Narra Matt
La calidez de su piel me estaba derritiendo por completo. Acariciaba su cintura sin dejar ningún centímetro fuera del toque de mis dedos, me encantaba sentir los vellos de su piel erizarse y provocarme cosquillas mientras mi boca jugaba con su cuello. La respiración agitada que salía por su boca me hacía sentir como una maldita bestia con mucha, mucha hambre.
El calor subía cuando mis dedos querían sacarle el resto de ropa que le quedaba encima, no conocía su cuerpo, no todavía, quería probarlo, morderlo, apretarlo, hacerlo mío con cada toque, quería hacerla sentir la mujer más perfecta y hermosa del universo.
La destresa de mis dedos hicieron caer su sostén. El roce de su pecho con el mío hacía que mi corazón se desbarate en el suelo y se convulsione.
— Matt – gimió sobre mi boca y la apreté suave a mi cuerpo
— Dime
— No sabes…cuánto extrañé esto
Sonreí sobre su boca y mordí su labio inferior. Lo que me provocaba era inmenso, sentía el deseo de su cuerpo al mío…y este correspondía sin siquiera poner un pero. Se sacó de mis manos y me tomó fuerte del brazo para llevarme al baño del hotel. Me dejé guiar y es que no podíamos parecer adolescentes ahí en la cama, Mateo estaba a unos metros y no queríamos que el pequeño despertara y viera a sus padres disfrutando de algo que él hará mucho más adelante.
Empujó mi cuerpo al inodoro y me hizo caer sentado… jamás había visto un paisaje tan perfecto como lo eran sus senos caer naturalmente, su abdomen plano y esas caderas que comenzaban a hervirme la sangre, me quedé quieto donde estaba, por suerte el baño era amplio y no estábamos apretados. Me sonrió mordiendo su labio inferior y yo ya quería volar.
— Niña traviesa
— Oh ¿Por qué dices eso?
— Porque te queda perfecto
— Mentira
Su carita era como de una niña mala y eso me excitaba bastante.
— Sácate los bóxers
— ¿Y por qué no me los quitas tú?
— Anda…sácalos
— Ok…ya voy
Me levanté del inodoro y tomé los mismos al sacarlos, me miró y sonrió suave tomándome de nuevo para sentarme otra vez, lo hice pero ahora todo fue bastante diferente. Su cuerpo comenzó a moverse como si hubiese música, como si el ritmo de las guitarras y la batería retumbara en su cuerpo haciéndolo mover, apreté mis rodillas con ambas manos al morder mi labio inferior sintiendo como la sangre corría por mi cuerpo concentrándose en un solo lugar. Quería atraerla a mí y apretujarla entre mis brazos, desbaratando sus muslos hasta que me grite que deje de hacerlo…quería hacer tantas cosas que mi mente comenzaba a pervertirme, ella tenía la culpa ¿Por qué me baila tan bien ahora? ¿Por qué lo hace?
Tomó las tiras de sus hermosas pantaletas y las comenzó a bajar lentamente haciéndome sentir como un perro hambriento mientras veía un enorme pedazo de carne. Rió bajito al verme tan ansioso y lleno de deseo, que en simples dos pasos ya se encontraba sobre mis muslos sentada, rodeando mi cuello con sus delgados brazos y sonriendo encima de mi boca al comenzar a besarme.