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La casa de la chica que sigo sin saber su nombre no está tan lejos del lugar en el que estábamos, condujo bastante rápido pero tomando precaución de no ocasionar algún accidente en el trayecto, intento guardar los quejidos de dolor que se estancan en mi garganta para no alarmarla porque en cada semáforo me preguntaba si estaba bien y la respuesta era lo estoy.

Llegamos al fin y se bajó rápidamente para abrime la puerta como si fuera la princesa de Gales y ella una fiel sirviente, con cuidado bajé del auto y caminamos a la puerta que ella abrió en menos de un pestañeo.

—Adelante—me invitó con su brazo a pasar y seguido ella entró cerrando la puerta

Un poco encorvado me dirigí a su sofá más cercano con la intención de recostarme pero ella no me dejó, se interpuso en el camino negando con la cabeza, no entiendo que quiere ahora

—No pensarás que te dejaré dormir así, primero tengo que ver tus heridas aunque no creo que pueda sola, tendré que llamar a un médico—está a punto de tomar el teléfono para marcar a quién sabe quién pero no me parece buena idea

—Sólo préstame un botiquín, lo demás lo soluciono ahora mismo—me intriga que está vez no me lleve la contra, simplemente se aleja hacia una habitación para salir casi al instante con el botiquín en la mano

—Siéntate-su mano cae sobre mi hombro y ejerce un poco de presión para hacer que me pose en el sofá, abre la pequeña caja y saca un poco de algodón, agua oxigenada y alcohol—probablemente tengas dudas si confiar o no en mí—comienza a mojar el algodón con agua oxigenada y pasarla lentamente sobre mi labio que imagino está manchado de sangre, al sentir el tacto en mi piel suelto un pequeño jadeo cerrando mis ojos con fuerza—pero imagino el dolor que sientes y no soy capaz de dejarte sólo—abandona la zona de mis labios y pasa a los pómulos limpiando cuidadosamente para después agregar un poco de pomada

Al cabo de unos minutos tiró los algodones sucios dentro de una bolsa y guardó lo demás para regresar el botiquín a su lugar, me quedé sentado analizando la mejor manera de dormír aquí, tal vez si mis piernas quedan fuera pueda descansar bien la espalda, o si me pongo en posición fetal quepo a la perfección, sería una buena idea si no estuviera con las costillas fracturadas.

—Hace tiempo mi hermano estuvo de visita por aquí y olvidó esto—sale de la habitación cargando una pijama de rayas color gris y blanco—no pensé que la llegaría a utilizar—sonríe sin mostrar los dientes y la extiende hacia mi, me indica que entre al baño para cambiarme y así poder deshacerme de esta ropa

Entro al baño con un poco menos de dificultad y cierro la puerta, lo primero con lo que me topo es un espejo que me recuerda lo terrible que está mi aspecto, intento no darle importancia y desvestirme lo más rápido que puedo, si me tomo el tiempo de reflexionar terminaré regresando a aquel barrio para provocar otra pandilla de newyorkinos enfurecidos. Ahora que lo digo suena bastante gracioso.

—Oye pelinegro—se escucha la voz del otro lado de la puerta seguido de dos golpes—el baño no es para dormir así que sal pronto

Me causa un poco de gracia su comentario y tal como lo quiere salgo de aquí, ella está sentada en el sofá con las piernas cruzadas y sus ojos mirándome fijamente, parece una gangster

—Necesitas descansar así que acompáñame—caminamos juntos hacia la que parece ser su habitación y la única de la casa por cierto, es de tonos azul y verde pastel, bastante linda y acogedora

—Si durante la noche o bueno... Lo que queda de la noche te sientes mal, te duele algo o necesitas algo solamente dime, vendré corriendo hacia tí

—¿Crees que aceptaré dormir aquí?—señalo con el dedo la cama y ella mantiene en su rostro un puchero con un movimiento de cabeza de negación, finalmente suelta un gran suspiro

Jamais Vu - Jeon JungKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora