26: Parece que ahora Marcela nos une

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El amor es como un río que fluye. Conformado por agua y rocas. El agua corre chocando con las rocas, creando aquel ruido monótono. Aquel ruido blanco.
Si te detienes en las deltas de ese río y cierras tus ojos, escucharás ese ruido. Existen diferentes percepciones, unos pueden pensar que ese ruido es molesto, otros que es tranquilizante y a otros no les importa un pepino.
¿Pero qué hacer cuando quitan uno de los dos elementos del río? Si quitas las rocas, el agua seguirá fluyendo, pero el ruido no volverá a ser ensordecedor ni flamante, solo será agua que fluye sin rocas, sin chocar, sin chapotear, sin... Diversión.
En cambio, si drenas el agua, crearás silencio. Silencio molesto, que te hará extrañar el ruido blanco. Las rocas pierden su diversión.
Todo esto se complementa para dar vida al río.

Si quiere oír más consejos por favor llame a los números: +57 (1) 555896
+57 (1) 4557777.

- Directo. - Armando pasó su dedo por su barbilla al terminar de leer aquel folleto que se le ofrecía en la sala de espera del hotel. - Repítame aquella circunstancia adversa que se presentó con mi equipaje.

- Señor le pido mil disculpas nuevamente, este tipo de inconvenientes no suelen suceder en nuestro hotel, le garantizo que nos encargaremos de la persona responsable. - La gerente asintió angustiada. - Su equipaje será retirado de cualquier habitación al que haya sido enviado, es más se me acaba de informar que lo han encontrado.

...
Adrián no dudó en abrir el equipaje y husmear lo que se le había entregado por equivocación. Descubrió que esa refinada maleta de cuero negro pertenecía a Armando Mendoza Sáenz. Su viejo compañero de colegio.
Tres breves toques encendieron su apuro.
- ¡Ya salgo me estoy cambiando! - Adrián trató de que todo en la maleta luzca como antes de ser manoseada - ¡Espere!

Por alguna razón, su sexto sentido le previno ser atrapado en su acto. Sabía que buscarían esa maleta, y no tuvo más remedio que actuar como la víctima, como lo ha hecho toda su vida.
- Estaba pensando en llevarla a recepción, me dije "Adrián tienes que ir a devolverla" pero me vi al espejo y necesitaba un baño, después pensé, "¿Por qué dejan estás maletas en mi habitación? ¿Para hacerme ver como un fisgón?" así que sin más tenga esto antes de que presente una queja. - Les entregó la maleta a los hombres que empujaban un carrito para maletas, con la diferencia que ahora estaba vacío - Devuenvenla a quien sea su dueño, o dueña.

- Gracias señor y disculpe los inconvenientes causados. - Los empleados forzaron una sonrisa, avergonzados por la confusión que habrían sufrido, listos para enfrentar el descuento de su salario.

Adrián cerró frenéticamente la puerta y se dijo a si mismo.
- Armando Armando, ¿nos volvemos a ver huh?

...
Armando recibió las maletas en recepción, donde él estaba leyendo folletos de amor. Oyó a la gerente discutir con los dos empleados, y bajó el folleto titulado "Ying y Yang" de su rostro para escuchar a profundidad el altercado.
- Debían haber dejado las maletas en la habitación del señor Mendoza, ¿Que esperan que las lleve el mismo?
- Señora Ríos no creo que debería hablarnos así, está violando nuestros derechos.
- ¡Ja! ¿Formarán un sindicato entonces? ¿Saben? Están despedidos.

Armando prorrumpió carraspeando haciendo que los tres volteen a ver.

- Por favor no querría que despida a personal por esto, yo mismo llevaré las maletas. - La gerente estuvo apunto de protestar pero Armando añadió - Les daré muy buenas referencias si hacen las paces. - Dicho esto se levantó y subió por el ascensor.

Buscando sus llaves en su bolsillo, Armando miró hacia la ventana al final del pasillo, qué suerte al que le haya tocado la habitación con esa vista, pero se recordó que solo quería instalarse y tal vez pasear por la playa después.
La puerta de la habitación del afortunado con vista a las turquesas aguas se abrió, dejando apreciar a una mujer de belleza etérea, con su única manera de buscar en su bolso su teléfono mientras su cabello la molestaba escabulliendose en su rostro.
- Betty. - Susurró Armando para sí, aún creyendo que tenía visiones. Hizo ademán con su maleta para atraer su atención.

Beatriz Pinzón dirigió su mirada al ruido de ruedas pequeñas golpeando el roble, y allí lo vió. Parado con su usual mirada penetrante, robando su alma misma, sus ojos clavados en sus rojos, y sin intención de intimidarla, más bien de conectarse con ella.

- Armando. - Alcanzó a decir controlando el tartamudeo que quiso salir de su boca, aunque no lo pudo contener por mucho - Me alegra verlo, ¿qui- quisiera pasar? - Lo invitó por respeto, no quería gritarle "vete no quiero caer de nuevo" en su cara y meterse a su cuarto.

Armando gritó sí con su mirada y movió su cabeza en acuerdo. Entró después de ella, quedándose frente a frente, ni una palabra, solo indecisos de abrazarse o empuñar un saludo. Betty sólo caminó invitándolo a sentarse en su sofá, separándolos casi dos metros de distancia.

- Vine a la boda de Marcela. - Ambos dijeron al unísono, dejando salir una sutil risa.
- Parece que ahora Marcela nos une. - Armando escarneció.
- Me parece muy bien que entre ustedes no exista ningún desconcierto, y tenga la libertad de venir a la boda de su exprometida.
- Sí Beatriz, por cierto, me alegra verla de nuevo, yo, eh...

Dos rápidos e intensos golpes interrumpieron a Armando. Aquellos golpes se convirtieron en una puerta abierta y Adrián entrando con la maleta de Armando en su mano.

- Armando. Se te quedó esto. Mucha impaciencia al entrar que se te olvidó esta maleta.
- ¿Adrián Rodríguez? - Armando se paró de su asiento para ser fuertemente abrazado por Adrián.
- Te he extrañado mucho mucho mucho. No has venido para los reencuentros de curso, estaba preocupado, mi más fiel amigo. - Adrián recalcó lo de "fiel" al final con un tono inevitablemente sarcástico.  ¿Te he presentado ya a mi novia? Beatriz Pinzón Solano, la luz de mi vida, el sol de mi universo.

Beatriz calló, todo iba de acuerdo al plan, pero jamás pensó que Adrián conocería a Armando. Tal vez esto era personal, juzgando por su actitud más sarcástica de lo normal.



Nota:
Quería hacer un final corto, pero escúchenme bien. Le vi un desenvolvimiento al personaje de Adrián que me podría ayudar para mejorar el final de esta historia.

No he podido Olvidarte_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora