Capítulo I

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Era uno de esos extraños días en el que el clima era soleado y cálido en la ciudad de Londres sin embargo el detective Campbell sabía que no duraría mucho, cuando llegue el atardecer ya haría el frío suficiente como para congelarte el cerebro, el miró hacía el asiento copiloto de su mustang clásico del 67 color negro, allí tenía su abrigo y un solo guante.

Carajo, ¿donde estaba el otro?.

Cruzó la siguiente avenida, iba algo tarde a la estación, el nunca llegaba tarde, una novedad quizás, luego de estar suspendido por meses por algo que hizo y no hizo, hoy a principios de mayo era el momento de que el regresara al trabajo, pero ya no iba a trabajar solo, le dijo su capitán esa mañana.

-Es hora de que tengas un compañero.- Había dicho.

-¿Porque?.- Había preguntado el.- Sabe que trabajo solo.

-Escúchame James.- Siseó el capitán Reynolds.- Me costó un puto riñón hacer que te permitieran volver luego de que fueras absuelto, por que los de arriba ya no te querían acá, quizás hasta ibas a ser transferido.- Ahora era el riñón de Campbell el que dolía.- Yo ni si quiera dude de ti desde el principio que todo esto comenzó...

-Ok, Ok.- Había aceptado Campbell, prefiriendo no escuchar algo sobre ello se le estaba haciendo fácil creerse esa mierda-mentirosa que las personas llamarían "hacer como si nada pasó".

-Perfecto.- Casi pudo ver la sonrisa autosuficiente de su capitán.- Tes espero a las 9.- y colgó.

Avanzando por el ligero tráfico, perdiendo de vista el Piccadilly circus una famosa encrucijada de Londres, Campbell estiró un brazo para buscar su otro guante levantando el abrigo negro y lanzando por accidente el otro al suelo.

-Rayos.- El maniobró el volante haciendo un rápido giro a la izquierda casi llegando a la estación, se agachó un momento para recoger su guante y así encontrando el que faltaba, alzó su mirada justo a tiempo para frenar y evitar atropellar a una mujer.- ¡Mierda!.- El se bajó rápidamente después de que ella cayera al suelo.

-Ouch.- Dijo la mujer mientras se sentaba en la acera, Campbell se agachó a su lado sin poder ver su rostro, un espeso y largo cabello negro ondulado lo tapaba.

-¿Estas bien?.

-¿Estas ciego o que?.- Preguntó ella quitándose el cabello de su cara, estaba enojada su ceño fruncido lo decía, tenía acento latino y el color de su piel lo demostraba, como un suave y rico café con leche cremoso, sus ojos eran de color miel con pestañas muy largas y oscuras, su rostro forma de corazón la hacía bonita a pesar de su enojo.- ¿Hola?, ¿aló?.-Dijo ella en español.-¿Eres sordo?.

Campbell se levantó ofreciendo su mano para que ella lo tomara y se levantara.- Lo siento, no, no soy ciego o sordo, solo no te vi.

-Perfecto.- Ella rechazó su mano levantándose sola .- Gracias.- recogió su bolso maletín colgándolo en su hombro y comenzó a subir la escaleras hacía la estación, Campbell la observaba mientras subía, vestida con un blazer negro, una camisa blanca de botones metida dentro de unos pantalones negros ajustados, su cabello llegaba hasta su cintura, y si, el tambien notó lo largas que eran sus piernas con un bonito trasero.

Campbell se preguntó si aquella muchacha trabaja allí, tenía 8 años como detective en esa estación y los conocía a todos como la palma de su mano, sin embargo algo se agito en su estomago al estar de vuelta, ¿eran nervios?, no, Aaron James Campbell nunca se permitía estar nervioso, el siempre tenia que mantener su mente fría y despejada cada vez que empezaba a trabajar en casos difíciles, porque los fáciles le aburrían, en los fáciles por que ese era, ES su deber, en-toda-su-jodida-vida necesitaba tener la mente fría y quizás, solo quizás, por eso era que estaba solo.

Sin distracciones.

Sin amores.

Eso ya lo supero a los 28 cuando su ex-prometida lo engañó y abortó a su hijo , las traiciones y mentiras señores, era algo que Campbell no toleraba y era bueno descubriéndolas. No lo malinterpreten, el es un hombre con corazón, solo que a veces no lo usaba.

Viendo como la chica entraba a la estación el dejó de mirar su trasero y se fue a su auto para recoger su abrigo y entrar a trabajar, miró su reloj en su muñeca izquierda comprobando que eran la 9:30 am.

Tomó una bocanada de aire y la expulsó lentamente mientras subía las escalera, afuera era la misma fachada de siempre, mismos pilares grises, puertas de vidrio que decían POLICÍA DE LONDRES con marcos de hierro, colores blancos y grises en las paredes y ...

¡Oh !.

Pero mira lo que tenemos allí.

¡El suelo tambien es gris!.

Genial.

Ahora, Aaron James Campbell, detective de la ciudad de Londres, increíble en su trabajo, hasta que asesinó a alguien, estaba de regreso y con un compañero.

Que dios, la reina Isabel y el río Támesis lo ayuden.

CRIMINALES DE LONDRES JACK EL DESTRIPADOR (EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora