celos, es algo nuevo para mi, pero yo no quiero que eso nos distante, ya no quiero que nada nos distante, no más...

Betty dirigió su mirada a él. Emanaba sinceridad, no solamente sus palabras sino todo su lenguaje corporal era honesto. Y si, ella no era muy buena para conocer cuando alguien le mentía, pero ella ahora sentía sinceridad. Se miraron, la mirada de Armando rogaba que ella lo perdonara completamente y la mirada de Betty lo analizaba. De repente Armando se levanto y se sentó en la pequeña cajuela detrás del bote, donde se situaban dos bancas largas, tal vez era para hacer picnics en bote. 

- ¿Nos vamos a quedar aquí? - Pregunto Betty al ver que Armando se veía renuente a seguir pedaleando - Doctor yo no se nadar.

- Por eso estamos en un bote Beatriz, porque no vamos a nadar - Dijo Armando subiendo su pierna para cruzarla y mirar a Betty.

Su sarcasmo a veces le encantaba, pero ahora solo le molestaba.

Betty se acercó y se sentó al lado de él.

- Betty yo hago lo necesario para poder ganarme su confianza de nuevo, pero- Sus palabras se frenaron cuando una lancha paso rápidamente al lado de ellos haciendo que Betty perdiera su equilibrio y cayera al agua.

Ni siquiera sabían que se podía llevar lanchas a motor en ese lago.

Los hombres de la lancha siguieron su paso girando por el camino al otro lago, para no meterse en discusiones, y dejaron que el caballero salve a la dama.

Armando no lo pensó dos veces y se lanzó, Betty estaba totalmente alterada, movía sus brazos y piernas bruscamente haciendo que Armando, al salvarla, tenga que esquivar sus golpes.

No había pedaleado mucho, por lo cual estaban cerca de la orilla. Armando le calmaba, con su voz ajetreada, intentado que se deje de mover, para poder llevarla más cómodamente.

Tocaron el pasto y tomaron aire. Betty estaba mucho más cansada, pues ella había movido demasiado sus piernas y brazos, además que ocasionalmente tomaba sus buenos tragos de agua.

- Vamos a mi apartamento Betty - Armando recordó que Doña Julia le mencionó algo de dos conjuntos de ropa - Su mama le puso mas ropa en su mochila, podemos cambiarnos y - Betty lo interrumpió.

- A casa Doctor, quiero que después me lleve a casa -Betty se acurrucaba en sus brazos para sentir calor, ambos se pegaban fuertemente, el clima de Bogotá solo los hacia pegarse como imanes. 

Una familia los vio caminando, helándose por el frio. La mujer le susurro algo a la niña de unos 9 años y le dio una manta. Tal vez era para un picnic. La niña se acercó.

- Buenos días, tomen, por el frio - Betty y Armando alzaron su mirada a la pareja saludando, saludaron de regreso y agradecieron.

Llegaron al auto y Armando abrió su maletero sacando una funda de basura grande. 

- Desnudese -Armando Mendoza sin duda había hecho una muy mala elección de palabras -Bueno no desnudese toda, solo sáquese la blusa.

- ¿Para qué? - Betty se paró firme, viéndole nada de malo a que su carro se mojara. Ella pensaba que lo decía solo para que su auto no absorba su humedad - Para que no se moje su auto.

- No. Es para que no se enferme usted, no soy un monstruo vanidoso - Armando dijo abriendo la funda para que coloque su ropa ahí, estaban en un garaje privado, y no había nadie alrededor - O eso creo...

Betty dudó si alguien la vería. Pero viendo a Armando muy seguro de que ella se quite su blusa sabía que no había nadie quien la viera. Principalmente porque Armando era demasiado celoso como para dejar que alguien la viera.

Se sacó su blusa dejando ver su sostén rosa, sin encaje, y muy tierno. Especialmente por el mero detalle de tener 7 circuitos blancos, simulando ser una cara sonriente. Armando sonrió ante eso. Betty cubrió su sostén con sus brazos.

- Pero si yo ya le he visto todo Betty

- Ahora usted, ¿No se querrá enfermar Doctor?

- Picarona - Armando la miro descaradamente de pies a cabeza - Yo estoy bien, si me enfermo no importa. Además si me quito la camisa no creo que pueda controlarse tan bien como yo.

Betty se enrojeció de pena. Cuando él hablaba así solo lograba que ella se ponga roja.

- Doctor, los dos sabemos que aquí el que tiene más autocontrol soy yo - Lo dejo con las palabras en la boca y se fue al auto.

...

Daniel mandó a su secretaria a investigar donde se alojaba Michel Doinel. Su servicio de investigación se asemejaba al de la policia. Tan incompetente. Siempre terminaba regañando a su secretaria por su lentitud. Se parecía a Patricia Fernández. Pero en comparación, su secretaria tenía un poco más de cerebro.

Una vez tenía la dirección se dirigió allí. Quería poner las cartas en la mesa. Estaba harto de ver sufrir a su hermana por hombres idiotas. Y no porque sea un francés venido de Cartagena sería la excepción.

Tocó tres veces. Nadie contestó. Quizá está poniéndole los cachos con otra. Volvió a tocar. Se escuchó una voz de dentro. Es él.

-¿Hola?

-Daniel Valencia, mucho gusto soy hermano de Marcela, la mujer con la que usted va a salir hoy en la noche.

- Dígame, ¿que se le ofrece?

- ¿Usted que quiere con mi hermana?, Ella no es una cita de una noche. Ha sufrido demasiado y- Michel lo interrumpió diciendo.

- Eso lo sé, yo quiero conocerla, salir con ella, - El intento de Michel para seguir hablando se fue cuando Daniel dijo

- ¿Amarla?, ¿Usted no estaba interesado en Beatriz?

- Somos amigos. Yo si estoy dispuesto a amar a Marcela. No llevamos mucho tiempo, pero sé que si la conozco podré amarla.

La seriedad de Michel al pronunciar cada palabra lo hizo sentir seguro.

- Espero que no sea muy bueno actuando.

Daniel se volteó y se fue. Le había aclarado a Michel que si dañaba a Marcela, él estaría ahí. Que ella no estaba sola. Terminó su objetivo y se fue.

A Michel le agradaba su forma de ser. Protegía a su hermana.

Claro que debe protegerla, desde que murieron sus padres quedó él con sus dos hermanas. Sería un buen cuñado.

Pensó

No he podido Olvidarte_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora