»nineth«

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💫Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado, con cuarenta el rostro que les ha dado la vida💫

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—¡Jinah! ¡Jinah!

Aparté los ojos de mi computadora de inmediato al escuchar la emocionada voz de Taehyung quien apenas había entrado a la oficina con una desbordante energía.

—¿Qué sucede?—lo observé con confusión.

—Adivina lo que nos acaba de llegar—canturreó para luego mostrarme unas tarjetas en sus manos. —La galería de arte abrirá finalmente una nueva exposición y Hoseok nos ha enviado las invitaciones para que podamos asistir—dijo sonriente.

—¿Hmm? ¿Exposición?

—Sí—rodó los ojos. —¿Quién te entiende? Desde hace un tiempo venías quejándote de que no se abrían nuevas exposiciones y ahora que al fin ha sucedido no muestras interés alguno. Pensé que te animarías; con lo mucho que te gusta ir a ver pinturas y eso.

—Claro, me gusta, pero justo en este momento no me siento muy animada para ir.

—¿Me dirás lo que sea que te esté pasando? Desde hace días apenas y hablas y te la pasas encerrada acá. Estás triste y no entiendo porqué—habló con preocupación.

Solté un suspiro. Me odiaba a mí misma por dejarme afectar tan estúpidamente por alguien y mucho más por no poder sacarlo de mi mente a pesar de todo.

—Estoy bien, solo tengo un bloqueo con algo nuevo que empecé. Respecto a la exposición de arte, no sé si sea buena idea ir. Como te dije no me siento muy animada y solo quiero quedarme aquí.

—No creo que Jung Hoseok se ponga muy feliz si te ausentas. Sabes que él siempre te pone como prioridad en su galería porque conoce lo mucho que disfrutas ir o comprar. Dice que hay muchos nuevos artistas que seguramente te gustarán. No puedes hacerle esto.

Me froté el rostro frustrada. Conociendo lo dramático y resentido que era mi amigo Hoseok sabía que era capaz de no dirigirme la palabra nunca más por el simple hecho de no asistir a su exposición de arte en la que seguramente se había esforzado durante mucho tiempo.
Parecía no tener opción.

—De acuerdo—asentí levemente. —¿Cuándo es?

—Mañana en la noche. Y ya verás que no te arrepentirás, seguramente esto te ayudará a despejarte y mejorar tu ánimo.

Sin poder poner más excusas tuve que aceptar aunque no quisiera así que a la noche siguiente, Taehyung había pasado por mí a mi casa para dirigirnos al elegante recinto del que Hoseok era dueño para la inauguración de esa exposición nueva titulada "Rostros & Años" la cual, según se leía en la invitación, era una muestra de arte especializada en la técnica de rostros.

Pasadas las siete cuarenta de la noche llegamos al lugar.
Habían muchas más personas de las que imaginé así que supuse que las pinturas debían ser muy buenas.

Entramos al salón y los diversos lienzos con infinidad de colores nos recibieron. Las personas admiraban y comentaban y algunos columnistas también tomaban notas.

Empecé a dar mi recorrido para observar las pinturas en lo que Taehyung iba al baño.
Me quedé contemplando una en particular con el rostro de una mujer mayor cuando sentí que alguien me tomó por los hombros lo cual me hizo sobresaltar.
Volteé de inmediato y ví de mala manera al pelinegro mientras él simplemente se reía por mi reacción.

—¡Jinah, querida! Lo siento, no quería asustarte—apenas pudo pronunciar a causa de la risa.

—Eres un tonto, Hobi.

—No, claro que no—rió otra vez.

No dije más y volví mi mirada a la pintura que estaba viendo. Hoseok se posicionó a mi lado.

—¿Hay algo que te gusta?—me preguntó viendo también el curioso cuadro.

—Todos son muy interesantes; me gustaría terminar de ver todo para decidirme cual captó mi atención mucho más.

—Bien, entonces continuemos viendo. Yo te acompaño.

Di media vuelta para continuar caminando, sin embargo, me detuve de golpe y casi caigo al reconocer una silueta que paseaba casualmente por el salón.
¿Por qué rayos Min Yoongi seguía apareciendo ante mí? ¿Era una especie de castigo para mí?
La situación me estaba cansando.

Lo ví algunos segundos para luego volver a mirar a mi amigo que se había detenido junto a mí y me observaba con desconcierto.

—¿Pasa algo?

—Él...—señalé sutilmente hacia donde estaba Yoongi. —¿Qué hace aquí?

Hoseok dirigió su mirada hacia donde le había indicado y sonrió un poco al parecer reconocerlo.

—Ah, el señor Min es un gran cliente de la galería. Suele venir muy seguido y se lleva varios cuadros. ¿Por qué? ¿Lo conoces?—preguntó curioso.

—Uhm, no—sonreí. —Es solo que me lo he topado algunas veces y me resulta curioso—mentí. —¿Sabes algo sobre él?

—No mucho realmente—Hoseok hizo un puchero. —Si te soy sincero ese hombre le huye a la gente; siempre carga ese rostro como diciendo que no te quiere tener cerca y suele ser rudo y tosco cuando intentas hablar o bromear con él. Es un buen cliente pero francamente no me gusta mucho acercarme a él. Es raro considerando que es joven y debería estar rodeado de amigos o algo pero él es tan solitario—habló mi amigo con pesar.

Volví mi mirada al chico que no podía sacarme de la cabeza últimamente y por alguna razón las palabras que mi madre solía decir llegaron a mi mente de pronto.

Con veinte años todos tienen el rostro que Dios les ha dado, con cuarenta el rostro que les ha dado la vida había dicho en más de una ocasión. Yoongi era un chico joven y guapo; su rostro era uno de los más bonitos que había visto en la vida, sin embargo, con ese ceño fruncido y su molestia reflejada en ese envidiable rostro lo hacía en definitiva perder su encanto.
¿Qué clase de vida le habría tocado a Min para lucir de tal forma? Quería saberlo, quería encontrar cual era el problema y resolverlo para que esa carita brillara y volviera a ser la maravillosa obra de arte capaz de acelerar el corazón de cualquiera. Ese rostro necesitaba suavizarse y mostrarse tal cual belleza representaba.





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cotton candy; mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora