La lluvia no había cesado y las gotas golpeaban las ventanas con la suficiente fuerza para ser audibles, en la sala de la casa del tejado azul había una pequeña charla.
-No estoy segura, solo lo encontré en el rio Agio y estaba herido. Curé sus heridas y vi una extraña marca en el hombro derecho. Al principio creí que era otra herida, pero no fue así; era como una marca de nacimiento, creo que ya entiendes mi punto -Hanna dio un sorbo a su té mientras Osvál recargaba el mentón en su puño.
-Creo que Hanna tiene razón, deberíamos llamar a los demás y resolver el asunto de Dane y el Iskalec -Dara acarició la mejilla de su pareja mientras él la miraba con reflejos de tristeza.
-Vamos, no me digas que no los extrañas -dijo Hanna con una sonrisa. Osvál resoplo, pero al final contesto con un pequeño gesto.
-De acuerdo, llámalos.
Hanna hizo un gesto de triunfo con la mano, pero la alegría no le duro demasiado, pues Osvál levantó el dedo índice indicando una cosa más.
-Antes de hacerlo, necesito que me ayudes con un asunto delicado.
-Sabía que era demasiado bello para ser verdad, ¿Qué quieres? -preguntó Hanna con desdén.
-Ya que tú propusiste volver a estas tareas místicas, necesito que me ayudes con una bruja -Hanna miró con intriga a Osvál, y este asintió, había captado la atención de la chica.
-¿Una bruja? -preguntó Hanna.
-Llevamos bastante tiempo siguiéndole la pista -dijo Dara -. Se lleva a los niños del pueblo, no estamos seguros de como lo hace, pero Osvál tiene sus teorías y yo las mías.
-Como sabrás Hanna, las brujas son bastante peligrosas, incluso para uno de nosotros.
-Y ¿Dónde se esconde? -preguntó Hanna con mas intriga.
-En una casa en el bosque -dijo Osvál con una sonrisa.
-Que original -comentó Hanna entornando los ojos.
-Ayúdame y después los llamamos, tal vez hasta Dane quiera participar, dijo que buscaba cosas de ese estilo -Osvál termino su té y espero la respuesta de Hanna.
-¿Vendrás Chiqui? -preguntó Hanna mirando a su amiga, la chica asintió y con una sonrisa contesto.
-Sí amiga, voy con ustedes.
-Muy bien Osvál, ganaste. Iré a decirle Dane.
Todos dejaron sus asientos y mientras Dara y Osvál recogían las tazas, Hanna se dirigió al establo, pero antes de abrir la puerta se detuvo a escuchar. Detrás de la puerta había el sonido de una melodía dulce que hacia sonreír a cualquiera y acompañando las notas del laúd una voz cantaba:
Ya tengo un caballo
veloz y ligero,
que corre lo mismo
que vuela al pampero.
Jamás tuve amigo
tan noble y tan franco;
sus lomos me ofrece
cual mullido blanco.
Y al cruzar mis pasos
sobre sus espaldas,
se tornan sus pliegues
manto de esperanzas.
Caballito mío
noble compañero
porque te conozco
por eso te quiero.
Hanna quedo cautivada por la canción y al parecer no era la única; Dara y Osvál también habían escuchado, le dirigieron una sonrisa a Hanna y subieron a su alcoba. La chica abrió lentamente la puerta y saludo al bardo.
-Hola ¿Cómo esta?
-Estará bien ¿Verdad amigo? -Topacio relincho.
-Se alegra de verte... la canción, ¿Es tuya?
-No, es de un sacerdote llamado Theo. Lo conocí en uno de mis viajes.
-Es muy hermosa -el bardo le sonrió, tal vez era la primera vez que Hanna lo veía sonreír, no tenía claros sus pensamientos en ese momento.
-Bueno, voy a dejarte descansar -dijo el bardo incorporándose -. Te extrañe amigo.
Cuando volvieron a la sala, Dara se encontraba ahí vestida con un camisón.
-Les prepare una habitación -dijo Dara.
-Muchas gracias Chiqui -contestó el bardo.
-No hay de qué.
-No, en serio. Gracias por todo, no muchos atenderían a un caballo herido.
-Y no muchos ofrecerían su vida por uno. Buenas noches, descansen -Dara subió a su alcoba. Hanna y Dane no tardaron en seguirla. Entraron a la habitación que Dara les había asignado. Parecía acogedora, una cama, unas cobijas, una mesita, una silla > ¿Una cama? <
-Supongo que dormiré en el suelo.
-No, esta bien. Podemos compartirla. Solo deja que me cambie.
-Oh, sí por supuesto -dijo Dane con nerviosismo y salió de la habitación.
El pasillo estaba bastante oscuro salvo por una ligera luz de luna que entraba por una ventana al fondo. Tras un par de minutos el bardo volvió a la habitación y ahora Hanna vestía un camisón similar al de Dara.
-¿Tú no te vas a cambiar? -preguntó Hanna -Chiqui te dejo te dejo esto -le mostró otro camisón, pero este era bastante largo, suponía que era de Osvál.
-Mmm... De acuerdo -tomó la prenda y la miro con duda -¿No saldrás? -la chica lo miró con diversión y salió del cuarto sin agregar comentario.
La prenda parecía hecha de lana, era bastante cómodo, a decir verdad. Le aviso a Hanna que ya podía entrar y ambos se acostaron.
-Descansa -dijo el bardo.
-Buenas noches -contestó la chica.
No tardó demasiado tiempo para que el bardo se quedara profundamente dormido. Y era la primera vez, desde que era niño, que su sueño fue bastante relajante y lleno de paz.
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El Bardo
FantezieDane es un bardo que siempre busca inspiración para sus canciones, va de pueblo en pueblo junto a su fiel caballo, Topacio. Tras una serie de sucesos es rescatado por una chica bastante peculiar. Ella lo llevará a un mundo desconocido para cualquier...