»twelfth«

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💫Que sensible eres💫

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Tarareé una de mis canciones favoritas mientras intentaba encontrar en mi cerebro una buena idea para continuar escribiendo la historia en la que me estaba ocupando.
Me sobresalté un poco al escuchar los leves golpes en la puerta y al segundo siguiente el rostro de Taehyung apareció frente a mí.

—Jinah, lamento molestar pero hay alguien que quiere verte.

—¿Quién?—fruncí el ceño.

—Será mejor que tú lo veas.

Parpadeé sin entender y asentí con confusión dándole autorización para que hiciera pasar a quien sea que estuviera afuera.
Bajé el volumen de la música y volví mi vista a la puerta al escuchar a alguien entrar.
Abrí la boca con sorpresa al ver al pelinegro acercarse cauteloso a mi escritorio.

—¿Yoongi?—cuestioné sin poder creerlo.

—Jinah, hola—me dió una pequeña reverencia. —Lamento venir sin avisar pero quería hablar contigo.

La sonrisa en mis labios fue imposible de detener. Nunca imaginé que Yoongi fuera capaz de venir a verme y la sorpresa había sido de lo más agradable.

—C...claro—apenas hablé. —Siéntate, por favor.

Frunció los labios y se sentó luciendo evidentemente incómodo.
Quise reír porque para mí él lucía muy tierno.

—¿Y bien? ¿En qué puedo ayudarte, Yoongi?

Suspiró antes de finalmente verme a la cara.

—La verdad es que ese día que fuiste a verme y me diste el cuadro, el entrometido de mi ayudante nos escuchó y dijo que debía ser un poco más cortés y agradecerte por el regalo. Me gustó mucho, gracias.

Sentí la alegría invadirme. Al menos algo había hecho algo bien.

—Me alegra escuchar eso. Realmente le pedí mucha ayuda a Hoseok para quedar bien—reí un poco.

Lo observé removerse un poco en la silla y deducí que había algo más en su visita.

—¿Quieres decirme otra cosa?

Se mordió el labio y asintió un poco.

—Pues...desde ese día que fuiste al estudio me quedé pensando en lo que dijiste. Dijiste que...que te gusto—murmuró avergonzado—y surgió curiosidad dentro de mí. ¿Por qué? Es decir, apenas y hablamos. No tiene sentido para mí.

—Tienes razón—asentí—, la verdad es que hemos tenido oportunidad de conversar civilizadamente pocas veces y esas veces tú no has sido precisamente amable conmigo—reí. —Creo que sí debo estar loca para que me sigas gustando luego de eso.

Apartó la vista de mi rostro e hizo un gesto desconcertado.

—Que sensible eres.

Alcé una ceja y reí un poco.

—Claro, porque estoy exagerando y has sido conmigo la persona más agradable del mundo—ironicé. —Yoongi, no nos engañemos.

Lo escuché suspirar para luego asentir un poco.

—Bien, de acuerdo, es cierto que me he portado grosero e irrespetuoso contigo y es por eso mismo que no entiendo tu actitud. Debiste haberte alejado de mí desde la primera vez que te traté mal. No me gusta relacionarme con las personas y es por eso que no entiendo mucho de empatía o amabilidad.

Sonreí un poco.

—Eso lo noté, sin embargo, ¿sabes? creo que eso es solo como un tipo de envoltura tuya—reí. —Creo que si nos deshacemos de esa fachada, encontraremos a un ser humano mucho más lindo y dulce—sonreí. —Dulce, dulce; como un algodón de azúcar.

Hizo un gesto de desagrado ante mi comentario y reí.

—¿Cómo puedes decir cosas así?

—No sé, simplemente lo creo cuando veo tus ojos. Creo que eres alguien muy alejado de lo que aparentas, Min Yoongi.

Se quedó en silencio, probablemente sin saber que decir a lo que había salido con tanta facilidad de mí.
Se aclaró la garganta y me vió fugazmente.

—Como sea, antes de irme... también quería pedirte una disculpa. No mido mis palabras y te dije muchas cosas que no debía...Lo siento.

Sus disculpas me tomaron por sorpresa y por alguna razón me conmovieron tanto que creí poder llorar ahí mismo.

—Gracias—murmuré tras algunos segundos. —Significa mucho para mí que estés diciendo esto.

Asintió un poco y se puso de pie.

—Bien, creo que es todo. Me voy, gracias por tu tiempo.

Empezó a caminar dispuesto a irse así que supe que debía actuar de inmediato.

—Yoongi, espera—hablé desesperada.

—¿Qué?—volteó a verme confundido.

—¿Saldrías conmigo?

Sus ojos se abrieron en una graciosa mezcla de pánico y sorpresa.

—¿Qué?—repitió, demasiado impactado.

—Quiero saber si mi teoría sobre ti es correcta y tú obviamente necesitas conocerme para dejar de creer que soy la persona que tú crees. Vamos a salir y darnos cuenta de lo que realmente somos.

Sus ojos revolotearon sobre mi rostro y no pude evitar sonreír al notarlo titubear en su respuesta.

—Voy a enviarte un mensaje más tarde, de igual forma ya tengo tu número. Nos vemos.

Salió de la oficina con pasos rápidos y yo no pude hacer más que sonreír con demasiada felicidad.
Sentía que estaba logrando algo y eso era lo más grandioso que me había pasado en la vida.


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cotton candy; mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora