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💫Todos, alguna vez, fuimos amores pasajeros de trenes que no iban a ningún lado💫

~Joaquín Sabina

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Tomé un poco de aire antes de atreverme a tocar. Estaba loca por lo que estaba haciendo, pero la vida era un riesgo.

Di unos leves golpes a la puerta, deseando que mi visita no fuera en vano. Segundos después, una cabellera castaña se asomó, junto a ojos curiosos.
Sonreí torpemente.

—Hola, perdone, ¿es aquí el estudio fotográfico de Min Yoongi?—pregunté algo apenada, con el temor de haberme confundido de dirección.

—Ah, sí—el chico abrió un poco más la puerta y me sonrió. —¿Puedo ayudarle en algo? Yoongi está algo ocupado ahora.

—Bueno, en realidad...yo quería conversar con él un momento. Es sobre un trabajo—hablé.

—Entiendo—asintió aún sonriente. —En ese caso, quizá podría esperarlo; no creo que demore mucho. Pase, por favor.

El chico amablemente se hizo a un lado para dejarme pasar. Yo lo hice, agradeciendo en parte que no fuera Yoongi quien abriera.
La sala me dejó impresionada; miles de fotografías hermosas adornaban las paredes.
Yoongi era increíble.

—Siéntese por favor—me ofreció—, iré a buscar a Yoongi; volveré en un segundo.

El castaño desapareció por una puerta y yo me senté en una de las sillas que había en el lugar. Mis ojos viajaron a las imágenes que estaban por todas partes, apreciando el talento del chico que me traía vuelta loca.
Me ví obligada a desviar nuevamente la vista hacia la puerta cuando la escuché abrirse.
Yoongi, ahora de cabellos negros, apareció y se me hizo imposible sonreír. Él, por su parte, adaptó su gesto de molestia, otra vez.

—¡Kim Seokjin!—gritó.

Lo observé confundida y al segundo siguiente el castaño que me había abierto la puerta volvió a aparecer.

—¿Qué pasa?—cuestionó confundido.

—¿Qué hace esta mujer aquí?—volteó a verlo con severidad.

—Ella quiere hablar contigo, por eso la dejé pasar—contestó tranquilamente el chico, que al parecer se llamaba Seokjin.

Yoongi cerró los ojos, quizá intentando calmarse.
Seokjin volteó a verme confundido y no pude hacer más que sonreír inocentemente, fingiendo no entender la actitud de Yoongi.

—Señor Min, será solo un momento—me atreví a decir. —¿Sería posible que conversáramos?

El chico abrió los ojos y se dirigió hacia mí, demasiado molesto, podía notarlo.

—Jin, déjanos solos.

El castaño, más que confundido, asintió levemente y me dio una pequeña reverencia, que correspondí, antes de irse.

Min se sentó algo alejado de mí, sus ojos escrutándome con sumo detenimiento.

—¿Qué quieres? Nuevamente lo estás haciendo—suspiró. —¿Cómo encontraste la dirección de mi estudio?

—Existe el internet, muy útil por cierto—sonreí. —Necesitaba verte y como sabía que no atenderías a mis llamadas no tuve más opción que venir yo misma a buscarte.

—¿Cuál es tu motivo ahora, Jung?

Antes de responder, saqué el paquete que traía conmigo y se lo extendí.
Yoongi me observó con confusión.

—¿Qué es esto?

—Un regalo, para que veas mis buenas intenciones.

Aún con el ceño fruncido, quitó la envoltura y pareció sorprenderse al ver el cuadro.

—Tú...¿cómo–

—Sé que eres cliente frecuente en la galería de Jung Hoseok. ¿Sabes? El mundo es muy pequeño y da la casualidad de que soy amiga de él también. Te ví en la inauguración el otro día y, basándome en tus anteriores compras, decidí comprar uno de los cuadros nuevos para obsequiártelo. Espero te guste.

Él estaba demasiado confundido con mi actitud y quise reír por lo tierno que se me hacía.

—Jinah...¿qué quieres?

Sonreí un poco al escuchar su voz más calmada decir mi nombre.

—Te pareceré una loca que te persigue por todos lados, pero la realidad es que hace mucho tiempo intenté dejarte de lado y no molestarte, sin embargo, por alguna u otra razón siempre termino encontrándote y empiezo a pensar en que es algo destinado ya—reí. —El asunto es que lo he pensado mucho, las razones por las que parece que no puedo olvidarte y quiero estar en constante contacto contigo y finalmente llegué a una conclusión. Me gustas, Min Yoongi.

Los pequeños ojos del pelinegro se abrieron con alarma e incluso se puso de pie, totalmente consternado.

—¿Qué estás diciendo?

—Eso, que me gustas. Sonará ilógico considerando que no nos conocemos, pero la verdad es que desde accidente en el que chocamos y te ví por primera vez, encontré algo en ti que me hizo no poder quitarte los ojos de encima. No creo en el amor a primera vista, pero sin duda hubo algo esa vez que me ha mantenido corriendo tras de ti.

Yoongi estaba totalmente shockeado y me pregunté si mi sinceridad y facilidad de decir las cosas habían sido demasiadas.

—Escucha—él volvió a sentarse y a fijar su atención en mí—, seguramente estás apresurándote para sacar conclusiones. Lo siento, no sé que estés esperando de mí, pero no puedo aceptar tus sentimientos. No estoy interesado y agradecería que dejes de aparecerte siguiéndome en todos lados.

Suspiré.

—Entiendo perfectamente lo que dices; el amor no es algo que surge de la noche a la mañana y tampoco puedes aceptarlo tan a la ligera. Todos tenemos miedo, sobre todo si hemos sido heridos antes—volteé a verlo. —Como dice una canción; todos, alguna vez, fuimos amores pasajeros de trenes que no iban a ningún lado.

Sus ojos se enfocaron en mí y quise entender un poco esos misterios y pesares que parecían esconderse en los iris oscuros de Min.

—Jinah, deberías irte. Perdona pero tengo trabajo que hacer—se puso de pie evitando encontrarse con mis ojos.

—Sí, entiendo—me paré. —Siento incomodarte, pero soy una persona que es franca y directa con todo y necesitaba decírtelo. No creo que pueda dejarte tan fácilmente, pero voy a intentarlo, así que, por favor, si me ves, no me ignores.

Él no respondió, sus ojos enfocados en la pintura que aún sostenía en sus manos.

—Gracias por el tiempo. Que tengas un buen día.

Me di la vuelta y caminé directo a la salida.
Mi corazón golpeteaba con fuerza ante los nervios, pero a la vez se sentía más ligero al hablar con la verdad.
Ni siquiera sabía si había hecho lo correcto con Min Yoongi, pero al menos no tendría arrepentimientos luego.
Ya sea que aceptara mi amor o no, las palabras ya habían sido dichas.



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cotton candy; mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora