Capítulo 16: Pilar de la llama

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Advertencia: sexo explicito


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Las respiraciones eran entrecortadas, el sudor pasando por entre sus manos, pegados a esa piel caliente y exquisita. Sus gemidos lo volvían loco, se sentía totalmente maravilloso poseerlo...

Llevo uno de sus brazos a su pecho, lo quería cerca, tan cerca que sus alientos se confundan. Aquel joven entre sus brazos se inclina para delante, gimiendo y perdido en el placer. Sus ojos de un brillante rojo eran hermosos, tanto que no podía dejar de apreciarlo.

- mas... mas – estaba hecho un desastre y todo lo había causado ese pequeño omega.

Gruño por lo bajo mientras se ponía sobre él, embistiéndolo más fuerte y más profundo si podía, cubriéndolo en su totalidad, no quería que nadie lo viera, ese pequeño y hermoso omega... era todo suyo.

Llevo la nariz a su nuca e inhalo todo lo que pudo de ese exquisito aroma. Los estímulo de su celo lo volvieron salvaje y posesivo, algo que un alfa como el no sería capaz de hacer. Porque se supone que él era superior a eso, venia de una familia noble, le enseñaron el control y la dignidad sobre sus instintos... pero aun así había caído bajo, todo por ese omega.

Sus encías picaban, pero no dolía por el inmenso placer que sentía en su vientre bajo, en su piel, en cada rincón de su cuerpo.

Sus colmillos crecían a cada gemido... llevo la mano a su clavícula y estiro ese esbelto cuello para él, sus olores se mesclaban, poniéndolo más ansioso si era posible. Su vista estaba algo borrosa por el placer, estaba más hipnotizado en ese rostro sonrojado, en esa boca entreabierta.

Sus instintos fueron más fuerte que él, lo quería marcar, quería que siempre oliera él y que nadie más lo viera, su mente ya no estaba clara.

Estaba a punto de marcar a un completo desconocido.

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- AAHH – el sudor cruzaba su frente mientras trataba de calmar su respiración.

¿Qué había sido ese sueño?... se sintió tan real.

- hermano... ¿estás bien? – la voz tímida de Senjuro se escuchó al otro lado de la puerta corrediza, se sentía preocupado, pero el mayor no respondió. - ¿hermano? – no escucho nada, así que intento entrar.

- estoy bien... por favor, no pases – su voz salió más ronca, de seguro por su garganta reseca.

- esta... está bien... - Senjuro no estaba muy convencido – tus pesadillas... ¿volvieron? – era inevitable preocuparse por su hermano mayor.

Todos conocían a Rengoku Kyojuro como un gran soldado, valiente y animado alfa que defendía a los débiles de los monstruos del norte. Pero Senjuro era el único que sabía lo que esos años en la guerra le habían causado a su hermano.

- no te comas la cabeza Senjuro, estoy bien – el mayor sale de la habitación con esa sonrisa que lo caracterizaba – solo fue un mal sueño... - sacudió la cabellera de su hermano, dándole poca importancia.

Senjuro quería sonreír, pero no pudo.

- hermano... Papá, él –

- ya lo sé... me alistare y bajare a desayunar –

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- ¿¡Cómo mierda puede ser posible algo así!?... un maldito omega, por culpa de un maldito omega – estrujo el pergamino y lo lanzo con fuerza, destrozando algo que ninguno de los dos hermanos vio. Kyojuro por que no le seguiría el juego a su padre molestándose por su actitud, Senjuro por temor a que el siguiente blanco de su padre sea él. – Los omegas son unos inútiles, nacen para hacer una sola cosa... esto es lo que pasa cuando a un omega se le da demasiada libertad. Maldición toda la división que controlas, todo tú trabajo comprometido por que un omega abrió las piernas y sedujo al idiota recogido de Urokodaki –

:Corazón Resiliente:Donde viven las historias. Descúbrelo ahora