• XXIII. El día llego •

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– ¡Seokjinnie se ve absolutamente hermosa! – Exclaman Sun Hee y Ha-neul totalmente emocionadas y felices por ver a su hija –en el caso de Sun Hee– y a su nuera –en caso de Ha-neul.

Después de todo no faltaban más que unos minutos para que ambos se casaran y estaban demasiado emocionados todos; vestidos de gala, con vestidos hermosos y trajes para morirse.

En el caso de Seokjin –la novia-novio– llevaba un hermoso vestido blanco que se ajustaba a su cuerpo en aquel traje voluptuoso, el vestido era hermoso y Seokjin lo confirmaba. Después de todo su madre había hecho una buena elección.

¿Quién habría pensado que se casaría un chico y no una chica si llevaba aquel vestido blanco que le hacía ver más como una mujer que nunca?

Nadie definitivamente.

– ¡Los vestidos de J Koo siempre te hacen ver fabulosa! – Exclama su madre muy emocionada.

– ¡Los diseñadores se llevan más halagos de los que merecen! – Continúa Ha-neul, igual de emocionada que su amiga.

En cambio, Jin se sentía demasiado presionado.

«El vestido es hermoso... pero es pesado... y los zapatos de tacón... demonios, me duelen los pies»

El castaño estaba demasiado nervioso.

Se iba a casar.

Es decir, ya habían llenado el registro familiar, pero casarse, frente a otras muchísimas personas, tanto seres queridos, como las demás personas de su familia, las de Namjoon, todos. Sentía demasiada presión.

Pero también, se sentía demasiado feliz.

Se iba a casar con el hombre que amaba. Y lo mejor era que él también lo amaba.

No podía dejar de pensar en que siendo hombre tendría muchas dificultades, por el principio, no hubieran podido registrarse, no hubieran podido salir de la mano como cualquier pareja, por el simple hecho de la sociedad en la que vivían donde dos chicos besándose o teniendo cualquier tipo de contacto afectuoso en demasía, era visto mal.

Pero era chica. Si, tenía un pene y tenia testículos, no tenía pechos –aunque muchas chicas tampoco los tenían– a pesar de que sus facciones eran finas, no le hacía una mujer. Pero ante la sociedad lo era.

Era una chica casándose con un chico.

Y a pesar de que todo eso del matrimonio llego como rayo, sin siquiera poder hacerse a la idea de que viviría con otro chico que nunca había visto en toda su vida, o de que se casaría con él; ahora amaba a su madre. Es decir, la amaba ya, a pesar de todo lo que hizo, pero ahora le agradecía eternamente el haber permanecido como una chica. No podía sacar todo su interior delante de las personas, sí. Pero podía besar a Namjoon en las calles, podía tomarlo de la mano y tontear como la pareja de casi recién casados que eran. Podía casarse con la persona que amaba.

Todo gracias a su madre.

Jamás pensó en que algún día amaría la idea de ser una chica simplemente por poder permanecer al lado de la persona que amaba.

Pero sí, amaba ser una chica.

El sonido de la puerta abriéndose le hace girar para encontrarse con su padre.

– ¡Padre! – Exclama feliz.

Su padre Hae-Sung se queda sin palabras y repentinas lágrimas se acumulan en sus ojos.

– ...

– ¿Padre?

– He-hermosa – Exclama con las lágrimas al borde y Jimin se queda en su lugar, con cara de pocos amigos, después de todo, la única persona que consideraba cuerda ya no lo era tanto.

«¡Ahh...! La única persona con sentido común...»

Su padre frente a él se limpiaba las lágrimas mientras gimoteaba.

– Quería... tenerte por otros... 20 años más... sniff.

– Ya casi es hora – Dice su madre y él sonríe.

– Sí.

[...]

La marcha nupcial se escucha en toda la iglesia y todos le miran asombrados y demasiado emocionados, diciéndole cuan hermosa se ve, sobre su lindo vestido, sobre lo feliz que quieren que sea y Seokjin sonríe caminando lento y agarrado del brazo de su padre, quien le acompaña en ese momento tan feliz y especial.

A Seokjin no podía parecerle más perfecto y a la vez extraño. Tenía un vestido de novia, cuando él debería estar esperando en el altar. Tenía su cabello largo y castaño recogido en un hermoso moño trenzado

«Esto es... soy un hombre después de todo»

La marcha dio fin cuando se encontró frente a él esperándolo en el altar al hombre alto y más guapo que jamás haya visto tendiéndole la mano para que le aceptara y con una hermosa sonrisa de hoyuelos perfectos.

Su mano fue entregada por su padre, quien intercambio unas pocas palabras con su casi esposo y finalmente se marcho a su lugar. Los dedos de Seokjin se entrelazaron con los de Namjoon y ambos sonrieron, completamente felices y cómplices de aquel amor que los estaba uniendo.

– Estas hermoso – Murmura Namjoon para que solo Seokjin le escuche y no puede evitar soltar una sonrisa cuando ve que Seokjin le sonríe de igual manera.

– Gracias... de alguna manera es un poco triste, uh... – Ríe.

– Te queda perfecto, así que no te preocupes – Sonríe – No te olvides de actuar como una novia inocente – Dice, intentando no soltar una risotada y ambos ríen demasiado bajo para que los escuchen, intentando mantener aquel semblante serio y a la vez feliz.

– Si, sí.

Ambos dicen sus votos delante de el padre, les ponen coronas de flores. Los anillos no se presentan debido a que ambos decidieron ir por ellos luego. Pero eso no impide que ambos estén rebosantes de alegría.

Ambos sonríen siempre con simplicidad y felicidad. Ambos saben lo que los demás no. Una pareja de hombres se casa porque se aman y eso, no les impide estar ahí.

Ni sus madres, sus hermanos, o familiares cercanos, incluso conocidos o desconocidos, podría romper el lazo que finalmente se esta formando entre ellos por todo método legal incluso aunque no esté permitido.

Y eso los llena.

Los hace feliz, golpeándolo con aquel amor que tanto se han dado para llegar a ese momento. Donde finalmente ambos son el uno para el otro. Y donde finalmente ambos se pueden llamar esposos.

– Un beso para sellar esta unión – Dice el padre frente a ellos.

Namjoon alza el velo que cubre las bonitas facciones de Seokjin, colocándolo detrás de su cabeza y se inclina, para juntar sus labios en un hermoso y bello contrato de amor que junto se encargarían de cumplir hasta que la muerte los separe.

– Pensé que esta era solo una ceremonia. Pero en verdad siento que me he casado – Dice Namjoon sonriente. Después de todo se suponía que ya estaban casados y aquello solo era el final del papel para sellar aquel contrato de por vida.

– Si... – Sonríe Seokjin aun con los dedos en los brazos del moreno.

– Puede que tengamos que agradecerles a nuestras madres propiamente por todo. después de todo ellas hicieron esto posible – Sugiere Namjoon.

– No quiero – Dice Jin enfurruñado.

– Es asqueroso – Concuerda el moreno – Con esto... seremos felices hasta el final.

– Sí... hasta el final.

Ambos sonríen Seokjin lleva los brazos al cuello de Namjoon y éste le sujeta la cintura. Se regalan una última sonrisa ante la atenta mirada de todos los presentes.

Y se besan.

Y lo vuelven a hacer.

– ¡Solo un beso esta bien! – Exclaman entre carcajadas las dos madres.

• No te asustes • | NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora