Capítulo 28: El Legado Rengoku

916 80 58
                                    




- lo siento tanto Rengoku-kun – Murata no podía dejar de disculparse, mientras era ayudado a sentarse en el pórtico de la casa.

No cabía ya en tanta vergüenza.

- no se preocupe, lo importante es tratar ese esguince – afortunadamente Senjuro era alguien sumamente amable que no le importaba ayudar si era necesario y en definitiva Murata necesitaba mucha ayuda – después de todo mi casa es la más cercana al mercado central... aquí puedo poner una venda a ese esguince mientras esperamos a que vengan por ustedes –

El beta estaba totalmente conmovido.

Para nadie era un secreto la horrible personalidad de Shinjuro Rengoku, conocido por ser en muchas ocasiones sumamente radical y déspota. Por eso resulto una grata sorpresa que su hijo menor tan dulce y considerado.

- aun así... lamento todo lo que paso, el carrito de patatas que tuvo que pagar... y los demás puestos que esos dos dañaron, toda la mercancía que se perdió y que usted pago – los ojos de Murata se aguaron. Dios, iba a perder su empleo si le decía a Urokodaki-san todo lo que le debían a los Rengoku. Y si no lo hacía de seguro tendría que trabajar después de muerto para pagarle de vuelta.

- no se preocupe por el dinero, no fue tan caro como parece – Senjuro venia de una prestigiosa familia de Pilares y el dinero nunca había sido un problema para él – descuide, jamás sería capaz de cobrarle favores a Urokodaki-san o a Giyuu-san... – el omega se sonrojo levemente al pronunciar el nombre del Pilar del agua – ¿Cómo... como se encuentra él? –

Pero Murata no le prestó atención, ese par iban a hacer de nuevo de las suyas.

- ¡oigan ustedes dos bájense de allí! – el pobre hombre veía a ese par tratando de trepar a un frondoso árbol, no sabía cuándo, pero Kentaro se montó en los hombros de Kenjiro para ver si podían escalar más rápido, ignorando al mayor completamente. Murata termino suspirando, solo esperaba que usaran esa inteligencia para el bien – esos dos me van a matar de los nervios uno de estos días –

Senjuro ríe...

- son solo niños... será mejor que no se estrese -

- tienes razón, ellos huelen el miedo – dijo convencido, aunque Senjuro definitivamente no se refería a eso.

- me recuerdan a mi hermano mayor –

- ¿a Rengoku-sama? – Murata bufa, bastante incrédulo, para quedarse viendo al par de traviesos a la distancia. Pero si lo pensaba detenidamente... ellos eran hiperactivos, sorpresivamente ingeniosos, escurridizos... ¿se le podían atribuir aquellas cualidades a Rengoku-san?, el beta no conocía al Pilar más allá de lo que decían de él, pero quizás... ¿Cómo es que no lo había notado antes?, brillantes cabelleras, las cejas pobladas de Kentaro, los ojos dorados de Kenjiro – aunque físicamente... -

- no realmente – comenta el menor – más bien su personalidad explosiva y sus ánimos que no se desganan con nada... creen fervientemente que van a conseguir lo que sea si no se rinden, como las patatas... o los duraznos del árbol de papá –

El beta ve que es cierto, Kenjiro se cae, pero ni siquiera se queja cuando se para para seguir el paso de su hermano... le parece divertido y tierno, al menos hasta que analiza mejor las palabras de Senjuro.

El beta se pone pálido... ¿acaso había dicho que eran los durazno de su padre?

Al parecer si era cierto que moriría ese día.

-.-

- creí que te quedarías toda la vida lloriqueando en el hospital – Shinjuro gruñe, aquella definitivamente no era una cálida bienvenida – después de todo perdiste un brazo y tus capacidades de combate se redujeron a la mitad, dudo que te dejen regresar a ser Pilar tan pronto –

:Corazón Resiliente:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora