• IV. Acosador •

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Algunos días después.

– Estoy tan... cansado...

Seokjin se encontraba en su habitación tirado boca abajo con los brazos extendidos al igual que las piernas sobre la gran cama de colchas rosas totalmente agotado, su madre había estado llevándolo de aquí para allá con la excusa de su matrimonio. Y eso realmente le estaba colmado la paciencia.

Ya no aguantaba sus piernas y aunque el cansancio físico fuera mucho, el cansancio mental era el que más le afectaba.

– Mi madre incluso fue a la escuela. Me está volviendo loco... Ahh... – Suspira.

«– El director también apoyara su matrimonio~ – Decía Sun Hee totalmente feliz.

– Solo tienes que guardar el secreto de los otros estudiantes~ – Continuo aquel señor de baja estatura y regordete mientras mostraba una expresión de haber recibido alguna clase de regalo.»

El recordar aquello hizo que el cansancio se acumulara más en su cuerpo.

Suspiró, intentando relajarse.

Un sonido lo hizo ponerse repentinamente nervioso. El teléfono a su costado izquierdo sonaba. Se sentó en la orilla de la cama con las piernas abiertas, el cuerpo encorvado, sus cabellos castaños largos estaban desastrosamente alborotados y con un suspiro contesto, extrañándole que la llamada provenía de la línea interna; quizás algunos de sus hermanos o su padre.

– Hola – Dice corto, con la voz ligeramente ronca por el cansancio.

Era de esas pocas veces en las que su voz ligeramente más masculina salía a lucirse, estaba acostumbrado a tomar un tono más agudo cuando hablaba, pues su madre le decía siempre que tenía que ser más femenina, y dejar ese lado varonil que atacaba en repentinos momentos desde que su pubertad empezó y los cambios en su cuerpo se hicieron visibles; hombros más anchos, piernas más largas, voz más gruesa, gestos más definidos, aunque aún delicados. Y es que, aunque su sexo fuera masculino su madre insistía en que tenía que alejar esos momentos de debilidad donde ya no soportaba actuar como su madre lo imponía. Todo lo que quería era ser normal; como cualquier chico de su edad.

Él quería sacar su voz más gruesa como realmente era. Vestir pantalones ajustados y rotos como la moda de los chicos que veía caminar cuando iban a un centro comercial, usar camisas holgadas con los bonitos diseños masculinos que vendían en los escaparates y que muchas veces se detuvo a observar con anhelo. No quería vestir elegantes vestidos cortos, ni quería usar faldas bonitas -que realmente lo eran- quería usar trajes y corbatas. Quería tener su cabello corto -aunque realmente amaba su cabello largo muchas veces deseo saber que se sentiría andar como los demás chicos- caminar por la acera con otros chicos platicar de las chicas, contarles sus secretos a otros, convivir con hombres.

Salir con chicas.

Convivir con todos en un ambiente donde no tuviera que fingir ser alguien que no era. No tuviera que intentar caerle bien a todo el mundo porque su madre pudiera reprenderlo. No tener que actuar como una señorita cuando en realidad era un chico que ansiaba poder libre; que ansiaba poder andar por la calle sin ser juzgado por ser un pervertido por el solo hecho de vestirse como mujer. No era su culpa... su madre lo crio así.

Seokjin ansiaba salir al mundo como un chico.

Ansiaba ser él mismo.

– ¿Seokjinnie? – Se escucha al otro lado de la línea.

Por un momento olvido que sostenía el teléfono en su mano. Al instante sintió como si madre lo observara y se estremeció. Con movimientos rápidos junto sus piernas y enderezo su espalda sentándose correctamente, como si su madre pudiera verlo y fuera e reprenderlo en cualquier momento.

• No te asustes • | NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora