27: ¿Quién es él? Un mafioso ¿O qué?

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La iglesia; lugar para confesarse, lugar de paz y religión. Lugar de hipocresía y odio.
Armando Mendoza entró, no para rezar específicamente, sino para sentir la paz fuera de ese exasperante ruido de ciudad.

- Que coincidencia. - Michel se sentó en la banca opuesta con su mirada en el símbolo religioso que abría sus brazos. - Bueno, entré al verte entrar.

- Michel. Pensé que yo era el acosador.

Permanecieron en silencio con la mirada perdida al frente, profundos en sus pensamientos.

- ¿Cuál es la razón de tus plegarias? - Armando imitó la gutural y gruesa voz de un sacerdote.
- Que ningún neurótico nos separe. - Michel miró al suelo, apenado por sus inseguridades.
- No diga eso, ella te ama Michel. Ella es una buena mujer, sensible, confiada, fuerte. Estoy seguro de que van a ser muy felices.
- Gracias. ¿Cuál es la razón de tus plegarias? - Michel simuló la voz de un sacerdote.
- Que Betty sea feliz.
- ¿Cómo sabes si no es feliz?
- Me preocupa con quién sale. ¿Puedes hacerme un favor?

Michel surcó sus cejas. Dudando de lo que hablaba.
- Sabes que está aquí ¿cierto? Ella está bien. Por lo que sé, no sale con nadie.

- Oh, si lo hace. Y a ese hombre lo conozco, eso es lo que me preocupa. Debes verla y comprobar si está bien ¿si?

- Dime de que estás hablando, como que "tienes que comprobar si está bien". ¿Quién es él? Un mafioso ¿o qué?

Armando inhaló a fondo, recordando sus días en el colegio. No fueron los mejores. Personalmente, porque socialmente era muy popular.

- Adrián Rodríguez.

- ¿Adrián Rodríguez? Es mi ingeniero comercial. No había pensado que Beatriz salía con un compañero suyo.

- Hace no mucho tiempo, en el colegio mi mejor amigo era Adrián Rodríguez. Éramos confidentes desde octavo grado, jugábamos fútbol juntos, proyectos y reuniones. Yo tenía más amigos, pero el estable y duradero era indudablemente Adrián. En segundo año de bachillerato, se esparció un terrible rumor. Decían que Adrián había violado a su prima de noveno grado. La novia de Adrián rompió con él por el rumor.

- ¿Fue cierto?

- Nunca se supo. La prima de Adrián estudiaba en nuestro mismo colegio. Después de ese rumor no volvió a clases. Y es que la prima de Adrián vivía en su casa, pues sus tíos estaban presos por falsificación de dinero.
Desde que ese rumor se esparció, no volví a ver a Adrián con los mismos ojos. Es más abrí mi mente y pude atestiguar los malos tratos que él le daba a todo el colegio, lo altanero que era con los maestros, lo hostigante que era con las chicas y lo presumido que era. La verdad era muy inmaduro en aquel entonces y decidí pasar todo eso por alto para seguir siendo el "popular".

- Estoy satisfecho de que haya desarrollado una mente capaz de pensar Doctor Mendoza. Pero usted debe ser el que confirme si Betty está bien o no.

- Sólo le pido un favor, yo no puedo, ella no me dejará.

- ¿Ella o usted? Si en verdad la ama, asegúrese de que esté bien, sea sutil, tenga una conversación amena. Puede ser que sea la última conversación entre ustedes dos.

En el interín, Beatriz había invitado a su novio falso a comer con sus padres. No quería sostener diferentes mentiras, la sinergia era lo mejor. Trabajar cada mentira en una sola era lo más fiable; sin embargo debía atenerse a invitar a Adrián a una cena en familia y amigos de la misma.

Nicolás analizaba de reojo al recién llegado, aún no le creía que este hombre fuera novio de su mejor amiga. Ellos se contaban todo, y algo como una nueva relación nunca lo pasaría por alto. Patricia se sentaba a su lado, aunque es trabajoso de creer, Patricia Fernández se estaba acoplando a la familia, tenía pormenores, pero los mejoraba.

Se puede decir que hasta Nicolás y Patricia parecieran ser más unidos que Betty y Adrián. En los zapatos de Betty y Adrián todo iba normal, pero en respecto a los padres de Betty y Nicolás todo se iba en declive.

La cena había finalizado y todos los presentes conversaban sobre vivencias y experiencias, especialmente Don Hermes, quién arrasaba con las anécdotas de sus antepasados. Nicolás intentó asirse de la atención de Betty y con una ligera seña hablaron apartados, donde nadie podría oírlos. Empero, Adrián clavó la mirada en Betty y se levantó para escuchar a escondidas lo que decían.

- Betty no me culpe, pero yo no le creo ni una sola cosa. No me diga que ese es su novio. Si parece que solo se conocen el nombre.
- ¿Que más deberíamos conocernos? - Contestó Betty intentando que su comentario suene pretencioso y así poder quitarse las sospechas de encima.
- Están fingiendo, ¿no es cierto?

Una barahúnda cortó el párrafo de Nicolás, mostrando a Adrián abrir la puerta de un golpe.
- Claro que fingimos, ven mi vida. - Le extendió la mano a Betty quien dudosa de su plan la tomó. Adrián regresó a ver a Nicolás, haciendo impresión de que lo siga.

Tomados de la mano se dirigieron a la sala principal. Adrián alzó la mano de Betty como si fuera un trofeo de oro fino y se arrodilló ante ella; todos los presentes quedaron impactados, interpelando con sus ojos.

- Te casarias conmigo mi amor.

Así, esa fue la pregunta que puso a la cara de Beatriz pálida y enjuta. ¿Que podía hacer? ¿Decir que todo es una farsa generada por su incapacidad de controlar sus emociones? Claro que no.

- Sí. - Exclamó Betty entre lágrimas. No eran lágrimas de felicidad, eran lágrimas de decepción de si misma. Por engañar a sus padres de nuevo. Por elegir a un hombre tan ególatra y egoísta como Adrián para esta diligencia. Por no poder controlarse.

Betty se sorprendió al ver como Adrián hurgaba su bolsillo para sacar una caja de tela platinada. La abrió y sacó un anillo de plata, con un diamante encima, que Betty por su desconocimiento en joyas, desconocía si era real o falso.

Durante la algarabía, Betty le hizo ademán a Adrián para que la acompañara. Ya en la cocina, Betty interpeló sobre el asunto del anillo.

- Era de mi madre, te luce ¿no? - Adrián halagó, tomando su mano para acariciar su anillo. Ante esto, Betty retiró su mano con fastidio.

- ¿Qué es todo esto Adrián? ¿Traer el anillo de tu madre? Vas a salir y decir que es un malentendido y que no nos vamos a casar.

- No quieres hacer eso Betty, ¿Qué dirían tus padres de tí? ¿Cómo quien quedarías? Como una mentirosa. - Adrián tomó una bocanada de aire y la miró amenazante. - ¿Quieres que yo quedé mal? Jamás. Claro lo haría si me das un incentivo. - Adrián la miró de pies a cabeza sin importarle que ella lo esté viendo.

- ¿Me quieres chantajear?

- Tú también lo disfrutarás dulzura. Piénsalo, me voy a beber con tu padre.

...

Michel se levantó de su silla tapizada, dejando su cartera y teléfono en la mesa circular, con ademán de volver pronto.
Ahora, Armando había invitado a tomar algo a Michel, en su objetivo de ser una mejor, cabal y cortés persona.
No deseaba volver a los rencores, sólo quería vivir bien, y la idea de hablar con Betty en la noche lo calmaba. Sus intenciones no eran recuperarla, pues sabía que tal vez existía la posibilidad de que ella ya no esté interesada en él. Y no quería presionarla.

Un tono de llamada perturbó sus pensamientos. Armando no quería ser curioso, pera la impaciencia del emisor al llamar tantas veces lo había consternado. Contestó el teléfono, a pesar de saber que estaba mal, y esperó escuchar la voz del impaciente emisor.

- Mi amor, ¿Podemos hablar para arreglar las mesas reservadas? Me gustaría que incluyera a la pareja de Beatriz en una sola mesa. "Rodríguez y Pinzón" ¿Que te parece? Sé que debió avisarnos que traería a alguien, pero Patricia me contó que le acaban de pedir matrimonio. ¿Tu crees que aún nos de el tiempo? ¿Mi vida? ¿Michel?

Armando colgó vertiginosamente; absorto por lo que acababa de escuchar. A los pocos minutos Michel apareció y se sentó para seguir con su conversación amena sobre restaurantes.

No he podido Olvidarte_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora